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lunes, 30 de diciembre de 2024
miércoles, 25 de diciembre de 2024
La vida a través de la poesía
La vida está muy presente en la poesía. Prácticamente omnipresente. Referirse a ella explícitamente se hace menos. Hacerlo no deja de expresar una forma de amarla, (a veces) odiarla, reconocerla, sentirla, soñarla, defenderla...
Son doce poemas los que ofrezco, que tienen en común hablar de la vida. Ay, esa vida que se sigue destruyendo y mancillando sin cesar. Por eso sigo haciendo presentes a poetas de Palestina, como Mahmud Darwish, con "Amamos la vida" o Fadwa Tuqán, "La llamada de la tierra". Por otro lado, tres de los poemas pueden escucharse también en forma de canción: "Como tú", de León Felipe, en la voz de Paco Ibáñez; y "Gracias a la vida", de Violeta Parra, y "La vida", Silvio Rodríguez, que las interpretan.
A disfrutarlos.
Dale vida a tus sueños…
Dale vida a los sueños que alimentan el alma,
o
los confundas nunca con realidades vanas.
Y
aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de
conseguir las metas y de escalar montañas,
nunca
rompas tus sueños, porque matas el alma.
Dale
vida a tus sueños aunque te llamen loco,
no
los dejes que mueran de hastío, poco a poco,
no
les rompas las alas, que son de fantasía,
y
déjalos que vuelen contigo en compañía.
Dale
vida a tus sueños y, con ellos volando,
tocarás
las estrellas y el viento, susurrando,
te
contará secretos que para ti ha guardado
y
sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del
alma que despierta para estar a tu lado.
Dale
vida a los sueños que tienes escondidos,
descubrirás
que puedes vivir estos momentos
con los
ojos abiertos y los miedos dormidos,
con
los ojos cerrados y los sueños despiertos.
(Mario
Benedetti)
La vida comienza
Mi
abuela pintaba rosas
siendo
niña
la
primera vez que vi una rosa roja
fue
en uno de sus cuadros.
Así
conocí la flor
-sin
olor, sin terciopelo-
a
través de sus manos
de
las manos de mi abuela Teresa.
Aún
no he encontrado encontrar ninguna
que
encierre en sus pétalos
la
verdad suficiente.
Podría
decirse que esa primera rosa
fue
la auténtica
y las
que vienen de la tierra
un
homenaje a su ternura.
Ahora
utilizo la palabra
para
atrapar la nostalgia
cuando
aparece como debe
como
una espina que
mantiene
vivos los latidos
del
recuerdo,
y
encuentro en ella
la
fuerza que nos clava al suelo
para
florecer una y otra vez,
porque
la vida comienza…
La
vida comienza
involuntariamente
tantas
veces como latidos
como
suspiroscomo
sonrisas
contenemos.
Comienza
después del golpe
después
de la herida
después
de la pérdida
después
de un café
de un
abrazo
de
hundirse en el mar
de tu
película favorita
de
los labios rojos.
Comienza.
La
vida comienza,
te lo
juro,
cientos
de veces
por
primera vez.
(Sara
Búho)
Amamos la vida…
Amamos
la vida cuando hallamos un camino hacia ella,
bailamos
entre dos mártires y erigimos entre ellos un alminar de violetas o una palmera.
Amamos
la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Robamos
un hilo al gusano de seda para construir nuestro cielo y concluir este éxodo.
Abrimos
la puerta del jardín para que el jazmín salga a las calles cual hermosa mañana.
Amamos
la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Allá
donde estemos, cultivamos plantas que crecen deprisa y recogemos mártires.
Soplamos
en la flauta el color de la lejanía, dibujamos un relincho en el polvo del
camino
y
escribimos nuestros nombres piedra tras piedra. ¡Oh, relámpago! Ilumina para
nosotros la noche, ilumínala un poco.
Amamos
la vida cuando encontramos un camino hacia ella.
