lunes, 19 de abril de 2021

La libertad, degustada a través de la poesía

Nada mejor que la poesía para que podamos percibir, degustar y compartir la utopía de querer ser libres e iguales proyectando ese amor que nos hace sentir más felices. Dejo aquí 20 poemas, cuya lectura, con toda seguridad, nos lo va a poner más fácil. Y más si también los podemos escuchar en forma de canciones, como ocurre con la segunda parte de "El herido", de Miguel Hernández, musicada  e interpretada por Joan Manuel Serrat; "Si morimos", de Ethel Greenglass, adaptado, musicado e interpretado por Pablo Milanés; "Canto a la libertad", de José Antonio Labordeta; "Así te quiero", de Adela Gleijer y Diana Reches, interpretado por Claudina y Alberto Gambino; "Pequeña serenata diurna", de Silvio Rodríguez; "Libertad", de Luis Eduardo Aute; "Yo te nombro", inspirado en el poema "Liberté" de Paul Elouard, musicado por Gian Franco Pagliaro e interpretado por Nacha Guevara; o "Libre te quiero", de Agustín García Calvo, musicado e interpretado por Amancio Prada.


El herido

II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad, siento más corazones
que arenas en mi pecho dan espuma a mis venas;
y entro en los hospitales, y entro en los algodones,
como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñaran aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida;
porque soy como el árbol talado que retoño:
aún tengo la vida.

(Miguel Hernández).


Liberté

Sur mes cahiers d’écolier
Sur mon pupitre et les arbres
Sur le sable sur la neige
J’écris ton nom

Sur toutes les pages lues
Sur toutes les pages blanches
Pierre sang papier ou cendre
J’écris ton nom

Sur les images dorées
Sur les armes des guerriers
Sur la couronne des rois
J’écris ton nom

Sur la jungle et le désert
Sur les nids sur les genêts
Sur l’écho de mon enfance
J’écris ton nom

Sur les merveilles des nuits
Sur le pain blanc des journées
Sur les saisons fiancées
J’écris ton nom

Sur tous mes chiffons d’azur
Sur l’étang soleil moisi
Sur le lac lune vivante
J’écris ton nom

Sur les champs sur l’horizon
Sur les ailes des oiseaux
Et sur le moulin des ombres
J’écris ton nom

Sur chaque bouffée d’aurore
Sur la mer sur les bateaux
Sur la montagne démente
J’écris ton nom

Sur la mousse des nuages
Sur les sueurs de l’orage
Sur la pluie épaisse et fade
J’écris ton nom

Sur les formes scintillantes
Sur les cloches des couleurs
Sur la vérité physique
J’écris ton nom

Sur les sentiers éveillés
Sur les routes déployées
Sur les places qui débordent
J’écris ton nom

Sur la lampe qui s’allume
Sur la lampe qui s’éteint
Sur mes maisons réunies
J’écris ton nom

Sur le fruit coupé en deux
Du miroir et de ma chambre
Sur mon lit coquille vide
J’écris ton nom

Sur mon chien gourmand et tendre
Sur ses oreilles dressées
Sur sa patte maladroite
J’écris ton nom

Sur le tremplin de ma porte
Sur les objets familiers
Sur le flot du feu béni
J’écris ton nom

Sur toute chair accordée
Sur le front de mes amis
Sur chaque main qui se tend
J’écris ton nom

Sur la vitre des surprises
Sur les lèvres attentives
Bien au-dessus du silence
J’écris ton nom

Sur mes refuges détruits
Sur mes phares écroulés
Sur les murs de mon ennui
J’écris ton nom

Sur l’absence sans désir
Sur la solitude nue
Sur les marches de la mort
J’écris ton nom

Sur la santé revenue
Sur le risque disparu
Sur l’espoir sans souvenir
J’écris ton nom

Et par le pouvoir d’un mot
Je recommence ma vie
Je suis né pour te connaître
Pour te nommer

Liberté.

