
Pese a la frase, claramente desafortunada y cargada de la dosis misógina correspondiente, su grupo político ha cerrado filas en torno a él. Primero lo hizo el propio alcalde, que ha rechazado su destitución. Y la última, la concejala, nada menos, de Mujer y Educación, que ha soltado la frase antes aludida "no soy ni machista ni feminista", y que, además de quitar hierro a lo ocurrido, considera que las palabras del concejal de Cultura no suponen una agresión machista.
Machismo y feminismo siguen siendo dos conceptos motivo, en determinados sectores, de relación antagónica. Se les sigue equiparando, en la medida que serían los dos extremos de un todo. Toda una declaración de ignorancia o, puede ser también, de mala fe. Ignorancia, porque no es cierto que tengan ninguna relación. Machismo es la forma más habitual y extendida de denominar lo que en realidad no es otra cosa que la manifestación ideológica del sistema patriarcal, esto es, el androcentrismo. Es la concreción de dominio de un género, el varón, para someter al otro, la mujer. Una concreción que se manifiesta en muchos aspectos y que es origen de tantas formas de violencia y, como el caso que nos ocupa, de comportamientos y el empleo de expresiones denigratorias hacia las mujeres.
El feminismo no es la antítesis del machismo. Lo sería el hembrismo, como manifestación del dominio de la mujer sobre el varón. Algo que puede ocurrir en situaciones concretas, siempre muy minoritarias, pero nunca como efecto de un sistema, porque no existe un sistema matriarcal ni, como consecuencia, un dominio de la mujer de sobre el varón.
El feminismo es una ideología, sí, pero también una movimiento, surgido principalmente en el siglo XIX y desarrollado a lo largo del XX que se planteó desde el primer momento un objetivo: la equiparación de derechos entre varones y mujeres. Algo que ha costado muchos sacrificios para conseguir conquistas en muchos países, al menos en cuanto a avances legislativos. Pero que sigue costando conseguirlo en muchos países, en muchas situaciones de la vida cotidiana y también en el avance en cuantos resortes normativos sean necesarios. Ser feminista no es exclusivo de las mujeres y menos de reducirlo a aquellas a las que se descalifica como histéricas y demás expresiones. El feminismo es algo que también corresponde a los varones.
Machismo, pues, no es la antítesis de feminismo. Porque el machismo es dominio patriarcal, con lo que supone de explotación, sumisión, violencia y denigración hacia las mujeres. El feminismo, por el contrario, es igualdad. Un anhelo humano que merece la pena mantenerlo para alcanzarlo en su plenitud.
(Imagen: mural de Panmela Castro)