domingo, 15 de junio de 2025

Un poema de Gabriel Aresti, en el cincuentenario de su fallecimiento


El pasado día 5 de junio de hace 50 años falleció el poeta vasco Gabriel Aresti. Con apenas 41 años, lo hizo medio año antes que el dictador, al que combatió con sus versos. Su poesía, escrita en euskera, está traducida al castellano. Su alma, profundamente vasca, se proyectó hacia quienes tenían poco o apenas nada. Por eso sus poemas exhalan solidaridad, compromiso, lucha contra la injusticia..., que son formas de manifestar el amor.

Eso lo llevó a estar cerca de o junto a quienes militaban en el comunismo. No hace mucho, como nos ha recordado Lu Barcenilla Román, su hija Nerea lo definió de esta manera:

"Sobre cómo se autodefinía, o cómo se percibía aita [padre] políticamente, creo que, efectivamente, antifranquista, con mayúsculas, también marxista e internacionalista, pero entre socialista y comunista creo que decididamente comunista. Pero pensé entonces que, antes de responderte, estaba bien comentarlo con ama [madre], sin condicionarla, bocajarro, a ver qué me decía. Le transmití la pregunta sobre si se sentía socialista o comunista y no dudó: comunista".

Dejo como recuerdo y homenaje un poema que, aun siendo corto, está lleno de sensibilidad y contiene una rabiosa actualidad:

Inork badio: 
Nire etxean eztago bakerik,
bila beza 
bakea 
hauzoko etxean
edo munduko basterrik 
azkenean
baina etxean bakea balu,
eztezala gerraik inun 
bila
bakea eta etxea 
galdoko baitu
munduko basterretan.

[Si alguien dice:
En mi casa no hay paz,
busque la paz
en casa del vecino
o en el último rincón
del mundo;
pero si tuviera paz en su casa,
que no busque la guerra
en parte alguna,
porque perderá
la paz y la casa
por los rincones del mundo].