sábado, 21 de mayo de 2011

¿Se trata de una rebelión social?

Aumenta el número de personas que se están sumando a las protestas. Madrid es ahora el centro de gravedad de un movimiento que está irradiándose a muchas más ciudades, incluso de Europa y otras partes del mundo. Su lema principal alude a una democracia real, pero va acompañado de numerosas propuestas críticas contra el poder financiero, la corrupción, la explotación, la especulación con las viviendas...

Desde los círculos conservadores se mira el movimiento entre el recelo y, en mayor medida, la oposición. Tienen miedo que pueda ocurrir como hace siete años, cuando lo que parecía una victoria segura del PP acabó siendo otra no prevista del PSOE. Las situaciones, no obstante, son distintas. La previsible victoria del PP entonces se basaba en el retraimiento de parte del electorado de izquierdas, que inicialmente tenía pensado abstenerse, como lo hizo en 2000. Los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004 y, sobre todo, la manipulación mediática que orquestó el gobierno hicieron saltar las alarmas de mucha gente, que no dudó en votar como fuera al PSOE con tal que no siguiera gobernando el PP. La mayoría provenía de la abstención, pero IU también pagó los platos rotos con el cambio de voto a última hora de una parte de su electorado. Como había que parar a la derecha, el llamado voto útil fue más decisivo que nunca. Fue algo que nunca perdonó el PP, porque acabó perdiendo lo que ya acariciaban sus labios. La inercia permitió que en 2008 volviera a ganar el PSOE, aunque esta vez hubiera gente que ilustrara su voto con lo de hacerlo con las narices tapadas.

¿Quiénes están acudiendo a las movilizaciones? Siendo Madrid el lugar donde está adquiriendo mayor dimensión, habría que centrarse más en ese caso. Las opiniones que está dando buena parte de “los expertos”, sobre todo de mundo académico, varían, pero fuera de redundar en su pluralidad y en el descontento social existente por la forma como se está gestionando la crisis, por determinados vicios del funcionamiento del sistema político o por la necesidad de una readecuación de aspectos de este ya caducos, no se ha hablado del contenido real y el alcance de lo que puede ser el magma que subyace y que, si aflora, puede trastocar en mayor o menor medidas las cosas.

Me atrevo a interpretar ese movimiento como el inicio de una posible rebelión con un gran protagonismo, que no exclusivo, de los sectores sociales intermedios de la sociedad y de quienes aspiran a integrarse en ellos. Son víctimas de la inseguridad y la precariedad económicas con las que están viviendo el presente y la incertidumbre que atisban sobre el futuro. No debemos olvidar, como ha apuntado Vicenç Navarro (2009), que nuestro país se encuentra entre los países de la Unión Europa con un estado de bienestar más débil, lo que supone menores niveles de gasto público social, así como menores niveles de presión fiscal. La herencia negativa del franquismo fue insuficientemente corregida durante los años ochenta, para seguir un frenazo, cuando no regresión en relación a la media europea, durante el último gobierno del Felipe González y los dos de José Mª Aznar. La etapa de José Luis Rodríguez Zapatero no supuso una inversión de la tendencia y menos desde que en 2010 inició la aplicación de medidas regresivas sobre salarios, funcionariado, pensiones o derechos laborales.    

En la visita reciente que Saskia Sassen (2011) ha hecho a nuestro país ha señalado que en Estados Unidos “los hijos de la clase media van a tener menos ingresos que sus padres, menos nivel de educación y menos oportunidades de tener una vivienda en propiedad”. No es una afirmación novedosa, pero resulta clarificadora. Es algo que se viene observando desde hace unas dos décadas. Los estratos sociales intermedios representan aproximadamente las dos terceras parte de la población en los países desarrollados, pero en  su seno se está dando una permanente recomposición que genera fricciones y malestar en la competencia por mantener o alcanzar determinado nivel de status. Algo que aumenta más en situaciones de crisis y más como la que estamos viviendo, que se prevé dura y larga. Tradicionalmente las clases medias se han caracterizado por su habilidad para poder transmitir su status hacia sus descendientes, lo fueran de las viejas clases medias, basadas más en su capital patrimonial, o de las nuevas clases medias, basadas en el capital cultural. Pero, como apuntó ya hace seis años José Félix Tezanos (2005: 302-303), antes de que se iniciara la crisis, “cada vez hay menos garantías” para esa transmisión, de manera que las perspectivas para la gente más joven es “una movilidad social intergeneracional descendente”. Sin entrar en otro tipo de consideraciones acerca de la conformación de un nuevo sujeto político (Hardt y Negri, 2002 y 2004; Virno, 2003) o el futuro de las clases medias (Gaggi y Narduzzi, 2006), nos encontramos en un profundo proceso de recomposición de la sociedad, sobre la que conviene no perder sus claves de conformación y funcionamiento.

