martes, 28 de febrero de 2012

Un periódico (en papel) menos

El domingo ya no salió a la calle la edición en papel del diario Público. Se mantiene, no obstante, la edición digital. Curiosidades de la vida, ha ocurrido casi un año después que otro periódico, La voz de la calle, apenas pudiera salir excepto la edición digital en pruebas que funcionó durante unas semanas. Se trata en los dos casos de periódicos que se pueden situar dentro del campo de la izquierda. La voz de la calle fue auspiciado por Teodulfo Lagunero, que estuvo muy vinculado desde muchos años atrás al PCE, en especial cuando lo dirigía Santiago Carrillo. En su intento consiguió que su consejo editorial lo formase gente relevante del mundo de la cultura (Carlos Berzosa, Pilar del Río, Carlos Taibo, Manuela Carmena, Federico Mayor Zaragoza...). Pero le salió mal, porque, ante todo, le faltó dinero.

Algo parecido le ha pasado a Público, impulsado por Jaume Roures, también millonario, confeso de izquierdas, trotskista en su juventud y vinculado al entorno político de Zapatero. Éste, desde el gobierno, buscó un grupo mediático que le echase una mano, en parte como contrapeso a El País, que tan poco lo quiso al principio. Fue así como entró en escena el grupo Mediapro, dirigido por Roures, dedicado hasta entonces a la producción y distribución de vídeos y películas, y la elaboración de programas de televisión que luego vendía a otras cadenas. El gran salto lo dio cuando Mediapro y Globovisión se unieron, expandiendo aún más sus actividades y creando el canal de televisión La Sexta. Fue una apuesta fuerte, pero basada en un grupo empresarial solvente y un gobierno deseoso de tener a su servicio un medio de comunicación. La Sexta empezó a funcionar a partir de 2006, convirtiéndose pronto en un referente de los eventos deportivos, sobre todo en el fútbol y el automovilismo. Desde 2009 la cosa se completó con el canal de pago GolTV. Pero no me voy a extender más a los intríngulis de todo este entramado, del que podemos saber más a través de las cosas que nos cuenta tan bien  Pascual Serrano en su libro Traficantes de información (Madrid, Foca, 2010).

Ahora prefiero centrarme en Público. El periódico fue, al parecer, un apuesta personal del propio Roures. Depende de la empresa Mediapubli, que es suya y de algún amigo más, pero es formalmente independiente. Siendo yo un acólito de la prensa digital, rastreador a diario de varios medios de comunicación de todas las tendencias, Público es para mí, junto con Rebelión, uno de los referentes principales de los medios de izquierda. Soy asiduo lector de la edición digital y sólo ocasionalmente de la de papel por aquello de alguna de las colecciones de libros que ha ido ofreciendo. Un referente del que siempre he tenido claro sus contenidos contradictorios. Así, frente al escoramiento hacia el pesoe zapateril o las fuertes críticas que vierte hacia los gobiernos de Cuba y Venezuela, ofrece articulistas de gran solvencia intelectual y política del nivel de Juan Carlos Monedero, Isaac Rosa, Luis García Montero o Juan Carlos Escudier, amén de información interesante que ayuda a completar el panorama sombrío que en general pulula por el mundo de los medios de comunicación.

Público anunció hace unas semanas un concurso de acreedores para ver si podía reflotar la cosa a través de un "mirlo blanco" (Serrano dixit), habiendo contando durante un tiempo con una posición heroica de quienes trabajaban hasta que el sábado pasado dijeron "basta". Sólo la edición digital, que tiene una audiencia millonaria, se ha mantenido. La voz de la calle también estuvo esperando su "mirlo blanco", aunque en su caso sin que apenas fuera capaz de mover sus alas. Intentando dar una explicación a lo que está ocurriendo, se ha quejado el propio Pascual Serrano en el artículo ¿Quién cerró Público?, publicado el domingo en Rebelión, que existe una falta de compromiso entre la gente de izquierda  a la hora de apoyar a los medios de comunicación afines para que puedan subsistir al margen de apoyos financieros externos. Para ello pone los ejemplos de periódicos o revistas como Le Monde DiplomatiqueIl ManifestoEl Viejo Topo o Diagonal.

Tiene razón, aunque conviene matizar. La gente de izquierda es muy diversa. Desde siempre lo ha sido y quizás más en este país, por aquello de la triple tradición (anarquista, socialista y comunista), las ramificaciones entre ellas, las variables nacionalistas (Cataluña, País Vasco, Galicia...) y los aderezos de los nuevos movimientos, en especial el ecologista. También entre la gente de izquierda se mantienen inercias a la hora de tener como referentes a determinados medios. Recuerdo, cuando joven, del nacimiento de Liberación, que acabó pronto y mal. Había gente, que se decía muy de izquierdas, a quien no le ofrecía garantías, aunque sí se las daba El País. Este periódico sigue aún hoy en día dándoselas a mucha gente que se dice muy de izquierdas.

En la actualidad el mundo de la información ha cambiado mucho. Internet está siendo la clave principal. A través de la red se puede acceder a una mayor y más variada información, si bien es cierto que cada cual lo hace a su manera. Uno de los rasgos es la gratuidad. Comprendo la preocupación de quienes tienen su profesión en el periodismo, que quieren, como es lógico, poder vivir de ello. La gratuidad lo dificulta, sobre todo si se quiere trabajar en un medio que no esté subordinado a los intereses de las grandes corporaciones. De aquí parte la crítica de Serrano, que pide ese mayor compromiso de la gente, aun cuando tenga que pagar por la prensa digital. Creo, por mi parte, que todo es compatible.