sábado, 23 de noviembre de 2024

Palestina. Genocidio y resistencia, de Víctor de Currea-Lugo


Llevo años preocupándome 
 por la historia y la actualidad de Palestina. He leído muchos libros y artículos sobre ello, y en este cuaderno le he dedicado numerosas entradas. Por mencionar algunos de los libros, se encuentran, entre tantos otros, Al Nakba (El Desastre). El desalojo sionista de Palestina en 1948 (Madrid, Nación Árabe, 1998), con prólogo de Pedro Martínez Montávez; La limpieza étnica de Palestina (Barcelona, Crítica, 2008), de Ilan Pappé; El judío errado (Tafalla, Txalaparta, 2010), de Alberto Pradilla; Conversaciones sobre Palestina (Tafalla, Txalaparta, 2016), de Noam Chomsky e Ilan Pappé; Voces de Palestina. Una tierra con gente (Barcelona, Descontrol, 2020), de Sofía Caamaño y Sònia Bajona; y, ya en este verano,  Gaza ante la historia (Madrid, Akal, 2024), de Enzo Traverso.  

Ahora he acabado Palestina. Genocidio y resistencia (Tafalla, Txalaparta, 2024), cuyo autor es el colombiano Víctor de Currea-Lugo. Polifacético donde los haya, es médico, cooperante internacional, periodista, escritor, activista por los derechos humanos... En noviembre del año pasado publicó el libro Un llamado urgente por Palestina -Desde el derecho- (Colombia, Periferia Editorial, y al que se puede acceder a través del enlace), escrito en el fragor del inicio de la última ofensiva israelí contra Gaza y que antecede al que presento en esta ocasión. 

De entrada, puede decirse que estamos ante un libro más, entre tantos, de denuncia del genocidio que lleva décadas perpetrando el estado de Israel con el apoyo de EEUU y sus aliados, de invocación al cumplimiento del derecho internacional y los derechos humanos,  y de apoyo al pueblo palestino. En gran medida reincide sobre lo que ya sabemos y podemos ir viendo cada día, como una fuerza, llena de horror y de crueldad, que parece inexorable. Pero resulta necesario, porque ayuda a no alejarnos de lo ocurre, a mantener la conciencia, a no perder la perspectiva...

En el libro se dicen muchas cosas. Veamos algunas muestras:

"El conflicto entre Palestina e Israel no es milenario ni tampoco religioso (...). Es un conflicto mucho más actual (...). [En Israel] abogan por un Estado solo para judíos (...)  y tal propósito implica dos tareas: 'limpiar' un territorio e imponer un sistema para judíos y no para ciudadanos" (pp. 60-61).

"Algunas [abuelas refugiadas] conservan las llaves originales que usaban en su casas antes de 1948. La llave es el símbolo, 'mi llave es mi casa y llevo mi casa conmigo'. Otra de las abuelas me dice: 'Tenemos aquí toda Palestina, la comida, la ropa, el idioma, el baile; todo, excepto la tierra'. Les rompe el corazón ir hasta el límite el Líbano e Israel, ver desde lejos, más allá del muro fronterizo, a la Palestina histórica, sin poder pisarla y mucho menos cultivarla" (p. 73).

"la ocupación no es un asunto exclusivamente militar, sino principalmente una dinámica que va a acompañada de un régimen en el que los colonos son beneficiarios y actores directos" (p. 92).

"Hubo una tensión entre dos narrativas: si el conflicto empezó el 7 de octubre [de 2023] versus si el conflicto lleva por lo menos 76 años. Se ha impuesto la segunda opción, lo que explica una ruptura mundial de las nociones de ''antisionismo' y 'antisemitismo'. Además de de la recuperación del contexto, se impuso la recuperación del derecho, incluido el derecho de resistencia; disminuyó el mito de que Gaza es una Palestina y Cisjordania, otra; y se aplazaron -entre tofos los sectores palestino- los debates internos al punto de que se impuso un discurso de unidad" (pp. 102-103).