Se sabe que la formación académica de la gente joven en España va en aumento. Hay más jóvenes con estudios, incluidos los superiores, y cada cual dispone de una mayor y mejor capacitación, expresada en carreras universitarias, títulos de postgrado, cursos de especialización, conocimiento de idiomas… Siendo una generación mejor preparada, su realidad presente está llena de precariedad y paro, mientras el futuro no se presenta mejor, a la vez que las recetas económicas que se están aplicando lo que hacen es ahondar negativamente en su situación. He defendido en otras ocasiones que la ampliación de la edad de jubilación tiene como objetivo presente abaratar la mano de obra, sobre todo la de la gente joven, a la vez que abaratar los gastos derivados de las pensiones y las atenciones  sociales a la gente mayor. Se trata, pues, de crear un modelo social donde se esté la mayor parte de la vida preparándose, compitiendo por el empleo, trabajando duro por mantenerlo y jubilándose cuando te quede poco tiempo de vida saludable. Para mí no es casual que, siendo en 2003 la esperanza de vida saludable en España de unos 67 años para los varones y 70 para las mujeres, se haya retrasado a los 67 la edad de jubilación. En otras palabras, estar casi toda la vida o formándote o trabajando, si no hasta que te mueras, lo suficiente para que los gastos del estado no sean onerosos.

¿Quién sale beneficiado de todo esto? Principalmente quienes se encuentran en la cúspide de la sociedad, que son quienes disponen de mayores niveles de patrimonio y renta, y quienes tienen el control de la toma de decisiones más importantes para el conjunto de la sociedad. Están incrustados en las grandes empresas, las instituciones económicas internacionales, y los gobiernos de los estados y entes supranacionales. Sus componentes son intercambiables, nadando continuamente en cada uno de esos ámbitos según las circunstancias. Resulta fácil ver a anteriores miembros de los gobiernos en los consejos de administración de las grandes empresas o en los órganos directivos de las instituciones internacionales. Sólo a modo de ejemplo en nuestro país, González,  Aznar y Pedro Solbes se encuentran ahora en la cabeza de grandes empresas de la energía; Javier Solana llegó a ser secretario general de la OTAN, antes de ser reciclado al frente de la política exterior de la UE; Rodrigo Rato dirigió el FMI y ahora está al frente de Caja Madrid…

Actúan, dependiendo de cada ámbito, con poca o ninguna responsabilidad y en la mayoría de las ocasiones no han salido de procesos electorales. Cuando éstos se dan, existen mecanismos que los condicionan, cuando no los prostituyen. Por ejemplo, en Estados Unidos las campañas electorales se financian desde las donaciones privadas, de manera que se elige a quienes tienen mayores apoyos económicos o, indirectamente, mediáticos, a la vez que sus posiciones en cualquier votación están condicionadas por ese hecho. Algo parecido ocurre en Europa y en España, aunque aquí la financiación pública permite una mayor autonomía.

