El pasado 4 de junio participé en un homenaje al escritor Mario Benedetti, recientemente fallecido. El acto se celebró en el bar "El caballo" de Vejer, donde se reúne regularmente un grupo de personas amantes de la literatura para recitar poemas o contar cuentos.
Benedetti para mí es un autor por el que siento una gran simpatía, si no devoción. Me gusta como novelista, autor de relatos, poeta y articulista. Lo descubrí a principios de los 80, gracias a mi compañero de estudios y amigo de entonces Alberto (Alberto Martín Expósito, que fue profesor en la Universidad de Salamanca y coordinador del evento "Salamanca 2002"), quien disponía de su obra Inventario, la cual adquirí de inmediato. También fui lector fiel de sus artículos en El País (que publicó después agrupados en el libro El desexilio y otras conjeturas). No faltó el hacerme con el disco en el que participó con Nacha Guevara y Alberto Favero basado en sus poemas y donde él mismo recitaba algunos de ellos. El propio Pablo Milanés incluyó el poema "Hombre que mira a su hijo" en el disco Acto de fe y por esos mismos años pude verlo y escucharlo en directo en Salamanca, dentro de la obra Sudacas, y en el que participaban también Rafael Amor y Daniel Viglietti como cantantes. La primera novela que leí de él fue la famosa La tregua, a la que le siguieron otros tantos libros suyos y más recientemente sus otros dos "inventarios" poéticos.
En fin, uno de mis escritores favoritos, del que en esos primeros años 80 puse música a varios de sus poemas. Es cierto que ya conocía las canciones de Alberto Favero y Pablo Milanés, pero las que yo compuse fueron anteriores al célebre disco de Joan Manuel Serrat El sur también existe, que salió al mercado cuando me vine a Andalucía, allá por el año 1986.
El primer poema que musiqué de Benedetti fue "Por qué cantamos", una canción por la que siento predilección tanto por su contenido como por cómo me quedó. Llegué a cantarla en varias ocasiones durante mi estancia en 1984 en Sofía, en los recitales internacionales que se organizaban en el entorno universitario de la capital búlgara. Le siguieron otros poemas, como "Los héroes", "Intimidad", "José Martí pregonero", "Te quiero", "Distancia"..., hasta un total de nueve. La última que compuse fue "Estados de ánimo" y de "Intimidad", una de las composiciones que más me gustan, descubrí años después una primera versión del poema, lo que me permitió completar la canción. Llegué a grabar en una cinta de caset todas la canciones, como solía hacer con otras que compuse por esos años (la mayoría con letras de poetas, como Hernández, Neruda, Alberti...) y algunas de otros cantantes. Incluso se me ocurrió la idea de enviar una copia al propio Benedetti para que pudiera escuchar sus poemas. No lo hice, en gran medida por vergüenza, pero lo pensé seriamente.
Y volviendo al homenaje que le dedicamos el pasado 4 de junio, la cosa surgió de una invitación de mi compañera de trabajo Montse para acudir a un recital sobre su poesía, a lo que le contesté con la posibilidad de que podía cantar algunas de las canciones que hiciera en mi juventud. Ni que decir tiene que aceptó y en poco tiempo seleccionamos los poemas y canciones, diseñamos la estructura del homenaje y llegamos a hacer tres ensayos, los dos últimos con su compañero Juanjo, que aportó el sonido de la flauta dulce. Finalmente fuimos cuatro intérpretes, pues Felisa, mi mujer, hizo voces con Montse y Juanjo en algunas canciones. El resultado fue bonito y el ambiente que vivimos, muy entrañable.
Quién iba a decir que un cuarto de siglo después, en mi medio siglo de vida, iba a ponerme a cantar en público lo que hice en mi juventud. Y hacerlo no en mi Salamanca natal, sino en Vejer. Curioso, es verdad, pero sobre todo emotivo.