viernes, 4 de julio de 2025

Poemas del gazatí Nasser Rabah


(Ahora que terminó la guerra)

Ahora que terminó la guerra,
el cuerpo que perdí,
mi cabeza, mis dedos, mis brazos,
vuelve a estar disponible,
como si acabara de regresar a su lugar.

Ahora que terminó la guerra,
pongo mis manos sobre mi cabeza y corro,
no hay sol ni lluvia, no hay prisa.
Me acostumbré a proteger mi cabeza.

Ahora que terminó la guerra,
miro al cielo,
y extraño los pájaros y nubes.
Nada de aviones.

Ahora que terminó la guerra,
me hago de mucho, mucho pan,
un pan para cada amigo.
Y voy al cementerio.

Ahora que terminó la guerra,
la escoba barre polvo, trozos de vidrio,
tornillos de puertas rotas.
Barre las piedras derrumbadas de las paredes,
fragmentos de tazas de té doradas,
el marco de fotos familiares.
Juguetes para niños, platos playos,
lo acumulo todo aquí en mi corazón.

Ahora que terminó la guerra,
mi madre viene a disculparse,
dice: ya no hay lugar para recibirlos.
El cementerio se llenó, por fin.

Ahora que terminó la guerra,
pienso en dormir.
Mis amigos viajeros
regresan todos
para pasar la noche juntos.
En soledad, bebo té.

Ahora que terminó la guerra,
apago el teléfono y duermo.
Otra guerra comienza en pesadillas.


(Cómo pudieron)

¡Cómo pudieron vivir sin electricidad! ¡Cómo soportaron los tanques pasando sobre sus cuerpos, los bombardeos desde aviones y el derrumbe de edificios sobre sus cabezas! ¡Cómo pudieron atravesar la guerra, la sed, el hambre y la muerte! ¿Cómo soportaron el desplazamiento y la estancia en tiendas de campaña, el invierno y el verano? ¿Cómo cocinaron todo con leña, e incluso hicieron dulces y pasteles para que los niños aprendieran a venderlos, no a comérselos? ¿Un par de zapatos y un sólo vestido? ¿Cómo caminaron por calles cuya tierra estaba embarrada con aguas residuales y no les daba asco! ¡Cómo iban en carros tirados por burros y no se quejaban, cómo los conductores mezclaban diésel con aceite para ahorrar combustible! ¡Cómo fue que regresaron a sus hogares destruidos, los rodearon de nailon y vivieron en ellos! ¡Cómo enterraron a los niños, dieron a luz a niños y continuaron con sus vidas! ¡Cómo no fueron derrotados! ¡Cómo no se rompieron! ¡Cómo entonces agradecieron a Dios por el desastre!


(El cazador)

El cazador no encontró pájaros,
así que disparó a las naranjas,
a las ramas,
y al árbol mismo.


(El signo de la victoria perdió un dedo)

A Amjad Arar Al-Atawneh

La tristeza es barata
La muerte es un burro cansado que transporta ciudades y calles.
El hospital está lleno de llamadas de personas ahogadas.
El mercado está repleto de productos obsoletos.
Y mi corazón ofrece a la venta mis gemidos.

¿Quién me podrá escuchar la historia de Amjad?
¿Quién me dará un corazón y un minuto de silencio?

Con el conductor intentamos fotografiar los gemidos del bolsillo 
                                                            / de la camisa de Sial,
quienes se dieron a perseguir las partes del cuerpo esparcidas 
                                                                 / por la ventana:
esta es la pierna de Hamada, estos son los sueños de Souad.
Intenté con los vendedores y me dijeron:
sólo somos vendedores,
intercambiamos las penas de la gente con papeles falsos 
 
                                                / e historias venenosas, 
                           / y el mercado está lleno hasta el tope 
               / de pájaros sacrificados que caminan como tú.

Volví con mi vecino, que tenía un hermano que trabajaba en la televisión 
                                                              /y un sobrino de su única hija.
Murieron en un noticiero.
Me dio vergüenza y no pregunté.

Fui a casa de Samir, el panadero,
y encontré a los vecinos sirviendo café en un funeral:
Samir, el hijo del panadero, murió de desnutrición aguda.

Corrí a lo de Mazen, el profesor de historia, y le dije:
“Bueno, estás vivo”, y le pregunté: ¿Alguno de ustedes ha muerto?
Me respondió: “No, pero a Hoda le amputaron las piernas,
Nahil necesita tratamiento en el extranjero
y Mahmoud también lleva meses desaparecido”.

Me preguntó: ¿Qué te pasa?
Le respondí que no tenía nada, ni historia ni geografía.

¿Quién me podrá escuchar la historia de Amjad?
¿Quién me dará un corazón y un minuto de silencio?
A quien me escucha le digo: era mi amigo.
Frente al espejo te vi riendo, te dije:
Oh Amjad, ¿quién de nosotros estaba más cerca del otro?
Corrías de casa en casa, repartiendo dátiles de amor.
Y viertes de nuevo tus lágrimas en mi palma.

