lunes, 15 de abril de 2013

Sembrar una nueva duda en Venezuela

Nicolás Maduro ha ganado las elecciones presidenciales de Venezuela. Por un margen estrecho, sí, pero suficiente: alrededor de 235.000 votos más que los obtenidos por Henrique Capriles, lo que supone un 1,6% más. La diferencia se ha reducido en relación a octubre, cuando Chávez obtuvo 1,6 millones de votos más, que suponían algo más del 10%. Es -conviene recordarlo- la victoria número 17 del bolivarianismo. Está claro que ha sido fuerte la apuesta por parte de la derecha venezolana y el entramado socio-económico nacional e internacional que la sustenta. Los recursos con los que ha contado han sido numerosos y eficaces. Dinero, medios de comunicación y asesoramiento. Sobre esto último hay detalles que no deben menospreciarse. Ya en diciembre, con Chávez como contrincante, Capriles prometió respetar los logros sociales los últimos años. Con Maduro de rival, ha moderado  sus alusiones a la figura de Chávez, ha prometido mantener las misiones educativas y sanitarias, ha ofertado la nacionalidad venezolana a los cubanos y cubanas que trabajan en los programas de sanidad... No ha faltado el juego sucio, incluidos sabotajes eléctricos. Ahora, tras la salida a la luz de los resultados, la reacción de la derecha ha sido no reconocerlos. Los procesos electorales venezolanos han sido impecables desde que ha estado Chávez. Algo reconocido por las numerosas personas, representantes de partidos y agencias que han estado presentes como observadoras y que las han supervisado. Para la fundación de Jimmy Carter y el propio expresidente de EEUU son las más transparentes del continente. Pero no importa, ahora toca sembrar una nueva duda.