[En mis cuadernos de escolar
Sobre mi escritorio y los árboles
Sobre la arena sobre la nieve
Escribo tu nombre

Sobre todas las páginas leídas
Sobre todas las páginas blancas
Piedra sangre papel o ceniza
Escribo tu nombre

Sobre las imágenes doradas
Sobre las armas de los guerreros
Sobre la corona de los reyes
Escribo tu nombre

En la jungla y el desierto
En los nidos en la escoba
En el eco de mi infancia
Escribo tu nombre

En las maravillas de las noches
En el pan blanco de los días
En las estaciones de los compromisos
Escribo tu nombre

En todos mis trapos azules
En el estanque mohoso al sol
En la luna viviente del lago
Escribo tu nombre

En los campos en el horizonte
En las alas de los pájaros
Y en el molino de las sombras
Escribo tu nombre

En cada soplo del amanecer
En el mar en los barcos
En la montaña loca
Escribo tu nombre

En la espuma de las nubes
En el sudor de la tormenta
En la lluvia espesa y rancia
Escribo tu nombre

En las formas espumosas
En las campanas de colores
En la verdad física
Escribo tu nombre

En los senderos despiertos
En los caminos abiertos
En las plazas desbordadas
Escribo tu nombre

En la lámpara que se enciende
En la lámpara que se apaga
En mis casas reunidas
Escribo tu nombre
 
En la fruta cortada en dos
Desde el espejo y desde mi habitación
En mi cama vacía
Escribo tu nombre

Sobre mi perro avariento y tierno
Sobre sus orejas erguidas
Sobre su pata torpe
Escribo tu nombre

Sobre el pedestal de mi puerta
Sobre los objetos familiares
En el flujo del fuego bendito
Escribo tu nombre

Sobre toda la carne entregada
Sobre la frente de mis amigos
Sobre cada mano extendida
Escribo tu nombre

En el vaso de las sorpresas
En los labios atentos
Muy por encima del silencio
Escribo tu nombre

En mis refugios destruidos
En mis faros derrumbados
Sobre los muros de mi aburrimiento
Escribo tu nombre

En la ausencia sin deseo
En la soledad desnuda
En los pasos de la muerte
Escribo tu nombre

En la salud devuelta
En el riesgo desaparecido
En la esperanza sin memoria
Escribo tu nombre

Y por el poder de una palabra
Empiezo mi vida de nuevo
Nací para conocerte
Para nombrarte 

Libertad].

(Paul Elouard).


Mereces un amor que te quiera despeinada…

Mereces un amor que te quiera despeinada,
incluso con las razones que te levantan de prisa
y con todo y los demonios que no te dejan dormir.

Mereces un amor que te haga sentir segura,
que pueda comerse al mundo si camina de tu mano,
que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel.

Mereces un amor que quiera bailar contigo,
que visite el paraíso cada vez que ve tus ojos
y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.

Mereces un amor que te escuche cuando cantas,
que te apoye en tus ridículos,
que respete que eres libre,
que te acompañe en tu vuelo,
que no le asuste caer.

Mereces un amor que se lleve las mentiras,
que te traiga la ilusión,
el café
y la poesía.

(Frida Khalo).


La libertad tú la conoces

La libertad tú la conoces
La libertad no la conoces
La libertad es un deseo
La libertad es estar preso
Preso en un cuerpo que no es mío
En unos brazos, una boca,
Una boca que bebe nuestra vida,
Lentamente, una muerte.
La libertad es una muerte,
Una muerte es nacer en otro espíritu,
Un espíritu, un hombre, es un deseo,
Un deseo es amor por libertarse.
La libertad, la libertad,
La libertad es un olvido,
En otro cuerpo, es un olvido,
Es un amor la libertad.
Libértame o me muero.

(Luis Cernuda).


Retorno de la dulce libertad

Podías, cuando fuiste un marinero en tierra,
ser más libre que ahora,
yéndote alegremente,
desde las amarradas comarcas encendidas
de tu recién nacido soñar, por los profundos
valles de huertos submarinos, por las verdes
laderas de delfines, sumergidos senderos
que iban a dar a dulces sirenas deseadas.

Podías, bien podías entonces, bien podías,
sin lágrimas inútiles, sin impuestas congojas,
viajar, llenos de viento los labios, con un golpe
de abierta luz en medio del corazón, bien alta
la valerosa vida cayendo de tu frente.

¿En dónde las fronteras entonces, ese miedo,
ese horror a los límites,
ese cerco que escuchas avanzar en la noche
como un triste mandato que ha de cumplirse al alba?

Libertad, dulce mía,
por muy niña que fueses,
por más chicos que fueran tus tiernos pasos, dime,
contéstame si aún tus pequeños oídos
me conocen: ¿No intentas, fugitiva y cantando,
retornarme a tus libres comarcas venturosas?
¿Quién te encarcela, dime? Di, ¿quién te pone grillos?
¿Quién te esposa las alas y quién, dime, cerrojos
clava en tu lengua y sombras pone sólo en tus ámbitos?

