Ha llegado a mis manos un libro: Las niñas del 27. Un cuento de las Sinsombrero (Apuleyo Ediciones, 2024). Su autora, del texto y de las ilustraciones, Rubi García Crespo. Está dirigido a niños y niñas, pero muchas personas adultas podrán descubrir a cinco mujeres que, más o menos conocidas, todavía no han recibido el reconocimiento merecido, aun cuando formaran parte de una generación cultural, la del 27 (más allá de la poesía, extensible a otras formas de la creatividad), se sigue identificando, ante todo, como masculina.
La artista gallega Maruja Mallo, que "se hizo amiga de una espiga de trigo que se llamaba Rodrigo" y la inmortalizó para siempre como si fuera una "sorpresa".
La escritora y editora Concha Méndez, compañera del poeta malagueño Manuel Altolaguirre, que un día "en el puerto [de Málaga] todos la aplaudieron por valiente y por la música de sus versos".
La filósofa María Zambrano, nacida en Vélez-Málaga, que "llevaba siempre detrás treinta gatos que la escuchaban hablar de los sueños y el tiempo... y pensar bonito".
Y la escritora Rosa Chacel, que vivía en el madrileño barrio de Maravillas y "su ventana parecía una estación de ida y vuelta donde unos pájaros llegaban con nuevos lápices y otros se iban con cuentos nuevos".
Un libro, en forma de cuento e ilustrado de una forma maravillosa, que nos lleva a un grupo de mujeres, las Sinsombrero, que en los años 20, en plena dictadura primorriverista, tuvieron el atrevimiento de empezar a mostrarse en público y sin complejos. Una dictadura que ahogaba a una sociedad que anhelaba más libertad en general y que esas mujeres osaron levantar sus voces para que también ellas fueran incluidas. Lástima que en su mayoría, tras el paréntesis de los años republicanos, tuvieran que pagar caro ese atrevimiento.