
Maravall también critica la actitud de la izquierda ante la política educativa, que, según él, no se lo ha tomado en serio salvo el mandato de Rubalcaba, que lo fue sólo entre 1992 y 1993. Habría que matizar, por tanto, que la izquierda a la que se refiere es su propio partido, que gobernó hasta 1996 y lo está haciendo desde 2004.
No vendría mal recordar algo de su paso por el ministerio. La LODE fue uno de los pilares del sistema educativo actual. El primero, en realidad. Es cierto que posibilitó hacer efectivo el artículo 27 de la Constitución, garantizando el derecho a la educación, que durante las décadas anteriores de fascismo y clericalismo había sido duramente castigado, cuando no secuestrado, e introduciendo una estructura participativa en la gestión de los centros. Estábamos por entonces a la cola en gasto educativo y demás variables del sector –cosa que a día de hoy no ha cambiado-, por lo que el país necesitaba gastar más y modernizar el sistema, adaptándolo a los parámetros de los otros países occidentales. Durante esos años hubo una fuerte expansión en la construcción de centros públicos, la escolarización de la etapa no obligatoria y la contratación de profesorado, sobre todo de bachillerato, que era donde había mayores deficits. Poco después, en 1990 se aprobó la LOGSE, una ley similar a la de otros países que elevó la obligatoriedad de la escolarización a los 16 años, modificó la estructura de las etapas educativas y sentó las bases de un modelo pedagógico avanzado.
El problema más grave de la LODE, sin embargo, derivó de la consolidación de dos grandes redes de enseñanza diferenciadas: la pública y la privada concertada. Ésta, en manos sobre todo de la Iglesia. Desde entonces han ido creciendo las subvenciones a los centros privados, a la par que su número y alumnado, conformando un subsistema clasista fuertemente ideologizado. Ubicados en su mayoría en los núcleos urbanos, bien en el centro o bien en las zonas residenciales de los grupos sociales medio y medio-alto, han superado en algunas comunidades al alumnado de la red pública. Y lo que es más grave, constituyen una realidad clasista no sólo por su composición social, sino por las derivaciones ideológicas que tiene. Maravall nos cuenta en su entrevista que lo tuvieron claro desde el principio, que durante la campaña electoral del 82 Felipe González repitió con reiteración “que no se iban a retirar las subvenciones a los centros privados de la Iglesia”.
Para el exministro el problema actual proviene del incumplimiento de la ley, es decir, de la LODE. Según él, no se cumplen los preceptos de la gratuidad y de la selección del alumnado. La solución, etérea como la que más, sería “contraatacar políticamente”. No dice en qué consiste. Con lo que está empezando a caer por parte de los lugares donde gobierna el PP, no da una respuesta clara y, ante todo, elude su responsabilidad. Después de un cuarto de siglo, el insigne sociólogo nos sale con eso.