Libertad, no me dejes. Vuelve a mí, dura y dulce,
como fresca muchacha madurada en la pena.
Hoy mi brazo es más fuerte que el de ayer, y mi canto,
encendido en el tuyo, puede abrir para siempre,
sobre los horizontes del mar, nuestra mañana.

(Rafael Alberti).


Libertad

Crecieron así seres de manos atadas
                                (Empédocles)

A tiros nos dijeron: cruz y raya.
En cruz estamos. Raya. Tachadura.
Borrón y cárcel nueva. Punto en boca.

Si observas la conducta conveniente,
podrás decir palabras permitidas:
invierno, luz, hispanidad, sombrero.
(Si se te cae la lengua de vergüenza,
te cuelgas un cartel que diga “mudo”,
tiendes la mano y juntas calderilla).

Si calzas los zapatos según norma,
también podrás cruzar a la otra acera
buscando el sol o un techo que te abrigue.

Pagando tus impuestos puntualmente,
podrás ir al taller o a la oficina,
quemarte las pestañas y las uñas,
partirte el pecho y alcanzar la gloria.

También tendrás honestas diversiones.
El paso de un entierro, una película
de las debidamente autorizadas,
fútbol del bueno, un vaso de cerveza,
bonitas emisiones de la radio
y misa por la tarde los domingos.

Pero no pienses “libertad”, no digas,
no escribas “libertad”, nunca consientas
que se te asome al blanco de los ojos,
ni exhale su olorcillo por tus ropas,
ni se te prenda a un rizo del cabello.

Y, sobre todo, amigo, al acostarte,
no escondas “libertad” bajo tu almohada
por ver si sueñas con mejores días.
No sea que una noche te incorpores
sonambulando “libertad”, y olvides,
y salgas a gritarla por las calles,
descerrajando puertas y ventanas,
matando los serenos y los gatos,
rompiendo los faroles y las fuentes,
y el sueño de los justos, porque entonces,
punto final, hermano, y Dios te ayude.

(Ángela Figuera).


Si morimos

Vosotros sabréis, hijos míos, sabréis
por qué dejamos las canciones sin hacer,
los libros sin leer, el trabajo sin hacer,
para descansar bajo la hierba.

No más lamentos, hijos míos, no más,
porque las mentiras y las calumnias han sido montadas,
las lágrimas que derramamos y el dolor que nos penetra
para todos deberá ser proclamado.

La tierra sonreirá, hijos míos, sonreirá,
y el verde sobre nuestro lugar de reposo crecerá,
el crimen finalizará, el mundo se regocijará en hermandad y paz.

Trabajad y construid, hijos míos,
construid un monumento al amor y a la alegría,
al valor humano, a la fe que guardamos por vosotros, mis hijos, por vosotros.

(Ethel Greenglass/Rosenberg).


Mi destino y su clave

Bajo tu signo ideal ¡Oh, Victoria
de Samotracia! inicié mi camino
Tu lucha -¿con qué viento?- que adivino
tu impetuoso avance -¿hacia qué gloria?-

grabados para siempre en mi memoria
dieron sentido y clave a mi destino,
-el loco carrusel que fue mi sino-
y a ellos acordé mi breve historia.

¡Qué timón esas alas! ¡y qué vuelo…
sin perder el contacto con el suelo!
¡qué lección se desborda de tu paso!

Con tu sello la frente me señalas,
perderé, como tú, si se da el caso,
la cabeza, pero nunca las alas.

(Lucía Sánchez Saornil).


Canto a la libertad

Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.

Hermano, aquí mi mano,
será tuya mi frente,
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad.

Haremos el camino
en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombros
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando libertad.

Habrá un día...

Sonarán las campanas
desde los campanarios,
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.

Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.

Habrá un día...

También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla
para que pueda ser.

Que sea como un viento
que arranque los matojos 
surgiendo la verdad,
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.

Habrá un día...

(Juan Antonio Labordeta).


Así te quiero

Como un pájaro libre,
de libre vuelo,
como un pájaro libre
así te quiero.

Nueve meses te tuve
creciendo dentro
y aún sigues creciendo
y descubriendo.
Descubriendo, aprendiendo
a ser un hombre,
no hay nada de la vida
que no te asombre.

Como un pájaro libre,
de libre vuelo,
como un pájaro libre
así te quiero.

Cada minuto tuyo
lo vivo y muero.
Cuando no estás, mi hijo,
¡cómo te espero!
Es el miedo un gusano,
me roe y come.
Apenas abro un diario,
busco tu nombre.

