viernes, 13 de marzo de 2015

El nerviosismo de Pedro Morenés, grande de España

La llegada de este personaje -grande de España- en 2011 al ministerio de Defensa no fue una casualidad. Como tampoco lo fue que lo hicieran otros, como De Guindos, Montoro, Wert..., ligados en cada caso a algún interés concreto de sectores, grupos o instituciones económicas. En su caso, del mundo de la jugosa industria armamentística. Estos días ha salido al candelero por dos asuntos, a cuál más grave. Uno, llevado al Congreso por UPyD a través de la diputada Irene Lozano, está relacionado con la comandante Zaida Cantera, víctima cuando era capitana del acoso sexual de un superior, a lo que se añadió luego el acoso laboral del mismo militar y la pasividad cómplice de quienes le protegieron. Un escándalo (al que ya me referí en otro momento: "Violencia de género contra una oficial del ejército") en el que el ministro no ha sabido actuar debidamente, amparando de hecho el corporativismo tan extendido en la institución militar, que además está poniendo en evidencia su naturaleza, en muchos aspectos lejos de ser democrática y donde la ideología androcéntrica sigue muy presente. En el otro asunto, que ha pasado más desapercibido, Morenés tiene una mayor responsabilidad y tiene que ver con la relación que existe entre las empresas de las que ha sido alto cargo y el propio ministerio de Defensa. Según se desprende de la respuesta parlamentaria dada a una pregunta del diputado de Amaiur Jon Iñarritu (ver Público), siendo ya ministro ha llegado a firmar con dichas empresas 32 contratos, a los que hay que añadir un total de 140 hasta 2011, en que ejerció durante 14 años como consejero o representante de algunas de ellas. Las formas utilizadas por el ministro estos días han reflejado a una persona nerviosa. Él sabrá por qué.