martes, 17 de abril de 2012

Con la salud no debe jugarse

La periodista Ana Pastor ("Los desayunos" de TVE, 12 de abril) se mostró sorprendida por la advertencia que Gaspar Llamazares lanzó sobre los riesgos de los recortes en el gasto sanitario que el PP ha iniciado y que concretó en el aumento de la morbilidad y la mortalidad. Fue una entrevista incómoda, pues la periodista basó la mayor parte de sus preguntas en los planteamientos que desde el gobierno y los medios neoliberales se utilizan para desarrollar su política. Así se entiende que la periodista dijera y repitiera frases como que "el gasto en sanidad es brutal" o "no hay dinero". El diputado de IU, que es médico y es especialista en salud pública, se refirió a los estudios de la OMS, entre otros, para validar su aseveración. Por mi parte voy a intentar apoyar la opinión de Llamazares, haciendo uso de datos de distintas fuentes.

Según la OMS (1), en 2008 el % del PIB dedicado a la sanidad representó en España el 9%, similar al del Reino Unido (8,7%), por debajo de Francia (11,2%) y bastante más por debajo de EEUU, donde alcanzó el 15,2%. Esto, de entrada, nos tendría que llevar a pensar que el nivel de salud de la población de EEUU debería estar por encima de los países europeos. Sin embargo, no es así. Veámoslo a través de dos indicadores de gran importancia: la esperanza de vida y la mortalidad infantil (menores de 1 año). 

Siguiendo con los datos de la OMS, la esperanza de vida de EEUU en 2009 es de 76 años (media de los dos sexos). España, Francia y Reino Unido la tienen en 78 años y Alemania, en 80. Si nos atenemos a los datos que ofrece la CIA World Factbook (2) (sí, de la Agencia de Inteligencia Americana) de ese mismo año, hay algunas variaciones que resultan llamativas: EEUU está en 78,11 años; Reino Unido, 79,01; Alemania, en 79,26; Francia, en 80,98; y España, en 81,71 (puesto 5 de la clasificación mundial). En cuanto a la mortalidad infantil, los datos de la OMS de 2009 son los que siguen: en Alemania, España y Francia es de 3 por cada mil; en el Reino Unido, de 5; y en EEUU, de 7.

Como puede observarse, en todos los casos los datos son más favorables a los países europeos que a EEUU. No está de más comparar a este país con dos vecinos, pero de distinto signo y nivel económico cada uno: Canadá, capitalista y rico; y Cuba, socialista y pobre. El gasto en sanidad sobre el PIB representa en el primer caso el 9,8% y en el segundo, el 12%. La esperanza de vida del primero es de 81 años (OMS) u 81,23 (CIA), y la del segundo, de 78 (OMS) o 77,45 (CIA). Y en cuanto a la mortalidad infantil, en Canadá es de 5 por cada mil y en Cuba, de 3. Se vuelve a repetir lo mismo: EEUU está por debajo en dos de los indicadores, mientras está a la cabeza del gasto sanitario sobre el PIB. 

Un aspecto que no debemos dejar de pasar es la relación entre el gasto público y el privado. EEUU es el país donde el segundo, con el 52,2%, supera al primero, con el 47,8%. En el resto de países, con ciertas oscilaciones, el gasto público es claramente el mayor. De menor a mayor es el que sigue: Canadá, 69,5%; España, 69,7%; Alemania, 74,6%; Francia, 75,9%; Reino Unido, 82,6%; y Cuba, 95,5%. 

¿Qué está ocurriendo? Hay una cosa que no debe llevarnos a engaño: el mayor gasto sanitario sobre el PIB en sí mismo no tiene por qué conllevar un mayor nivel de salud. Siendo tan elevado en EEUU, los indicadores de esperanza de vida  y mortalidad están por debajo de los existentes en países de su mismo nivel de desarrollo. Cuba, un país pobre, tiene una tasa de mortalidad infantil más baja, mientras su esperanza de vida es similar. El mismo presidente Obama ya reconoció, cuando intentaba sacar adelante en el Congreso su proyecto de sanidad universal, que en su país había 45 millones de personas sin cobertura sanitaria. Un hecho cruel, teniendo en cuenta que su país es la primera potencia económica mundial.

El modelo estadounidense es altamente beneficioso para las grandes corporaciones dedicadas al negocio de la salud: seguros médicos e industria farmacéutica. Entre quienes pueden costearse pagar un seguro médico, una buena parte debe dedicar numerosos recursos de sus ingresos. No existe el principio de solidaridad que predomina en los países europeos, donde el gasto sanitario sale de los impuestos. Si tenemos en cuenta, además, la progresividad fiscal (variable según los países, es cierto), en los países europeos occidentales aportan más quienes tienen más, de la misma manera que quienes enferman menos ayudan a la asistencia de quienes lo hacen más.           

Los recortes en sanidad anunciados por el gobierno del PP se dirigen, de entrada, a degradar la atención en los servicios públicos. Es en estos servicios donde, además, son atendidas las rentas más bajas. Cualquier recorte afectará  al nivel de salud de la población en general y de quienes tienen menos recursos particularmente. El siguiente paso sería ir dejando en manos de las empresas privadas la gestión de la sanidad. En este caso sólo las rentas más altas podrían permitírselo. El modelo neoliberal estadounidense sigue siendo el horizonte para quienes nos gobiernan, para quienes pueden beneficiarse y, tristemente, para quienes se lo creen ingenuamente. 

Más que nunca hay que hacer caso del dicho que dice: "con la salud no se juega". 
  

(1) Organización Mundial de la Salud. Estadísticas sanitarias mundiales 2011, en http://www.who.int/whosis/whostat/ES_WHS2011_Full.pdf 
(2) Países por esperanza de vida 2009, datos obtenidos de CIA World Factbook, en