Como un pájaro libre,
de libre vuelo,
como un pájaro libre
así te quiero.

(Adela Gleijer y Diana Reches).


Pequeña serenata diurna

Vivo en un país libre,
cual solamente puede ser libre
en esta tierra, en este instante,
y soy feliz porque soy gigante.
Amo a una mujer clara,
que amo y me ama
sin pedir nada
-o casi nada,
que no es lo mismo,
pero es igual-.
Y si esto fuera poco,
tengo mis cantos,
que poco a poco
muelo y rehago,
habitando el tiempo,
como le cuadra
a un hombre despierto.
Soy feliz,
soy un hombre feliz
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad.

(Silvio Rodríguez).


Libertad

Y van pasando los años
y al fin la vida no puede ser.
Sólo un tiempo que ha que recorrer
a través del dolor y el placer.
Quién nos compuso el engaño
de que existir es apostar a no perder.

Vivir es más que un derecho,
es el deber de no claudicar,
el mandato de reflexionar.
Qué es nacer, qué es morir, qué es amar,
el hombre por qué está hecho
y qué eres tú, libertad.
Libertad, libertad, libertad.

La idea no es razonable,
tampoco el verbo fundamental.
¿Es el alma principio o final,
o armonía del bien frente al mal?
Qué es el amor insondable
que empuja al cuerpo a ser incógnita
inmortal.

El siglo está agonizando
y el testamento que va a dejar
es un orden que quiere ocultar
el preciso compás del azar.
A qué seguir respirando,
si no estás tú, libertad.
Libertad, libertad, libertad.

(Luis Eduardo Aute).


Yo te nombro

Por el pájaro enjaulado
Por el pez en la pecera
Por mi amigo que está preso
Porque ha dicho lo que piensa
Por las flores arrancadas
Por la hierba pisoteada
Por los arboles podados
Por los cuerpos torturados
Yo te nombro Libertad

Por los dientes apretados
Por la rabia contenida
Por el nudo en la garganta
Por las bocas que no cantan
Por el beso clandestino
Por el verso censurado
Por el joven exilado
Por los nombres prohibidos
Yo te nombro Libertad

Te nombro en nombre de todos
Por tu nombre verdadero
Te nombro y cuando oscurece
cuando nadie me ve

Escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad
Tu nombre verdadero
Tu nombre y otros nombres
que no nombro por temor

Por la idea perseguido
Por los golpes recibidos
Por aquel que no resiste
Por aquellos que se esconden
Por el miedo que te tienen
Por tus pasos que vigilan
Por la forma en que te atacan
Por los hijos que te matan
Yo te nombro Libertad

Por las tierras invadidas,
Por los pueblos conquistados
Por la gente sometida
Por los hombres explotados
Por los muertos en la hoguera
Por el justo ajusticiado
Por el héroe asesinado
Por los fuegos apagados
Yo te nombro Libertado

Te nombro en nombre de todo
Por tu nombre verdadero
Te nombre cuando oscurece
cuando nadie me ve

Escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad
Tu nombre verdadero
Tu nombre y otros nombres
Que no nombro por temor
Yo te nombro Libertad.

(Gian Franco Pagliaro).


Libre te quiero

Libre te quiero
como arroyo que brinca
de peña en peña,
pero no mía.

Grande te quiero
como monte preñado
de primavera,
pero no mía.

Buena te quiero
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.

Alta te quiero
como chopo que al cielo
se despereza,
pero no mía.

Blanca te quiero
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.

Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

(Agustín García Calvo).


¿Tu nombre...?

¿Tu nombre responde a una realidad?
¿Eres también esa paloma que representan?
¿O corresponde sólo a tu hermana?
¿Eres un sueño, una utopía, un anhelo?
¿O la esperanza que día a día se conquista?

(Diego Sánchez Curto).


Uno no escoge

Uno no escoge el país donde nace;
pero ama el país donde ha nacido.

Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.

Nadie puede evadir su responsabilidad.

Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.

Todos tenemos un deber de amor que cumplir,
una historia que nacer
una meta que alcanzar.

No escogimos el momento para venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
en que nacerá y crecerá
la semilla que trajimos con nosotros.

(Gioconda Belli).


