domingo, 20 de septiembre de 2009

El pueblo saharaui (1)


Estoy echando una mano a mi hermano Juan Miguel en el escrito que ha hecho sobre su viaje de hace tres años a los poblados saharauis situados en Tindouf. Esto me ha servido para referirme en esta ocasión a este sufriente pueblo. Mis recuerdos del Sáhara Occidental datan de la niñez, cuando era formalmente una provincia española. Tengo en mi memoria las imágenes de televisión de los representantes saharauis en las Cortes, ataviados con sus vestidos anchos y turbantes, en el momento de la votación del príncipe Juan Carlos como heredero de Franco.
Años después (en 1974 quizás) llegó a mi casa un cartel, que se hizo famoso en su día, donde aparecía la fotografía de una mujer amamantando a su hijo y se podía leer POR UN SAHARA LIBRE. La fotografía la había hecho el artista Martín Prado, uno de los fundadores de la asociación de apoyo al pueblo saharaui. Tuve la suerte de conocerlo en Madrid en el verano de 1975, pues era amigo de África, la novia de mi hermano Seve. Recuerdo su sensibilidad al hablar y hasta la atención que me prestó, siendo yo un joven con apenas 17 años. El cartel lo colocamos en la puerta del despacho de casa, donde estudiaba con mi hermano Jose. Su presencia fue permanente durante muchos años, inspirando la reproducción que hice también por esos días y que, pese a su inocencia, sirve al menos para recordarlo. Mi conocimiento del pueblo saharaui se hizo en ese tiempo más intenso. Fue el momento de unos acontecimientos históricos decisivos para el futuro de la colonia española, empezando con la formación del Polisario en 1973 y culminando con la entrega vergonzosa del territorio por parte del gobierno español a Marruecos y Mauritania en noviembre de 1975. Por otra parte, África había vivido en El Aaiún durante bastante tiempo, dándome una buena cantidad de información y contándome alguna que otra anécdota. Mi militancia política, así mismo, me permitió completar bastante ese conocimiento, pues la Joven Guardia Roja y el Partido del Trabajo de España tenían en la solidaridad con ese pueblo una de sus prioridades internacionales.

Cuando estudiaba en la Universidad, un compañero nos contó sus vivencias de la mili en la frontera con Marruecos durante la Marcha Verde y las órdenes que tenían en caso de que la oleada de personas movilizadas por Hassan II traspasara dicha frontera. Algo que, como en otra ocasión contaré, no fue más que una puesta en escena cobarde e hipócrita, porque al poco las tropas españolas se retiraron.

Pasado bastante tiempo, estando ya aquí en Barbate, supe que mi sobrina Diana y mi sobrino Guillermo visitaron los poblados saharauis. Una vez más pude escuchar en sus voces detalles de su modo de vida, sus esperanzas, sus temores y, de nuevo, más anécdotas, que parece que nunca faltan en su familia.

En Barbate existe una asociación de solidaridad que desde hace años realiza diversas actividades, entre las que destacan la recogida de alimentos y la acogida durante el verano en familias de niños y niñas saharauis. Desde Izquierda Unida de Barbate, donde he militado hasta hace poco más de un año, no ha faltado la aportación de una buena cantidad de arroz y aceite, los alimentos que nos solicitaban periódicamente. El curso pasado llegué a tener como alumno a un joven saharaui, Fadel, que vive en el seno de una familia barbateña. De las muchas veces que he hablado con él, me ha manifestado en ocasiones su añoranza por la tierra que ha dejado temporalmente. Es un muchacho en el que se refleja la huella de su origen, teniendo que hacer un gran esfuerzo por adaptarse a un mundo muy distinto, incluidos los estudios que realiza para mejorar su formación. Es del Barça, cuyo escudo tenía dibujado en la portada de su cuaderno de trabajo, equipo del que continuamente me preguntaba cosas sobre su historia, sus jugadores o sus triunfos, siempre atento a mis palabras y gozoso por la temporada que hizo.

Como escribía al principio, ahora estoy con el escrito de mi hermano Juan Miguel acerca de su visita a los poblados de Tindouf. Dejaré para otra ocasión los comentarios que se merece.