Eso obligó a que los otros dos capos de la trama, Pablo Crespo y Álvaro Pérez, tuvieran que cambiar de estrategia defensiva. E incluso a que por ello el juicio se suspendiera por dos días. De esa manera, de estar calladitos y sentirse, como Correa al principio, víctimas de una conjura, han pasado a cantar... hasta la Traviata, como se ha dicho en muchos medios. En efecto, Crespo señaló directamente ayer por la mañana a Ricardo Costa, antaño secretario general del PP valenciano. Y Álvarez, ya por la tarde, lo hizo con Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana hasta 2011, y Juan Cotino, uno de sus vicepresidentes. De paso exculpó a Costa, de quien dijo que era un mandado de Camps.
Toda una cadena de señalamientos, donde cada acusado se va desentendiendo de la responsabilidad principal, pero que tiene un final curioso: si en la cúspide se encontraría Camps, quedaría exonerado judicialmente, pues no está imputado en la causa y, en última instancia, vería prescritos sus delitos. Magistral.
Por eso me refiero en el titular a lo de cachondeo. Porque los juicios con este tipo de gente suelen acabar convirtiéndose en pantomimas. Gente poderosa, con enormes tentáculos en diferentes ámbitos políticos, económicos y hasta judiciales. Que dispone, porque así las han creado, de leyes hechas a su medida. Que no le faltan equipos jurídicos que se las saben todas. Que no tiene vergüenza en decir una cosa y la contraria, o en mentir con descaro. Y que al final acaba, si no saliendo casi siempre de rositas, al menos minimizando al máximo sus daños. Y por supuesto, con sus patrimonios obtenidos ilegalmente a costa de los erarios públicos, indemnes total o parcialmente.
Este es el PP nuestro de cada día, como en Catalunya lo ha sido también la CiU suya de cada día. Estructuras de corrupción dedicadas a obtener fondos para financiar sus partidos respectivos (en burocracia, campañas electorales, sobresueldos a dirigentes, clientela...) y de permitir que se hayan enriquecido personas mediante fórmulas a cuál más inverosímil. Estructuras vinculadas al mundo de las empresas, sobre todo grandes, beneficiarias de numerosas y cuantiosas concesiones provenientes de las administraciones públicas.