domingo, 19 de octubre de 2014

Matanzas en México

Tlatlaya, mes de junio: 21 jóvenes masacrados a tiros por el ejército. Iguala, mes de septiembre: 5 jóvenes tiroteados, 1 desollado y 43 que han desaparecido, esta vez manos de la policía municipal y de un grupo paramilitar. El primer caso se ha hecho público, tres meses después, a raíz de lo ocurrido en el segundo. Del primero se ha dicho que se trataba de jóvenes con vinculación a bandas de delincuentes. Del segundo se sabe que son estudiantes de magisterio, que llevan tiempo desarrollando movilizaciones contra el gobierno por su decisión de suprimir las escuelas de magisterio rurales. Estamos ante unos horrorosos crímenes de estado. De los tantos que la sociedad mexicana lleva sufriendo desde décadas, en mayor medida en el medio rural. México, un país donde la violencia campa por sus respetos, aderezada por el protagonismo creciente de las redes mafiosas y la entrega al ejército de competencias para combatirlas. Una violencia que con frecuencia se caracteriza por el elevado grado de misoginia, hasta el punto de hablarse de feminicidio en algunas zonas del norte. Un país donde la corrupción tiene minada todas las esferas de la sociedad y en un grado elevado las distintas instancias de la administración. Un país controlado por una potentísima oligarquía y gobernado por una casta política que ha entregado el país al vecino del norte. México, el primer aliado político y económico de EEUU en la región. Uno de los tres países que componen el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN/NAFTA), que consagrado la liberalización en grado máximo de la economía, con la consiguiente degradación de lo que ya eran unas débiles políticas sociales, privatización de servicios públicos, salarios miserables... Un país cuyo aparato represivo violento e ineficaz sólo es una consecuencia de su naturaleza de clase.