(Mahmud
Darwish)
Una vida mejor
Y
daría igual que fuéramos eternos.
El
escaparate brilla como los fuegos fatuos.
Tras
el cristal las minúsculas manos desmenuzan la herrumbre,
una
maleta, un pañuelo, un zapato, el cinturón de falsa serpiente, plumas de
avestruz para el sombrero que ya nadie llevará,
así
brilla el tiempo tras el cristal, fruta escarchada de los días, brillo mineral
colgado de un árbol cortado, pez anudado a la cuerda de tender.
Y dará lo mismo que seamos eternos.
Mirar
los escaparates, corchea arriba, semifusa abajo,
acompasar
el paso para tropezar,
para
volver del mediodía, para llegar al anochecer.
Un
escaparate y luego otro, y al fondo, el cajero y su ábaco de lágrimas: pasar o
no pasar. O quedarnos aquí, moliendo la herrumbre con el molinillo de té.
Pero
los guantes de gamuza se posan sobre el piano. Do re mi, sordamente, fa, sol,
sol, felpa constante en la percusión. No, no hay pez martillo que valga. No hay
animal de sombra ni luz en esta cuenta de adverbios: aquí, allí, ahora,
entonces, cuándo.
Daría
lo mismo que fuéramos eternos, entonces, ahora, hoy o jamás.
Es
mucho más simple. No es cuestión de constelaciones, no es el brillo de la
madera trasmutado en ballena, no es la piedra roseta, ni el esperanto de la
lluvia, no el canto de sirena deletreado en los surcos de la pizarra. Es mucho
más simple.
Una
vida mejor.
Una
vida con memoria de elefante y sed de camello y ojo de lince, brújula de
cormorán, solidaridad de hormiga, precisión de abeja, una vida con fidelidad de
cisne y sonrisa de chimpancé y delicadeza de libélula y piel de leopardo,
conversación de bosque, majestad de cordillera y siempre el cuento de nunca
acabar.
Primera
lección nunca aprendida en las cuevas de sésamo: la vida está aquí, no allí, y
todos creen que seremos eternos.
En el
escaparate brilla la caja registradora, pequeña cola de alacrán, servilletero
que nos abraza a la mesa,
una
vida mejor,
aquí,
allí, al otro lado del cristal.
Y
nada importa que seamos eternos.
(Guadalupe
Grande)
Así
es mi vida,
piedra,
como
tú. Como tú,
piedra
pequeña;
como
tú,
piedra
ligera;
como
tú,
canto
que ruedas
por
las calzadas
y por
las veredas;
como
tú,
guijarro
humilde de las carreteras;
como
tú,
que
en días de tormenta
te
hundes
en el
cieno de la tierra
y
luego
centelleas
bajo
los cascos
y
bajo las ruedas;
como
tú, que no has servido
para
ser ni piedra
de
una lonja,
ni
piedra de una audiencia,
ni
piedra de un palacio,
ni
piedra de una iglesia …
como
tú, piedra aventurera …
como
tú,
que
tal vez estás hecha
sólo
para una honda …
piedra
pequeña
y
ligera…
(León
Felipe)
Oda a la vida
La
noche entera
con
un hacha
me ha
golpeado el dolor,
pero
el sueño
pasó
lavando como un agua oscura
piedras
ensangrentadas.
Hoy
de nuevo estoy vivo.
De
nuevo
te
levanto,
vida,
sobre
mis hombros.
Oh
vida, copa clara,
de
pronto
te
llenas
de
agua sucia,
de
vino muerto,
de
agonía, de pérdidas,
de
sobrecogedoras telarañas,
y muchos
creen
que
ese color de infierno
guardarás
para siempre.
No es
cierto.
Pasa
una noche lenta,
pasa
un solo minuto
y
todo cambia.
Se
llena
de
transparencia
la
copa de la vida.
El
trabajo espacioso
nos
espera.
De un
solo golpe nacen las palomas.