"Los palestinos perdieron hace mucho tiempo el temor; los he visto enfrentarse a pecho descubierto. Ellos no renuncian a su derecho de celebrar la libertad" (p. 109). 

"Esta resistencia armada ha sido considerada en la citada resolución [de la ONU, la 37/43, de 3 de diciembre de 1982] como válida en el específico caso de Palestina dentro del derecho de autodeterminación de su pueblo y afirmando que la actitud de Israel constituye una amenaza para la paz y la seguridad internacional" (p. 123).

"Hacer que los palestinos busquen en el cielo la ayuda que no le dan en tierra y que se disputen unas latas de comida no es solidario, es miserable (...). 
Israel lo permite con sorna, sabe lo que significa agregar a la humillación de la matanza y del hambre, la humillación de la ayuda" (p. 169).

"Hay 26 resoluciones solo del Consejo de Seguridad (entre 1967 y 2002) en relación con la aplicabilidad del IV Convenio de Ginebra en Palestina; en relación  con Jerusalén (entre 1948 y 1996), diecisiete resoluciones; y en relación con los asentamientos (entre 1968 y 1980), nueve resoluciones.
(...) una lista incompleta de las resoluciones violadas por Israel incluye especialmente las resoluciones: 181 de 1947 (Plan de Partición), 194 de 1948 (derecho de retorno de los refugiados palestinos), 242 de 1967 y 338 de 1973 (retiro de las tropas israelíes de los territorios ocupados durante las guerras de 1967 y 1973), 34/70 de 1979 (sobre el derecho de libre autodeterminación del pueblo palestino), 43/177 de 1988 (sobre la proclamación del Estado palestino acorde con la Resolución 181), y 476 de 1980 y 1322 de 2000 (sobre la aplicación del IV Convenio de Ginebra en el caso palestino y la ilegalidad de la adquisición de tierras por amenazas o uso de la fuerza) (p. 179).

"jurídicamente hablando, lo que hay en Palestina, además de una ocupación armada con grandes extensiones y graves consecuencias en las áreas económicas y sociales, es un régimen de apartheid" (p'. 194).

"En la demanda que presentó Sudáfrica contra Israel por genocidio, en la introducción del documento, sostiene: 'Los actos y omisiones de Israel [...] tienen carácter genocida porque tienen por objeto  causar la destrucción de una parte sustancial del grupo nacional, racial y étnico palestino'. Sudáfrica cita la Convención contra el Genocidio, que fue impulsada en la comunidad internacional por Israel pensando en los millones de muertos, muchos de ellos judíos, en la Segunda Guerra Mundial" (p. 203).

"estamos frente a un proceso de descubrimiento de la nueva Europa, más cercana a  su herencia colonial e imperial que a la de los derechos humanos" (p. 226).

"El papel de Estados Unidos es claro: por un lado, mantiene militar y económicamente a Israel y, por otro lado, gracias a su derecho de veto, evita cualquier decisión en las Naciones Unidas que siquiera cuestione el comportamiento de Israel" (p. 228).

"Israel no es ni acepta ser un estado democrático, ha defendido su carácter de Estado judío, confesional y supremacista, especialmente en los últimos años. Pero todo indica que tampoco aceptaría la creación de un Estado palestino, por pequeño que fuera. Su naturaleza expansionista y colonialista lo condiciona" (p. 252).

"Estamos ante un escenario apocalíptico: limpieza étnica, apartheid, genocidio y hambruna" (p. 259).

Y para acabar, dejo un poema del propio autor, titulado "Contiguo". Ya utilizado en otras publicaciones suyas, en el libro aparece en las primeras páginas:

Mientras un tren avanza
como un mamut oxidado
repleto de migrantes,
y un guacamayo pinta el cielo de Caracas.
Mientras el invierno se sacude las hojas del otoño
y se alista para vestirse de noche escandinava.
Mientras un hombre bebe solitario en un oasis
y una mujer lo espera fingiendo que descansa.
Mientras el llamado a la oración se le adelanta al alba
y los rostros miran a La Meca.
Mientras tú lees y yo escribo,
y tú imaginas el dolor que te imagino,
otro niño es asesinado en Palestina.