miércoles, 25 de mayo de 2011

El sastre que quería volar (de Brecht a Magri)

Hay una parábola de Bertolt Brecht, escrita en verso y que tituló “Ulm 1592”, acerca de un sastre de esa ciudad alemana que estaba obsesionado por querer volar. En cierta ocasión se presentó ante el obispo con una máquina y desde lo alto de la torre de la iglesia se lanzó para demostrárselo. Así nos lo cuenta Brecht:      

-¡Obispo, puedo volar!
-le dijo el sastre 
       /al obispo-.
¡Fíjate, voy a probar!
-Y con algo como alas
el sastre subió al lugar
más alto de la catedral.
Pero el obispo no quiso mirar-. 

-Como el hombre no es un ave,
eso es pura falsedad
-dijo el obispo del sastre-.
Nadie volará jamás. 

-El sastre ha muerto –la gente
al obispo fue a informar-.
Fue una locura. Sus alas
se tenían que desarmar.
Y ahora yace destrozado
sobre la plaza de la catedral. 

-¡Que repiquen las campanas!
Era pura falsedad.
¡Como el hombre no es un ave
-dijo el obispo a la gente-,
nunca el hombre volará! 

Se han hecho muchas lecturas sobre su significado, pero resulta evidente que, pese al fracaso del sastre, siglos después se pudo volar. En la literatura se ha tratado ese sueño tan antiguo y me vienen a la memoria dos libros que leído: Memorial del convento, de José Saramago, y La máquina de volar, de Azhar Abidi. No hace mucho Lucio Magri, veterano militante comunista italiano, escribió el libro El sastre de Ulm (El Viejo Topo, 2010) donde, a modo de memorias, hace una reflexión muy lúcida sobre el pasado, el presente y el futuro de la utopía comunista. Lejos de mitificarla, tampoco reniega de ella y la inserta dentro de las tradiciones sociales que buscan modelos de relaciones humanas basadas en la dignidad. 

(Imagen: prototipo volador ideado por Leonardo da Vinci)