martes, 22 de julio de 2025

Una visita a las iglesias románicas del Valle de Boí

Vista de San Climent desde Santa María, en Taüll

He estado hace unos días en la Vall de Boí, situado en el corazón de los Pirineos ilerdenses. La visita tenía como objetivo principal conocer
in situ las iglesias románicas que se construyeron y decoraron entre los siglos XI y XIII. Y la experiencia me ha resultado más sorprendente de lo que había previsto inicialmente.

La UNESCO las declaró en el año 2000 en su mayor parte como Patrimonio Mundial, lo que permite entender la dimensión del valor cultural que encierran. Son las siguientes: Sant Climent y Santa María, en Taüll; Sant Joan, en Boí; Santa Eulalia, en Erill la Vall; Sant Feliu, en Barruera; la Nativitat y Sant Quirc, en Durro; Santa María, en Cardet; y l'Assumpció, en Coll. De ellas 9 son iglesias y en el caso de Sant Quirc de Durro, una ermita. Y añado una más: la ermita de Sant Quirc situada en la plana de Taüll.

Ermita de  Sant Quirc de Durro 

He podido visitar todas: en seis casos, por el exterior y por el interior; y en los cuatro restantes, sólo por el exterior, teniendo en cuenta que las dos ermitas están cerradas al público. Me han impactado, ante todo, las dos iglesias de Taüll: Sant Climent y Santa María. Y puedo puedo añadir, en otro grado, las de Sant Joan de Boí y Santa Eulalia de Erill la Vall.

El románico es un estilo propio de la Europa Occidental, que surgió en plena sociedad feudal, cuyas características, a grandes rasgos, son las siguientes: una economía eminentemente agraria; unas relaciones sociales establecidas en torno a la tierra, con la nobleza señorial poseedora y/o propietaria, y el campesinado pagador de rentas; la Iglesia como una institución feudal, al ser propietaria de tierras y receptora de rentas y el diezmo, además de ser un vehículo de ideologización; y un poder político de los monarcas que estaba debilitado en favor de la nobleza. 

Interior de  Santa María de Taüll 

Se fue desarrollando con una proyección universal, para lo que unificó tradiciones artísticas anteriores: el clasicismo romano (arcos de medio punto, bóvedas de cañón y de arista, columnas, simetría…), lo bizantino (bóvedas sobre pechinas, frontalismo, antinaturalismo y hieratismo iconográfico…), lo germánico (pilar cruciforme, transepto…) e incluso lo islámico (modillones de rollo, arcos polilobulados y de herradura…). Surgió en el contexto de una nueva espiritualidad, alejada de los temores apocalípticos habidos en torno a la llegada del año 1.000, lo que dio lugar a una expansión del fervor popular. De esto fueron muestra las peregrinaciones a lugares considerados sagrados, entre los que destacaron las orientadas a Jerusalén, Roma y Santiago.‏ Fue utilizado como medio de propaganda y educación religiosa, lo que explica el didactismo que se refleja a través de la pintura y la escultura.

La Nativitat de Durro 

Para las iglesias que nos ocupan, nos encontramos con algunas singularidades que tienen que ver mucho con el entorno en las que se construyeron: no sólo rural, sino también por el aislamiento, dada su lejanía de las principales zonas de asentamiento y las dificultades para su acceso. Por eso las torres de sus campanarios adquirieron unas formas propias en cuanto a la altura, al ser mayor de lo habitual, lo que favorecía la vigilancia y la comunicación. Esto último, porque permitía que los mensajes sonoros emitidos desde sus campanas llegaran con más facilidad a la gente.

Torre del campanario de Santa Eulalia, en Erill la Vall

Por otro lado, en la decoración exterior destacan dos elementos: los arquilllos ciegos, presentes principalmente en los ábsides y las torres de los campanarios, y en menor medida por las paredes laterales; y las bandas verticales, conocidas como bandas lombardas, que, a modo de pseudopilastras, ocupan los ábsides de algunas iglesias. 
 
Bandas lombardas en Santa María de Cardet y arquillos ciegos en l'Assumpció de Coll

Teniendo en cuenta todos esos rasgos, la arquitectura de la Vall de Boícomo ocurre en otras partes de los Pirineos, son incluidas dentro de una variante del románico conocida como lombarda, con origen en los territorios septentrionales de la Península Itálica. El influjo de ésta llegó a través de la Aquitania francesa, arraigando en las aldeas de la Vall de Boí de una manera propia.

Siguiendo con la arquitectura, todos los templos son de planta basilical. La mayoría, de una sola nave: las iglesias de Barruera, Cardet, Coll, Duro y Erill la Vall, y las ermitas de Durro y Taüll. Y con tres naves: las iglesias de Boí y Taüll. También la mayoría tiene una techumbre de madera, conservando la bóveda de cañón Sant Feliu de Barruera, Santa María de Cardet y la Nativitat de Durro. 