Se establece
la luz sobre la tierra.
Vida,
los pobres
poetas
te
creyeron amarga,
no
salieron contigo
de la
cama
con
el viento del mundo.
Recibieron
los golpes
sin
buscarte,
se
barrenaron
un
agujero negro
y
fueron sumergiéndose
en el
luto
de un
pozo solitario.
No es
verdad, vida,
eres
bella
como
la que yo amo
y entre los senos tienes
olor
a menta.
Vida,
eres
una
máquina plena,
felicidad,
sonido
de
tormenta, ternura
de
aceite delicado.
Vida,
eres como una viña:
eres como una viña:
atesoras
la luz y la repartes
transformada
en racimo.
El
que de ti reniega
que
espere
un
minuto, una noche,
un
año corto o largo,
que
salga
de su
soledad mentirosa,
que
indague y luche, junte
sus
manos a otras manos,
que
no adopte ni halague
a la
desdicha,
que
la rechace dándole
forma
de muro,
como
a la piedra los picapedreros,
que
corte la desdicha
y se
haga con ella
pantalones.
La
vida nos espera
a
todos
los
que amamos
el
salvaje
olor
a mar y menta
que
tiene entre los senos.
(Pablo
Neruda)
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me
dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto
distingo lo negro del blanco
y en
el alto cielo, su fondo estrellado,
y en
las multitudes, al hombre que yo amo.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha
dado el sonido y el abecedario.
Con
él, las palabras que pienso y declaro,
madre,
amigo, hermano y luz alumbrando,
la
ruta del alma del que estoy amando.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha
dado el oído, que en todo su ancho
graba
noche y día, grillos y canarios,
martillos,
turbinas, ladridos, chubascos
y la
voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha
dado la marcha de mis pies cansados.
Con
ellos anduve ciudades y charcos,
playas
y desiertos, montañas y llanos
y la
casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha
dado la risa y me ha dado el llanto.
Así,
yo distingo dicha de quebranto,
los
dos materiales que forman mi canto
y el
canto de ustedes, que es mi propio canto.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
(Violeta
Parra)
Vida, mi vida…
Vida,
mi vida,
déjate
caer, déjate doler, mi vida,
déjate
enlazar de fuego, de silencio ingenuo,
de
piedras verdes en la casa de la noche,
déjate
caer y doler, mi vida.
(Alejandra
Pizarnik)
La vida de un pájaro en vuelo,
la vida de un amanecer,
la vida de un crío,
de un bosque y de un río,
la vida me ha hecho saber.
La vida del sordo y del ciego,
la vida que no sabe hablar
la del triste loco,
la que sabe a poco,
la vida me ha hecho soñar.
La vida voraz que se enreda,
la vida que sale a jugar,
la vida consciente que queda,
la vida que late en el mar.
La vida que brota de un muerto,
la vida que no se murió,
la de los desiertos,
la de un libro abierto,
la vida me ha hecho cuál yo.
La vida que alumbra en el trueno,
la vida final de un adiós,
la vida goteando de un seno,
la vida secreta de un Dios.
La vida que pende de todo,
la vida de cada emoción,
la vida en exceso,
la vida de un beso,
la vida me ha hecho canción.
(Silvio Rodríguez)
Mi vida huele a flor
He redondeado
esquinas
para
no encontrar monstruos a la vuelta
y me
han atacado por la espalda.
He
lamido mi cara cuando lloraba
para
recordar el sabor del mar
y
solo he sentido escozor en los ojos.
He
esperado de brazos cruzados
para
abrazarme
y me
he dado de bruces contra mi propio cuerpo.
He
mentido tanto
que
cuando he dicho la verdad
no
me
he
creído.
He
huido
con
los ojos abiertos
y el
pasado me ha alcanzado.
He
aceptado
con
los ojos cerrados
cofres
vacíos
y se
me han ensuciado las manos.
He
escrito mi vida
y no
me he reconocido.
