lunes, 16 de noviembre de 2020

El abrigo de piel de leopardo de las nieves y la soledad que dicen de quien fue rey

 

Se sigue sucediendo el conocimiento de los escándalos financieros de quien fuera rey de España hasta 2014 y pasara después a tener la condición de rey emérito. Escándalos con un lejano antes y un reciente después, relacionados con el cobro de comisiones multimillonarias, la posesión de cuentas ocultas en otros países, incluidos paraísos fiscales, el impago de los tributos correspondientes, el empleo de testaferros... Todo ello aderezado de viajes por doquier, de fiestas, compañías femeninas y cacerías.


Famoso fue el viaje a Boswana de 2012, con caza de elefantes, compañía de su amiga Corinna y rotura accidental de su cadera incluidas. Fue el momento de una de sus frases para la posteridad: "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir".


En efecto, el mismo monarca que en los comienzos de la crisis económica había aludido en su mensaje de Navidad de 2009 a eso de "las familias angustiadas, no solo por la pérdida de ingresos, sino por la falta de horizontes en sus vidas laborales y personales". O en el de 2011 a lo de "Todos somos iguales ante la ley", intentando marcar las distancias con su yerno Iñaki y su hija Cristina por lo del escándalo del caso Nóos. Pero daba igual, porque la pendiente por la que iba a deslizarse ya estaba a la vista y había que preparar el terreno para que la caída fuera lo menos dura posible. Su abdicación en 2014, lejos de moderarlo, lo lanzó a la vorágine de una especie de barra libre. Y la cosa se puso tan cruda, que hace un año desde el entorno de su sucesor en el trono e hijo empezó a pergeñarse una estrategia para evitar lo peor. 

Fue durante el comienzo del confinamiento general por la pandemia del covid-19, con el país pendiente de la emergencia sanitaria, cuando se eligió el momento para hacer público el comunicado del rey Felipe VI renunciando a la herencia de su padre. No lo hizo por altruismo, sino porque su olor a podrido era demasiado  evidente y llevaba a que la opinión pública siguiera desmarcándose aún más de la institución monárquica. Y es que las noticias que estaban llegando de Suiza y la acción de su justicia no eran buenas. La investigación de su padre por delitos fiscales y económicos era un salto cualitativo en el problema. 


Y mientras las malas noticias se iban sucediendo y la corte de aduladores del emérito salía en su defensa, tuvo lugar la fuga en el mes de agosto a los Emiratos Árabes. Un acto llevado a cabo con nocturnidad y alevosía, que marcó un nuevo punto culminante, porque, entre otras cosas, no dejó de ser el reconocimiento implícito de que algo se estaba ocultando. Por el propio Juan Carlos, por el rey Felipe y su entorno, y por los círculos del poder.


Entre la sucesión de escándalos, hace unos días salió uno sobre algo acaecido en 2002, con motivo de uno de los viajes internacionales del entonces rey y hoy emérito, cuando fue invitado a participar en una cacería de cabras salvajes por el presidente Kazajistán, Nursultán Nazarbéyev. Se cuenta que cuando se despedía del rey español, el presidente de la república centroasiática hizo el siguiente comentario a uno de sus allegados: "¡Míralo, es el rey de un país, pero no tiene nada...! Yo lo ayudo como puedo". La ayuda consistió en la suma de 5 millones de dólares (equivalentes a unos 4'2 millones de euros), sin contar los pormenores sustanciosos de la estancia y el regalo de una abrigo de piel de leopardo de las nieves. Quizás fuera calderilla en comparación con otras sumas bastante más elevadas de las que se tiene conocimiento, pero no deja de ser parte de ese sustancioso suma y sigue.


Desde hace unas semanas se viene diciendo que el emérito se siente solo y se aburre en tierra de moros. Se habla que se está planeando su desplazamiento a otras latitudes cálidas en lo climático y más fáciles de llevar, donde el cha-cha-cha caribeño, que tanto le gusta, le pueda levantar el ánimo que siente decaído. 

 

Y en ésas seguimos.