En el caso de España no existe un control de las donaciones privadas, muchas veces ligadas a favores en la gestión de los recursos públicos. Hasta el propio reparto de recursos y espacios de publicidad en las campañas electorales es desigual, al supeditarse a los resultados anteriores. En cuanto a los mecanismos formales de elección, concretados en los sistemas electorales, en nuestro país existe una ley, basada en una heredada de la transición, mediante la cual existe una sobrerrepresentación de las provincias menos pobladas y que, no casualmente, son las más conservadoras. El bipartidismo de hecho resultante, obra de un ejercicio de ingeniería política hecho por los cerebros de la reforma de la fase final del franquismo, cada vez es más acusado. Excepto en Cataluña, el País Vasco y Navarra, donde se da una mayor competencia electoral, la representación en el Congreso la acaparan con un 92,3% el PP y el PSOE, que en número de votos suponen el 83,8%. Una parte del electorado ve cómo su voto no obtiene representación o, como en el caso de IU/IC-EUiA, vale menos que el de los dos partidos mayoritarios.

No es un secreto que  la gobernanza mundial está por encima de los gobiernos. Que éstos actúan con margen de autonomía muy limitado, siempre bajo las orientaciones, entre sutiles y descaradas, de las instituciones económicas internacionales del sistema (FMI, OMC…) y las presiones de las multinacionales. Cuando los gobiernos salen de sistemas formalmente democráticos, pero manipulados realmente cuando no prostituidos, resulta fácil que sean obedientes a los dictados que les imponen. Lo han hecho en Grecia, Irlanda y Portugal con los llamados rescates financieros, que sólo rescatan a los bancos y empresas que ha originado la crisis; o en España, donde las medidas del gobierno durante 2010 han supuesto un duro plan de ajuste económico. Siempre castigando a la población, y más en concreto a los sectores más vulnerables, entre los que está la gente en paro, que afecta más a jóvenes y mujeres. Faltan rebeliones sociales que rompan esa dinámica. En cierta medida la ha habido en Islandia con el rechazo por la ciudadanía en referéndum al pago de la deuda externa que han generado los bancos y adláteres, en contra de lo que quería el gobierno.

¿Lo que está ocurriendo en España es un síntoma de una rebelión social? Está por ver, porque necesita no sólo declaraciones de intenciones, sino también respuestas contundentes y con voluntad de continuidad. No existe ninguna novedad en lo que atañe a la permanente disputa contra quienes disponen del poder y la riqueza. La novedad proviene, según mi opinión, en que estamos traspasando la frontera de un nuevo paradigma de luchas sociales. Los anteriores, que no hay que menospreciarlos ni han sido inútiles, porque han aportado experiencias y la memoria de la necesidad de la unión solidaria para poder resistir y actuar, deben dar paso a nuevas formas de lucha. Éstas tienen que ir construyéndose, como todo lo que nace, desde la experiencia y la conciencia de que sirven para algo. Lo contrario sería la aceptación resignada del dominio de quienes quieren estar arriba para su propio beneficio. Y cuando esto ocurre, todo resulta más costoso, más cruel, más doloroso.   


Referencias bibliográficas 

GAGGI, Massimo y NARDUZZI, Edoardo (2006). El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste. Madrid, Lengua de Trapo. 
GARCÍA, Braulio (2011). “Saskia Sassen denuncia las distorsiones de la globalización económica”, en Público, 17 de mayo, www.publico.es. 
HARDT, Michael y NEGRI, Antonio (2002). Imperio. Barcelona, Paidós. 
HARDT, Michael y NEGRI, Antonio (2004). Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio. Barcelona, Debate. 
"La esperanza de vida libre de incapacidad: un indicador un indicador estructural", en www.msps.es/estadEstudios/estadisticas/docs/informeEVLI.pdf. 
Ministerio del Interior de España. “Consulta de resultados electorales”, en http://www.infoelectoral.mir.es/min/. 
NAVARRO, Vicenç (2009). El subdesarrollo social en España. Causas y consecuencias. Madrid, Diario Público. 
TEZANOS, José Félix (2005). La sociedad dividida. Estructura de clases y desigualdades en las sociedades tecnológicas. Madrid, Bibliotecas Nueva. 
TORRES, Juan (2011). “15-M: No hay democracia real sin democracia económica”, en Rebelión, 32 de mayo, www.rebelion.org. 
VIRNO, Paolo (2003). Gramática de multitud. Para un análisis de las formas de vida contemporáneas. Madrid, Traficantes de Sueños.