He
querido tanto
que
me he olvidado.
He
olvidado tanto
que
me he dejado de querer.
Pero
he
muerto tantas veces
que
ahora sé resucitar
—la
vida es
quien
tiene la última palabra—.
He
llorado tanto
que
se me han hecho los ojos agua
cuando
he reído,
y me
he besado.
He
fallado tantas veces
que
ahora sé cómo discernir los aciertos de lo inevitable.
He
sido derrotada por mí misma
con
dolor y consciencia,
pero
la vuelta a casa ha sido tan dulce
que
me he dejado ganar
—prefiero
mi consuelo
que
el aplauso—.
He
perdido el rumbo
pero
he conocido la vida en el camino.
He
caído
pero
he visto estrellas en mi descenso
y el
desplome ha sido un sueño.
He
sangrado,
pero
todas
mis espinas
han
evolucionado a rosa.
Y
ahora
mi
vida
huele
a flor.
(Elvira
Sastre)
La llamada de la tierra
“¿Me han usurpado mi tierra?
¿Me han privado de mis derechos,
y me voy a quedar aquí, uncida al exilio, humillada y desnuda?
¿Me voy a quedar aquí a morir como una extraña en tierra extraña?
¿Me voy a quedar?
¿Y quién lo ha dicho?
Volveré a la tierra amada.
¡Por supuesto que volveré!
Y allí se cerrará el libro de mi vida.
Se apiadará de mí su tierra generosa
y dará cobijo a mis cenizas.
¡Regresaré, es necesario que vuelva!
¡Regresaré, comoquiera que sean mis desgracias!”.
Mas siguió desterrada, observando su tierra
y murmurando: “¡Es necesario que vuelva!”.
Mientras, agachaba la cabeza en la tienda,
cerrando el alma a su oscuridad,
cerrando el pecho a su desgracia.
Pero seguía estando ahí, fija, esa idea,
zumbando febril y silenciosa,
hirviendo y ardiendo en su cabeza,
quemando, como el fuego, sus sentidos:
“¡Regresaré, es necesario que vuelva!”.
(Fadwa Tuqán)
La palabra infinito
La
palabra infinito es infinita,
la
palabra misterio es misteriosa.
Ambas
son infinitas, misteriosas.
Sílaba
a sílaba intentas convocarlas
sin
que una luz anuncie su dominio,
una
sombra señale a qué distancia de ellas
está
la opacidad en que te mueves.
Van a
algún punto del resplandor y anidan,
cuando
las dejas libres en el aire,
esperando
que un ala inexplicable
te
lleve hasta su vuelo.
¿Es
más que su sabor el gusto de la vida?
(Ida
Vitale)
(Imagen: "El árbol de la vida", pintura de Fabiana Bermolen)
viernes, 20 de diciembre de 2024
Un poema de Luis Rogelio Nogueras (y una canción de Silvio Rodríguez), con Palestina en el fondo
El horror que contempló está presente en los versos, recordándonos en casi todos ellos lo sufrido por el pueblo judío, esos "cuatro millones de espectros". Pero introdujo dos aclaraciones: en la introducción, en la que alude a una noticia de prensa del momento acerca de los bombardeos lanzados por el ejército israelí sobre la población palestina refugiada en el sur de Líbano; y en los últimos versos, en los que se pregunta por qué se han olvidado del "vaho del infierno". Y es que al poeta le resultaba inconcebible que el pueblo que había sufrido tal atropello, como ocurrió en tantas otras ocasiones de distintos siglos y lugares, estuviera infligiendo el horror a otro. He aquí el poema completo:
La artillería israelí sigue cañoneando campamentos de refugiados palestinos en el Sur del Líbano
(de la prensa)
Recorro el camino que recorrieron cuatro millones de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada, tarde de otoño,
cruje dolorosamente la grava.
Es Auschwitz, la fábrica de horror
que la locura humana erigió
a la gloria de la muerte.
