viernes, 16 de agosto de 2024

Carlota O'Neill, romanzas en la Guerra Civil, una obra de teatro sobrecogedora


El Teatro Moderno de Chiclana sigue sorprendiéndonos en su programación cultural. Y el miércoles pasado lo hizo con la obra Carlota O'Neill, romanzas en la Guerra Civil. Representada por el grupo Sibila Teatro, la obra está dirigida por Ceres Machado, con guion suyo y de Salva Martos Cortés, si bien está basada en escritos de la  propia Carlota O'Neill.

Nacida en Madrid en 1905, creció en un ambiente familiar culto, cursando estudios universitarios y participando en la actividades del Lyceum Club, un foco cultural, progresista y feminista a la vez, que surgió a mediados de la década de los 20. Empezó a escribir con 20 años, primero mediante novelas, para luego pasar  a otros géneros, como el teatro o la poesía. Se casó con el militar Virgilio Leret, cuya fidelidad con la República lo llevó a la muerte en Melilla, precisamente  en el primer momento del golpe militar, que se había iniciado en esa misma ciudad africana. Ella, por su parte, fue recluida en la cárcel, donde permaneció hasta 1940, perdiendo la custodia de sus hijas, a las que consiguió recuperar en 1941. Se vio obligada a escribir bajo pseudónimo, tomando finalmente la decisión  de exiliarse en 1949, alternando su residencia entre Venezuela y México. Falleció en Caracas en 2000.

En la obra representada cobra especial relieve Romanza de las rejas, una obra que se publicó en 1977. Escrita en forma de prosa poética, expresa lo vivido, y sufrido, durante su estancia en el cárcel melillense. Uno de sus poemas reza así:

Entre este pórtico y la romanza de las rejas, hay un puente. Lo pisé en Melilla siendo una chamaca.
El primer año, solo quise morir; incrustarme en aquellas mismas piedras rezumantes de morbo. La muerte se hizo sorda.
El segundo año quise vivir, salir, abrazar, así, con fuerza, con todas mis fuerzas, con mi sangre, a mis dos pequeñas cachorrillas que seguían enronqueciendo llamándome.
El tercer año, después del consejo de guerra, fui condenada.
El cuarto año me adapté a la cárcel. Alguien me llevó libros. Recuperé mi herencia. Leí.
En el quinto año… ¿cómo fue? Sí. Un día sentí deseos de escribir. Había publicado dos novelas, de niña prodigio; artículos de prensa de Madrid y Barcelona. Era escritora, también por herencia. Lo iba  a ser, por necesidad. 

En la puesta en escena de la obra de teatro puede disfrutarse de una fusión entre la poesía, la música y la danza, desde las que podemos percibir la belleza que desprenden. Pero también, contradictoriamente, esa sensación sobrecogedora de la crueldad que se transmite a través de las vivencias sufridas por la protagonista y sus compañeras de infortunio.