sábado, 27 de abril de 2019

Ante el riesgo de que gane la derecha, hay que votar y hacerlo a la izquierda transformadora

Hay incertidumbre de cara a las elecciones generales de mañana, domingo. Después de lo ocurrido en diciembre en las elecciones andaluzas, en el electorado de izquierda se ha instalado el miedo a que gane el bloque de la derecha. Y es que la posibilidad de que Vox, la derecha más radicalizada y con tintes fascistas, aumente en votos y representación sobre las expectativas iniciales, supone un grave riesgo. 

Si los gobiernos del PP presididos por Mariano Rajoy han sido hasta ahora el culmen en la toma de medidas neoliberales, el recorte de derechos civiles y el deterioro de las relaciones con Catalunya, la presencia de Vox en un gobierno del bloque de la derecha, como sugirió ayer Pablo Casado, acarrearía una situación política sin precedentes. En España, por su supuesto, pero también en el conjunto de países de la Unión Europea. 

Vox, neoliberal en materia económica y social, tiene un discurso xenófobo, autoritario, heteropatriarcal, etc. muy próximo al de otros gobiernos europeos, como el húngaro, el italiano o el polaco. De partidos que están en la misma órbita ideológica en Francia, Finlandia, Países Bajos, Suecia, Noruega, etc. Y de presidentes de países americanos, como Donald Trump, en EEUU, o Jair Balsonaro, en Brasil.

La posibilidad de un triunfo de los partidos progresistas es real. La posibilidad de que Unidas Podemos consiga mejorar las previsiones iniciales también lo es. Puede hacerlo desde dos vías: de un lado, a costa del PSOE y como respuesta al riesgo de que éste pueda verse tentado a llegar a un acuerdo con Ciudadanos, como reclama el poder financiero; y de otro, por el incremento de la participación, sacando votos desde la abstención y en especial desde los sectores más jóvenes. La conjunción de las dos cosas conllevaría la formación de un gobierno progresista, capaz de revertir la trayectoria retrógrada iniciada hace una década (primero, con el último gobierno del PSOE en la etapa de Zapatero, y luego con los sucesivos gobiernos del PP).

El papel que podrían jugar los grupos nacionalistas periféricos sería de suma importancia. Siendo en general de carácter progresista, ayudarían a profundizar  en una senda con medidas económicas y sociales favorables para la mayoría de la población, medioambientales, de equidad en los géneros, etc. Pero también obligaría a un esfuerzo, sobre todo por parte del PSOE, para encontrar vías de diálogo, con vistas a mejorar las relaciones entre las partes y especialmente en el caso catalán.

Cada momento tiene su forma de salir del paso. Quien no entienda que en el momento actual corremos el peligro de dar marcha atrás hasta un extremo que no nos imaginábamos, contribuirá a que las fuerzas más retrógradas se hagan con el gobierno. Y eso no podemos permitirlo.