Y ante los edificios desiertos,
ante las aceras electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de cabellera humana
ante la herrumbrosa puerta del horno donde fueron incinerados padres e hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante,
envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo olvidaron tan pronto
el vaho del infierno.
Años después, recién entrado el siglo XX, el cantante Silvio Rodríguez compuso el disco Cita con los ángeles. Sonaban de nuevo los tambores de guerra en el Próximo Oriente, en este caso bajo las órdenes de George W. Bush y con el apoyo de Tony Blair y José María Aznar. Las canciones del cantautor cubano, empero, lo que hacían era apelar a la paz. En un recital de 2007, antes de interpretar la canción "Sinuhé", recitó el poema "Halt". He aquí el poema y la canción en este vídeo:
jueves, 19 de diciembre de 2024
¿Por qué no una canción?: "Rabo de nube", de Silvio Rodríguez
Queda poco para que acabe el año y mucha gente pide algún deseo para el que está a punto de entrar. Ayer escuché una nueva versión de una de las canciones de Silvio Rodríguez que más me gustan: "Rabo de nube". Forma parte del álbum homónimo, aparecido en 1980, y según ha declarado en alguna ocasión la compuso durante una estancia en Ciudad de México.
El título proviene del nombre con que se conocen en Cuba los tornados y su contenido alude metafóricamente al deseo utópico de un mundo mejor, donde se erradique "lo feo" y nos aproximemos a la felicidad. Sin exclusiones.
Si me dijeran: "pide un deseo",
preferiría un rabo de nube,
un torbellino en el suelo
y una gran ira que sube.
un torbellino en el suelo
y una gran ira que sube.
Un barredor de tristezas,
un aguacero en venganza
que, cuando escampe,
parezca nuestra esperanza.
Si me dijeran: "pide un deseo",
preferiría un rabo de nube
que se llevara lo feo
y nos dejara el querube
que se llevara lo feo
y nos dejara el querube
Un barredor de tristezas,
un aguacero en venganza
que, cuando escampe,
parezca nuestra esperanza.
que, cuando escampe,
parezca nuestra esperanza.
Ofrezco dos versiones. La primera, de 1997, interpretada por el propio cantautor en un concierto en Buenos Aires dedicado a Ernesto Guevara, el Che.
La segunda la escuché ayer y está interpretada por el Coro Nacional de Cuba, que en este caso está dirigido por Eduardo Ferraudi. Fue unas de las canciones que integraron el concierto realizado el 27 de mayo de 2022 en la Iglesia San Francisco de Paula, en La Habana, bajo la dirección de Mirta Guerra Ramírez.
domingo, 15 de diciembre de 2024
Homenaje a Rafael Alberti: 100 años de Marinero en tierra
Se acaba el año 2024 y el recuerdo del Marinero en tierra de Rafael Alberti, con motivo de su centenario, sigue latente. En septiembre pasado le dediqué una entrada, reproduciendo varios de sus poemas, y hoy he tenido el privilegio de haber asistido a un bonito y emotivo acto celebrado en El Puerto de Santa María, la ciudad natal del poeta. Organizado por IU y el PCE de Cádiz, se ha llevado a cabo en lo que fue el antiguo monasterio de la Victoria, contiguo a lo que fue una cárcel de infausto recuerdo, con la presencia de un público numeroso y entusiasta. No ha faltado a la cita gente como el poeta Luis García Montero, el coordinador federal de IU Antonio Maíllo, el periodista Juan José Téllez, el coordinador provincial de IU Jorge Rodríguez y artistas como Lucía Sócam, Inma Márquez y tantos más, que se han dirigido al público con sus palabras, la lectura de poemas y/o interpretando canciones. Y todo, con la excelente presentación llevada a cabo por Anabel Moreno, coordinadora local de IU de Conil.
