
En los últimos días se están produciendo movimientos en partidos, grupos sociales, colectivos y hasta gente famosa, decantándose públicamente por Dilma o Aécio. Las potencias occidentales, el gran capital, la mayor parte de los medios de comunicación y amplios sectores de las clases medias lo tienen claro en su apuesta por el candidato conservador. A ello hay que unir los partidos menores de la derecha e incluso buena parte de las dirigencias de grupos autodenominados de izquierda o centro-izquierda -como el mismo PSB-. Tampoco han faltado figuras del mundo del fútbol, como Ronaldo, Romario o Neymar.
Rousseff sigue manteniendo un apoyo mucho más popular, sobre todo en los estados más pobres, situados en el norte y noroeste del país. Según parece, ha ido incluso ganando mayor peso entre los segmentos más jóvenes, lo cual podría ser la clave para dilucidar la presidencia. El mundo de la cultura parece que también se sigue decantando por la candidata del PT. Mayores problemas está teniendo con los partidos a su izquierda, varios de los cuales están llamando al voto nulo (PSTU, PCB, algunos sectores del PSOL...). No perdonan al PT la deriva neoliberal en los fundamentos de su política económica. Otros apoyan, en distinto grado, a Dilma, como es el caso de PCdoB o la mayoría del PSOL (una disidencia del PT).
Los últimos sondeos están dando cierta ventaja a Rousseff sobre Neves, algo que a inicio de la segunda vuelta no parecía tan claro. El candidato conservador había prometido mantener los logros sociales de años atrás y estaba recibiendo el apoyo de Marina Silva, pero esa promesa es algo que resulta poco creíble. La forma despectiva de tratar al electorado del PT -entre otras cosas lo ha tildado de ignorante- ha alertado a una parte de la población, que teme las consecuencias de un gobierno de la derecha pura.
En el seno de la izquierda hay una gran diversidad de posiciones en torno a estas elecciones. En muchos casos se resalta la moderación de los gobiernos presididos por el PT. Pero cada vez más se está advirtiendo de los riesgos de que Brasil pueda convertirse en la segunda Colombia del continente, lo que rompería el bloque de países progresistas y reforzaría la influencia de EEUU. Y es que en Brasil, guste o no, se está desarrollando una doble batalla cuyos resultados pueden ser decisivos de cara al futuro.