-¿Qué te pasa?
-Nada, sólo estoy cansado.

Por todas partes, detrás de ti,
se elevan tus palmeras,
extendiendo sus brazos a Dios
y agradeciendo a tu corazón, mientras tú, oh Amjad,
tan sólo te glorificas a ti mismo.

Éramos como un signo de la victoria elevado ante el cansancio.
Y ahora un dedo se perdió.
Desde hace diez años no conozco a nadie más que a ti,
tú no conoces a nadie más que a mí.
Hace diez años que no te pregunto: ¿Qué es esa cicatriz en tu frente?
Y tú no me preguntas: ¿Qué es esta herida tan fea en el cuello?
Nos basta con no preguntar, Amjad, y hacer la vista gorda.
Todas las heridas insignificantes de la vida las pasamos 
                                        / por alto sin decir palabra.
Nos basta con caminar juntos, no basta con caminar.
Ningún policía nos sigue, ni nosotros seguimos al policía del miedo.

La tristeza es barata
La muerte es un burro cansado que carga úteros amputados.
El hospital está lleno de llamadas de personas ahogadas.
El mercado está repleto de productos obsoletos.
Y mi corazón ofrece a la venta mis gemidos.


(En el hospital)

En el hospital, los cardiólogos te vieron
y apuntando con el dedo dijeron:
“Testificamos, esto es un río”.
En el hospital los médicos dijeron:
“¡Mierda, ¿cómo muere el agua herida?!
Y señalaron a Alá.


(En el pasado, los poetas)

En el pasado los poetas tenían un sexto dedo en cada mano, para que la mano pudiera soportar el dolor de escribir. Tenían tres sentidos adicionales: leer lo invisible, comprender el lenguaje de las abejas y los árboles y curar a los amantes. No tenían nada en lugar del corazón, para poder pasar por el dolor de la vida hasta el final sin una muerte prematura.


(Hace un año que no escucho una canción)

Hace un año que no escucho una canción en la calle,
casi nadie baila en una boda,
el autobús escolar ni entra ni sale
y nadie compra una rosa para nadie.

Desde hace un año repartimos la asquerosa torta de la guerra,
sin olvidarnos de un niño, de un jardín, de un libro, de un deseo.
Durante el día entrenamos nuestros ojos para que naden en sangre,
para que no se mojen, y cometan un error
al contar nuestros miembros perdidos,
lo practicamos por la noche para iluminar el dolor,
y encender un fuego en la leña que espera.

Hace un año que no pasa nada.
y nada dejó de pasar.
Ven y abre tus ojos hasta el fin, oh muerte:

Somos la eterna víctima imposible,
que llora en silencio, sí,
y grita hasta rasgar las vestiduras del cielo.

Somos la herida que se abrió en el minarete,
cuya sangre dejó en el camino al Gólgota,
que a diferencia de todas las víctimas,
no ve al asesino de sus hijos.

No lo ves en las lágrimas,
no lo ves en el poema,
no lo ves:
no lo ves:
Nadie puede ver la peste.


Patria fuera de servicio

El gimnasio está fuera de servicio
¿A quién le importa?
No tengo tiempo para cuidar mi cuerpo
frente a espejos hechos añicos;
¡Para qué! No hay cafés para lucirse un jueves, ni balcones
para una tarde de domingo.
La luz se va todas las tardes.
Las bibliotecas se buscan a sí mismas entre las cenizas.
No importa…
Ningún libro conmueve mi corazón tras el libro de los tanques.
La vida y yo;
un ciego de rodillas entrega un anillo de luz a una ciega.
Lo que queda es la imaginación,
un músculo incansable.
La imaginación es el café de los extraños,
los espejos del inconsciente,
las bibliotecas de los cautivos.
La imaginación es lo que nos queda
para hacer una patria de la nada.


(Sueños I)

Aquellos que vi en mi sueño, no los vi en la calle.
Aquellos que vi en la calle, no los vi en mi sueño.
En soledad cruzo ambas orillas,
repartiendo mi corazón y mis recuerdos.


(Sueños II)

Te soñé como una flor en mi mano,
esperé toda la mañana…
Nadie golpeó a la puerta
y no sonó el teléfono.
Hasta que llegó la tarde y cerré la ventana.
Desconsolado,
Sólo me contuvo el poema…


(Una por una)

Una por una
las sillas abandonan el café,
y una bandada de nuestros niños atraviesa el cielo,
despacito el tiempo se sacude su manto de risa,
su risa que fue perdiendo los dientes uno a uno,
y ya no le importa.


Origen de los poemas: Comunizar (https://comunizar.com.ar/nasser-rabah-lee-su-poema-nadie-quiere-ver/); Kaos en la Red (https://kaosenlared.net/un-insobornable-poeta-gazati/); Op. cit. Revista de poesía (https://opcitpoesia.com/nasser-rabah-un-sexto-dedo-en-cada-mano-antologia-ebook-versiones-david-wapner/); Poesía para llevar (https://poesiaparallevar.catedu.es/n-o-6e-suenos-ii-de-nasser-rabah/).