viernes, 6 de diciembre de 2013

Nos ha dejado Nelson Mandela

Sí, ha muerto el compañero Mandela. Madiba lo llamaban. Me he enterado en la tierra de la esperanza -qué casualidad-, el Alentejo portugués. Mandela, el símbolo de la resistencia contra la resistencia del apartheid. La persona que puso rostro a la lucha de la mayoría de color y un puñado de gente de otros colores frente al poder de una minoría que, sintiéndose superior, creó un sistema de dominio de clase y segregación racial. Fue el primer presidente de Sudáfrica con una piel oscura. Lo hizo en 1994, cuatro años después de salir de las cárcel tras un cautiverio de 27 años. Allí sufrió lo indecible, como lo hizo su pueblo. Era un temible terrorista para el sistema y para la gente que lo sustentaba. Fue su enemigo público número uno. Pese a ello su imagen ha acabado siendo la expresión de que lo que parecía imposible al fin se hizo realidad. De acuerdo, no como se hubiera deseado. Pero -imaginémoslo- ¿hubiéramos preferido una Sudáfrica con rostros pálidos? ¿La misma que condenaba de por vida a quienes habían nacido con la sombra en el rostro? ¿La misma que actuó sin rubor en los países limítrofes para servir a sus amos?