(Fue publicado en Ciudadano de Barbate, n. 33, enero 1999).
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martes, 3 de junio de 2025
Mariana Pineda
Federico García Lorca la inmortalizó en una obra dramática que llevaba su mismo nombre, pero su figura ya pertenecía a la leyenda como una heroína de la lucha por la libertad en una época de tiranía y oscurantismo. Nacida en Granada en 1804, poco sabemos de ella que no sea su vinculación a una familia acomodada y los avatares de una mujer que desde muy joven se vinculó a la casusa liberal frente a quienes defendían el viejo orden feudal y absolutista. No era frecuente en aquel tiempo que las mujeres jugaran un papel activo en la vida pública, ni siquiera cuando los derechos políticos que se empezaron a reconocer después de su muerte dejaron marginado a ese género durante un siglo todavía. Una causa, la liberal, que arrancaba en nuestro país de la defensa de la Constitución aprobada en Cádiz en 1812 en el fragor de la guerra contra el ejército napoleónico y que el rey Fernando VII se empeñó en derogar tras su regreso dos años después, mientras había quienes lo aclamaban al grito de "Vivan las caenas". Una gente, la liberal, que defendía una nueva forma de entender las relaciones políticas basadas en los derechos individuales, la soberanía nacional o la separación de poderes. Todo, en una época de cambios, donde el triunfo definitivo de la burguesía como nueva clase social dominante estaba pronto por llegar, los enfrentamientos y la violencia de uno y otro lado estuvieron presentes y crearon víctimas como la que representa Mariana Pineda, entre otras muchas. En este caso, el personaje que nos ocupa fue acusado de confeccionar un estandarte o bandera que tenía inscritas la palabras "Libertad, Igualdad, Ley". Por ese simple acto, penado como delito, fue condenada a muerte y, rechazando el arrepentimiento y la delación que le propusieron a cambio de salvar la vida, fue pasada por el garrote el 26 de mayo de 1831. Se sabe que escribió una carta de despedida en la que decía que moría por la libertad y por la patria.