domingo, 23 de diciembre de 2018

La más que llamada de atención que hace Augusto Zamora en su libro Réquiem polifónico por Occidente

Acabo de leer Réquiem polifónico por Occidente (Madrid, Foca, 2018), de Augusto Zamora R., un intelectual (es profesor universitario) y político (veterano sandinista que, entre otras cosas, ha sido embajador de Nicaragua en España durante los primeros años del segundo periodo de mandatos presidenciales de Daniel Ortega) relevante en su país, en Latinoamérica e incluso, pese a ser menos conocido, en España. En cuanto al libro, estamos ante un trabajo contundente, desafiante y polémico, sobre todo entre los ideólogos del sistema imperial occidental. Nos habla del presente, sin olvidarse del pasado, pero se refiere sobre todo al futuro. Y no tanto al inmediato como a otro más amplio. Porque en la actualidad estamos en un tiempo de mutaciones, de importantes cambios ya más que incubados, que habrán de devenir en un mundo muy distinto al que hemos vivido y estamos viviendo.

Leerlo no resulta difícil, pero requiere de una gran concentración. Está escrito para ser entendido por el gran público, evitando la erudición académica que lo impida, pero es denso en datos y en reflexiones. Está bien dotado de mapas, aun cuando sean pequeños, lo que se agradece cuando estamos en una obra de geopolítica. No falta la referencia constante a autores y autoras, aunque, por ponerle algún pero, adolece de un apartado propio de bibliografía. Y, ante todo, me ha resultado de un gran interés y recomendable, por supuesto. Pero vayamos a su contenido.

El título ya dice mucho. Y es que el futuro de Occidente, donde incluye a EEUU, sus aliados europeos y Japón, lo pone difícil. Y no lo hace como deseo o capricho, sino ante una realidad inexorable: Europa, sobre todo la occidental, perdidas tiempo ha sus colonias, con escasos recursos naturales, envejecida demográficamente y supeditada militarmente a EEUU a través de la OTAN, poco tiene que ofrecer; Japón, constreñido en su archipiélago frente al gigante chino en crecimiento y sin recursos naturales, menos aún; y EEUU, por su parte, endeudados hasta los tuétanos, soportando una más que costosa maquinaria militar y con un aislamiento geográfico que ha dejado de ser su fortaleza geoestratégica, sigue debilitándose.  

Y el reverso  son otras potencias y otros países. De entrada, China, un gigante comercial y demográfico en crecimiento, y Rusia, poseedora de inmensas reservas naturales. Cada una, por separado, dotadas de un poder militar renovado y las dos, conformando el núcleo principal del continente euroasiático mediante alianzas económicas y defensivas de carácter estratégico. Y a esas dos potencias hay que añadir otras, aún emergentes, como son, por ejemplo, India o Irán, y numerosos países aliados.

Zamora empieza el libro mencionando la paz armada que están viviendo EEUU, China y Rusia, y advierte del peligro existente ante "los armamentos sofisticados y mortíferos" que disponen. Se hace eco de las opiniones de militares estadounidenses, bien como críticas o bien como llamadas de atención, como la del teniente coronel Daniel L. Davis, para quien su país debería cesar la "política de desafío a Rusia y China", incluyendo guerras lejanas como las de Siria y Afganistán, para evitar que se dañe a su propia seguridad (p. 7). Denuncia, así mismo, el papel que están jugando los medios de comunicación occidentales, que ocultan a la ciudadanía la realidad existente y los peligros derivados de ella (p. 8). 

En el primero de los capítulos, "De imaginarios, fantasías y realidades",  pone al descubierto las estrategias internacionales de las grandes potencias: que califica como ofensivas en el caso de EEUU (pp. 100-107) y sus aliados de las OTAN, y de defensivas, en los de Rusia (pp. 108-114) y China (pp. 114-120). Denuncia con ello que se esté impidiendo que se ponga al descubierto "el disparate belicista que están promoviendo EEUU y la OTAN" (p. 21). 

Zamora no se olvida de Europa, a la que relega como la península occidental de Eurasia y le confiere un papel internacional menguante (p. 24 y ss.). No tiene por ello complejo en señalar que los países de la UE "se han convertido en las nuevas banana republics de EEUU" (p. 25) y advierte de la inconsistencia del actual modelo de  relaciones con Rusia, que, pudiendo ser provechosas, están supeditadas a los intereses de EEUU. 

