martes, 24 de julio de 2018

¿Acaso existen muchas diferencias entre Aznar y Rajoy?

Aznar y Rajoy. Aznarismo y marianismo. Ambos, en cada momento, calificados como "el mejor presidente de la democracia". Casado y Santamaría. El primero, vinculado a Aznar y el aznarismo. La segunda, a Rajoy y el marianismo. Me pregunto: ¿existen muchas diferencias en esas catalogaciones? Respondo: pocas o ninguna en lo sustancial. Veamos.

El primero, de entrada, contó con una coyuntura muy favorable: la del crecimiento económico en el mundo occidental. Por lo demás, fue el que "centró" al partido en lo político, dejando atrás en ese momento el tufo a franquismo que desprendía Fraga. No así se explica, ya en 1996, eso de pactar con los hoy enemigos (CiU, PNV...), hablar en catalán en privado, alcanzar un principio de acuerdo con ETA, respetar la ley del aborto, reivindicar a Azaña... Fue quien apretó más la tuerca del neoliberalismo que ya había iniciado González en los años ochenta. De ahí lo de Rato como el mejor ministro de Economía... con su mayor número de privatizaciones de empresas públicas, más recortes sociales, mayor grado de liberalización del suelo... Y fue también quien, pasados sus ímpetus iniciales, lanzó aquello de la idea de España frente a sus enemigos internos, que centró en ese momento en el País Vasco. Y todo esto estuvo Rajoy como ministro. 

Como lo estuvo en el segundo gobierno, ya con mayoría absoluta y esta vez como vicepresidente, donde Aznar se explayó a fondo en todo, incluida su pretensión de ser un gran estadista internacional a la sombra de Bush hijo. Quiso llegar tanto, que es estrelló en la más burda mentira tras el atentado del 11 de  marzo de 2004. Antes, por su parte, Rajoy había salido con lo de "los hilillos de plastilina", haciendo gala de su peculiar uso del lenguaje. 

Rajoy, ya como presidente del partido, pero derrotado electoralmente por Zapatero y el zapaterismo, no hizo nada diferente de lo ya marcado por su antecesor. Redobló los esfuerzos aún más desde la oposición: defendió la teoría de la conspiración en el atentado del 11-M, añadió a Catalunya entre los enemigos internos, combatió la ley nueva del aborto, el matrimonio igualitario, la asignatura de educación para la Ciudadanía o la moderada ley de memoria histórica, se opuso a los intentos de negociar con ETA... Eso no fue óbice para que desde algunos sectores del partido, con Aznar como referencia a través de su FAES, no se le perdonase que no fuera capaz de ganar a Zapatero, a la vez que desde la  extrema derecha mediática fuese tratado con el atributo de "maricomplejines". 

Pero llegado su momento en 2011, Rajoy aplicó un plan de contrarreformas sin precedentes. Bajo el dogma del neoliberalismo aceptó un rescate financiero de hecho, dio rienda suelta a las empresas para despedir, bajar los sueldos y precarizar el empleo, recortó el gasto público... Paralelamente intervino en la educación con una nueva y desastrosa ley, reformó la administración de justicia, endureció el código penal, implantó su ley mordaza, se rio lo que quiso de la aplicación de la ley de memoria histórica... Y, por supuesto, culminó su gran obra contra Catalunya, desde la que ha insuflado en el resto del territorio el  patrioterismo español que ya conocemos.

¿Muchas diferencias, pues?  Ir a lo superfluo, como los dimes y diretes, el carácter de cada uno o quién tiene el ego más grande, no ayuda entender lo fundamental. Al fin y al cabo se trata de la derecha españolista, de largo recorrido en el tiempo.