En el acto se ha hecho un repaso de la figura de Rafael Alberti, la evolución que fue conociendo a lo largo de su vida como poeta y su compromiso político desde muy temprana edad, mirando siempre a la gente del pueblo, sus luchas y sus sueños. Estuvo presente el recuerdo de su compañera María Teresa León y el apoyo que le prestó, se contaron anécdotas personales o se mencionaron momentos transcendentales de su vida, como la macha al exilio en 1939 o el regreso a España en 1977.
Uno de los poemas que leyó Luis García Montero fue "Retornos del amor en las arenas", que Alberti dedicó a María Teresa y perteneciente del libro Retornos de lo vivo lejano:
Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
Van voluntariamente lentas, entrelazándose nuestras sombras descalzas camino de los huertos
que enfrentan los azules de mar con sus verdores.
Tú todavía eres casi la aparecida,
la llegada una tarde sin luz entre dos luces,
cuando el joven sin rumbo de la ciudad prolonga,
pensativo, a sabiendas el regreso a su casa.
Tú todavía eres aquella que a mi lado
vas buscando el declive secreto de las dunas,
la ladera recóndita de la arena, el oculto
cañaveral que pone
cortinas a los ojos marineros del viento.
Allí estás, allí estoy contra ti, comprobando
la alta temperatura de las odas felices,
el corazón del mar ciegamente ascendido,
muriéndose en pedazos de dulce sal y espumas.
Todo nos mira alegre, después , por las orillas.
Los castillos caídos sus almenas levantan,
las algas nos ofrecen coronas y las velas,
tendido el vuelo, quieren cantar sobre las torres.
la alta temperatura de las odas felices,
el corazón del mar ciegamente ascendido,
muriéndose en pedazos de dulce sal y espumas.
Todo nos mira alegre, después , por las orillas.
Los castillos caídos sus almenas levantan,
las algas nos ofrecen coronas y las velas,
tendido el vuelo, quieren cantar sobre las torres.
Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
Juan José Téllez nos leyó un poema del granadino Javier Egea, "Espumas de la escollera", en el que hizo una adaptación del conocido poema albertiano con estos versos:
Juan José Téllez nos leyó un poema del granadino Javier Egea, "Espumas de la escollera", en el que hizo una adaptación del conocido poema albertiano con estos versos:
Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era
Rafael Alberti
Espumas de la escollera,
Puerto de Santa María,
si Garcilaso volviera
yo sé que preguntaría
por su joven escudero
que quiso ser marinero
y se quedó en tierra un día.
Si Garcilaso volviera
seguro que encontraría
sus armas tan bien veladas
que entre claveles y espadas
le entregaría su arnés
y el luminoso vigía
del pueblo de la poesía
yo sé que respondería:
¡qué buen camarada es!
El acto acabó con la interpretación por parte del dúo Ea! de "A galopar", la conocida canción musicada por Paco Ibáñez y que tiene como texto el poema "Galope". Contó con el complemento del resto de intervinientes, que salieron al escenario, y del público asistente:
Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
viernes, 13 de diciembre de 2024
La infancia palestina y la supervivencia. Hacia el final de las pesadillas, un libro de relatos escrito por Fermín Aparicio Sáez
El miércoles pasado estuvo en Barbate Fermín Aparicio Sáez presentando su libro La infancia palestina y la supervivencia. Hacia el final de las pesadillas (Madrid, Diwan Mayrit, 2024). El acto, organizado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, tuvo lugar en la Tienda d'Straza, y contó con la participación de Inés Foncubierta y Antonio Roldán.
Foncubierta se refirió a que el acto estaba incardinado con el Día Internacional de los Derechos Humanos (celebrado el día anterior), como uno más de los que desde hace años organiza la sección local de la APDHA, recordándonos la necesidad de mantener viva su defensa. Roldán, por su parte, resaltó a Rolf Reichert, profesor y escritor alemán de origen judío, que durante muchos años llegó a tener una casa en Conil, donde acabó muriendo. Fue el autor del libro Historia de Palestina, publicado por primera vez a finales de la década de los sesenta, del que Roldán nos leyó un pasaje de su Prólogo:
Desde tiempo inmemorial existía en Jerusalén una costumbre emocionante: los niños judíos y musulmanes nacidos en el mismo barrio y en la misma semana eran tratados por sus familias como hermanos de leche: el niño judío era amamantado por la madre musulmana y el niño musulmán por la madre judía. Esta costumbre establecía relaciones íntimas y duraderas entre las dos familias y las dos poblaciones. La costumbre cayó en desuso.