Ante el riesgo de una catástrofe nuclear no se olvida de los movimientos de supervivencia, en forma de refugios nucleares, que están desarrollando dos países neutrales, Suecia y Finlandia, incrustados entre los dos bloques. 

Otros capítulos están dedicados a Israel, Corea del Norte y la India. Del primero nos recuerda la protección que ha tenido desde su nacimiento por parte de Francia, hasta 1967, y sobre todo de EEUU, para quien actúa como el principal gendarme de su región, aun cuando ello esté conllevando la destrucción del pueblo palestino. Es muy rotundo cuando augura al estado israelí un futuro más que imposible, dada su debilidad demográfica, el hecho de estar rodeado de países a los que ha agredido e intimidado sin cesar, y los límites de su potencia protectora, cada vez con más dificultades: "Mañana (...) podrá ver cómo su política de miedo y espanto se diluye como azucarillos en el agua "(pp. 202-203).

El análisis que hace Zamora de Corea del Norte lo vincula en todo momento en relación con su vecino y hermano del sur. Se centra en las posibilidades estratégicas que se abren a los dos estados dentro de una península que, reunificada o no en su totalidad, sí puede convivir en paz y en cooperación. Corea del Sur, único territorio del extremo oriental de Asia donde EEUU tiene acceso militar sin límites, podría revertir sus alianzas mirando hacia China, en lo comercial, y Rusia, mediante el abastecimiento energético. Hasta el punto que "la presencia militar de EEUU podría ir convirtiéndose en un elemento incómodo y limitante para los planes de desarrollo de Corea del Sur" (p. 236). 

De India destaca varias cosas. Una de ellas, el potencial futuro que tiene, como segundo país más poblado del planeta, hasta el punto de señalar que puede convertirse dentro de dos décadas en la tercera o cuarta economía mundial (p. 283). Pero, ante todo, se centra en el juego de relaciones entre las potencias que se ubican en esa región asiática. Tradicional aliada de Rusia, la rivalidad mantenida con China y, sobre todo, con Pakistán se está viendo alterada hacia una cooperación con el primero de ellos. Pese a los esfuerzos por parte de EEUU por atraerla, queriendo aprovechar la brecha creciente entre la potencia americana y China. Sin embargo, para Zamora "India, China y Rusia marcarán la pauta del renacimiento de Asia, poniendo fin a cinco siglos de funesto domino occidental" (p. 282).

El último capítulo, "Corredores comerciales: haciendo geopolítica, economía y guerra", tiene un alto interés. Porque, dejando a un lado las rivalidades militares, la carrera de armamentos y los peligros que se derivan, Zamora se centra en las perspectivas económicas que se vislumbran en el seno del continente euroasiático. En este aspecto inicia su análisis recordándonos la teoría de la competencia de los grandes imperios que a principios del siglo XX planteó el británico Mackinder y que, tras la adaptación hecha por el estadounidense Spykman, fue adoptada 
durante la Guerra Fría por EEUU (p. 283 y ss.). Así, en la disputa entre la potencia terrestre (Rusia/URSS) y la marítima (Gran Bretaña/EEUU), la clave estaría para Halford J. Mackinder en el control de lo que llamó corazón continental (Rusia y Asia Central) y para Nicholas Spykman, en el del margen continental, formado por Europa y los países del sur asiático, precisamente donde Gran Bretaña y EEUU habían ido instalando una red de enclaves estratégicos.

Pero la situación ha cambiado y mucho, porque tanto Rusia como China tienen acceso cada vez mayor al margen continental (p. 283) y mantienen, a su vez, el control del corazón continental, poniendo patas arriba la teoría antes citada. Y en ello se inscribe la aparición de nuevas rutas y los correspondientes corredores adyacentes: la Nueva Ruta de la Seda, a través del interior de Asia, que podría llegar hasta Europa (p. 294 y ss.); y los corredores chino-pakistaní, indo-iraní-afgano, indo-iraní-ruso... Para que, en fin, la potencia marítima que es EEUU se esté quedando sin margen continental (p. 323 y ss.) y la península Europa acabe quedándose sin rutas comerciales (p. 327 y ss.). 

Y es que para Zamora, como concluye en el libro, "Rusia, China, India, Irán y sus aliados llevan años componiendo un réquiem polifónico para el entierro de la Europa atlantista" (p. 328).