Bóveda de cañón en Sant Feliu de Barruera

Sólo en Santa Eulalia de Erill la Vall se conserva el pórtico lateral con arcos de medio punto. Y en el caso de Santa María de Cardet resulta llamativa la existencia de una cripta en el ábside, aprovechando el desnivel del terreno, lo que hace que por el exterior ese cuerpo del templo adquiera una gran altura. 


Pórtico lateral en Santa Eulalia de Erill la Vall y cripta en Santa María de Cardet

Hay un abocinamiento sencillo en las portadas de l'Assumpció de Coll y la Nativitat de Durro, donde pueden verse arquivoltas, pero sin tímpano. Las dos, con capiteles, que en el caso de la primera están muy bien trabajados y son de gran belleza.

Capiteles en el pórtico de l'Assumpció de Coll

Existe otro rasgo singular, que tiene que ver con el empleo de la decoración pictórica. En general está insertada dentro de los cánones del románico: de un lado, integrada en la arquitectura, con una finalidad didáctica y un claro antinaturalismo; y de otro, realizada mediante la técnica al fresco, con dibujos de trazos gruesos, con colores puros y planos, y con una composición yuxtapuesta. 

Frescos en Santa Joan de Boí

Lo llamativo de la Vall del Boí, empero, quizás tenga que ver con lo que conocemos de algunas de esas imágenes: primero, por su calidad; y también, por su profusión en ábsides, arcos, paredes laterales e incluso, en algún caso, pórticos. Por eso me atrevo a decir que adquirieron una gran intensidad iconográfica de cara a su contemplación por la feligresía. Es algo que podemos percibir en los pocos restos originales que quedan y, ante todo, en las restauraciones y reproducciones que se han ido haciendo en las últimas décadas. 

No puedo dejar de mencionar una obra: el grupo escultórico "El Descendimiento" de Santa Eulalia de Erill la Vall, formado por siete figuras hechas en madera. Muy deterioradas cuando fueron descubiertas en 1907 por Josep Puig i Cadafalch y su equipo, los originales se encuentran repartidos entre  los museos Nacional d'Art de Catalunya y el Episcopal de Vic. Sus rasgos se inscriben en los rasgos formales e iconográficos del románico e incluso se ha llegado a mantener que formó parte de una escuela de artistas que trabajaban en la zona. En la actualidad puede contemplarse en la iglesia una reproducción de las figuras, tal como se encontraron, y se han situado sobre una viga en el arranque del ábside. 

"El Descendimiento" de Santa Eulalia de Erill la Vall

Cuando a principios del siglo XX se descubrieron estas obras por parte de los expertos del mundo del arte, con Josep Puig i Cadafalch como pionero, resultó impactante el estado ruinoso de muchas de las edificaciones y el deterioro, si no desaparición, de prácticamente todos los frescos. Algunas de estas manifestaciones se encuentran ahora en el Museu Nacional d'Art de Catalunya, en Barcelona, por lo que in situ lo que hacemos es contemplar reproducciones, como es el caso, por ejemplo, de los ábsides de las dos iglesias de Taüll, con el "Pantocrátor" de Sant Climent o la "Virgen con el Niño" de Santa María.

En las décadas siguientes se ha ido llevando a cabo un trabajo arduo y minucioso de estudio y recuperación, que en la actualidad permite poder hacernos, de una forma cada vez más aproximada, la idea de lo que allí hubo hace siglos. 

  
"Pantocrátor" de Sant Climent y "Virgen con el Niño" de Santa María, en Taüll

Contemplar las imágenes hieráticas del "Pantocrátor" o de la "Virgen con el Niño" nos transporta a otro tiempo para comprender el impacto que debían tener en las gentes de esa época. Tanto la gravedad que desprende la mirada del primero y su advertencia para hacer cumplir los preceptos religiosos ante la llegada de la muerte. Como la frialdad de una madre y un hijo, que con su disposición anuncian la naturaleza divina del segundo, todavía lejos de la amabilidad que empezaron a adquirir en las representaciones a partir del siglo XIII.

Y hasta representaciones virtuales con el empleo de las nuevas tecnologías nos ayuda a entenderlo, como se puede ver, y hasta disfrutar, en proyecciones como las llevadas a cabo en Sant Climent de Taüll.

Representación virtual de los frescos del ábside de Sant Climent de Taüll


Taüll: iglesia de Sant Climent 




Taüll: iglesia de Santa María




Taüll: ermita de Sant Quirc



Boí: iglesia de Sant Joan




Erill la Vall: iglesia de Santa Eulalia




Barruera: iglesia de Sant Feliu




Durro: iglesia de la Nativitat 




Durro: ermita de Sant Quirc



Cardet: iglesia de Santa María





Coll: iglesia de l'Assumpció