Somos lo que soñamos ser

Somos lo que soñamos ser
Y ese sueño, no es tanto una meta
Como una energía
Cada día es una crisálida

Cada día alumbra una metamorfosis
Caemos, nos levantamos
Cada día la vida empieza de nuevo
La vida es un acto de resistencia y de reexistencia
Vivimos, revivimos
Pero todos esos tienen la memoria

Somos lo que recordamos
La memoria es nuestro hogar nómada
Como las plantas o las aves emigrantes
Los recuerdos tienen la estrategia de la luz
Van hacia delante
A la manera del remero que se desplaza de espaldas para ver mejor
Hay un dolor parecido al dolor de muelas
A la pérdida física
Y es perder algún recuerdo que queremos
Esas fotos imprescindibles en el álbum de la vida
Por eso hay una clase de melancolía que no atrapa
Sino que nutre la libertad
En esa melancolía como espuma en las olas
Se alzan los sueños.

(Manuel Rivas).


De valor y libertad

El hombre es un pez
que sueña con ser
león o pájaro.
Nada piensa
nada olvida
y sigue nadando.
La ciudad es una pecera
que necesita una limpieza
de alquitrán y tiburones.
Pobre sardina
que nada enlatada
en la nada
conservada.
Mira las nubes
y ruge
callando.

(Ginimar de Letras).


¿Cuántos versos hacen falta?

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que tiemblen los cimientos
de la injusticia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para convertir en cenizas los fantasmas
de la injusticia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que reina la justicia en su palacio
sin injerencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que coronen la verdad  en  nombre
de la justicia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que las túnicas negras, abriguen antes
la razón que el corazón
sin  preferencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que  la dignidad sea una esencia
de nuestra existencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que la independencia, no sea un rehén
de nuestra ignorancia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que las palomas de la paz  posen
en los tejados de la inocencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
Para que  la bandera de la libertad  ondee
con honra y elegancia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que  las sentencia de la justicia sean
el elixir de la conciencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que los indignados luchen a diario
con vehemencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que suenen las campanas de la tolerancia
desde nuestra  infancia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que el  amor sea el aroma
de nuestra fragancia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que  la felicidad sea la gran
exigencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que la buena convivencia
no sea una apariencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que la violencia en nuestro universo
no tenga presencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que la pobreza no sea
una herencia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que la riqueza no caiga en manos
de la codicia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que la generosidad no sea víctima
de la avaricia.

Cuántos versos hacen falta por escribir
para que la solidaridad no esté retenida
por la intransigencia.

(Fatma Galia).


Trenzo mi pelo, cae un rayo

En este pueblo no había espejo
ni ventanas
nos mirábamos en las paredes
sucias de los desastres sin origen
con raíces enredadas en látigos
aprendimos:
cada movimiento puede ser el último
respirar, tajearnos la espalda
vimos nuestra cara en las telarañas
nos balanceamos con cuidado
entre los nudos
apretamos la boca
el aire justo que deja entrar
insectos raquíticos
una mínima luz de proteína,
crecimos como espigas encorvadas
por el verano de los ojos dentados
sanguijuelas succionando
nuestra marcha arrancadas en lo más tierno
por manos limpias
de sangre hasta las muñecas, así
nos enseñaron el gesto de la margarita
lánguida, blanca, se abre, da
se abre, se desnuca: se queda calva
el cuello disecado en las yemas
de los predadores.

Fuimos enviadas al desierto
a amamantar a las hienas
a pescar anguilas con hachas
ahí nos vimos, en el filo
los ojos brillantes
nuestras lenguas rojas
uñas perforando el eco del estanque
nos reconocimos,
ya habíamos besado tantas veces

con los labios curtidos
de otras, que éramos nosotras
observándonos a ciegas
en las fallas del muro

-Todas fuimos nuestro espejo-

Una mujer grita en una fiesta
una mujer cosecha en la montaña
una mujer canta al pie de un abismo
una mujer se cubre la boca y la nariz
con un pañuelo
una mujer acaricia un colibrí
una mujer prende fuego las cruces
que le colgaron
una mujer cabalga de espaldas
saluda a un puma detrás del monte
una mujer hace un círculo de sal
y mira las estrellas
una mujer arroja al agua un manojo de células
que no tienen el nombre de su deseo
una mujer astilla mil pantallas
una mujer abre una ventana
una mujer cierra una puerta
una mujer baila desnuda
una mujer entra en el río
una mujer conjura las mareas
una mujer abraza el peso de su cuerpo
una mujer trenza su pelo, cae un rayo

Hermana,
la tormenta que se aproxima
somos nosotras centelleantes,
estamos en camino.

(Gabriela Clara Pignataro).