Una convivencia que se fue perdiendo desde principios del siglo XX entre las tres comunidades religiosas, fuera musulmana, cristiana o judía, que se rompió con la llegada progresiva de colonos judíos procedentes de distintas partes del mundo.
Pero centrándonos en el libro que nos ocupa, estamos ante unos relatos en los que, como se indica en el título, los niñas y las niñas de Palestina de nuestros días son sus protagonistas. Niños y niñas de "la tercera generación de palestinos", como señala Yamil Mahmoud Abousada en el Prólogo. De entrada, lo que más llama la atención en lo que se cuenta son las distintas situaciones que viven, y sufren, en un contexto de guerra, destrucción y genocidio. Pero también se refleja una esperanza en sus vidas, dentro de un espíritu en el que la solidaridad y la resistencia como pueblo les lleva a no desistir.
Cada uno de los relatos parte de un hecho real, recogido de alguna noticia de prensa o de libros, sobre el que el autor ha ido desarrollando una historia. En buena parte esos hechos están implícitos, pero en ocasiones se mencionan explícitamente. Es lo que ocurre en "Nayla y Omar", donde la niña Nayla, herida gravemente en un bombardeo del ejército israelí, nos dice esto en un pasaje:
Poco a poco me voy muriendo, no escucho nada, no siento nada, esto debe ser la muerte, pienso que me estoy muriendo.Alguna vez escuché en algún sitio que cuando mueres es como entrar en un túnel completamente oscuro.
Y es al final del relato cuando averiguamos lo que le ocurrió realmente:
Dos semanas después la niña Marah [la Nayla del relato], también de Gaza, después de ser rescatada de debajo de los escombros de la casa familiar, bombardeada y destruida esa madrugada, cuando fue conducida al hospital y estaba siendo reconocida por el cirujano, preguntó: '¿pero estamos en un sueño o ha pasado de verdad y es la realidad'.
El recuerdo del pasado, con el fin de mantener la memoria de lo que fue su tierra hasta 1948, está muy presente. En "Milad Monther Wajih al-Raei", que tiene a un estudiante de Secundaria como protagonista, se cuenta de él lo siguiente:
Le gusta saber cómo era y cómo se vivía en Palestina antes de las resoluciones que provocaron la llegada masiva de colonos y la Nakba. Le gusta leer y estudiar cómo vivían juntos musulmanes, judíos y cristianos en pueblos y ciudades de Palestina (...). [Saber] cómo el cultivo más frecuente era el olivo, cómo el paisaje más común en los campos de Palestina eran miles de olivos plantados por todas partes, que eran el sustento de innumerables familias, y con la llegada de los colonos fueron arrancados como una forma más de expulsar a los palestinos de sus tierras.
Colonos israelíes que no han parado de poblar los cientos de asentamientos construidos y repartidos en Cisjordania o en los alrededores de Gaza. Protegidos por el ejército y libres de hacer uso indiscriminado de sus armas, sus habitantes no dejan provocar situaciones de humillación, desprecio y provocación, a la vez de ostentación de un mensaje religioso supremacista que busca legitimar esa ocupación. En "Murad y Ziad", por ejemplo, mientras los niños palestinos juegan a fútbol, se pone eso de manifiesto:
'¿Qué hacéis ahí?, ¿es que no sabéis que esta tierra no es vuestra?', dijo uno de los colonos dirigiéndose al grupo de niños. 'Nosotros vivimos aquí cerca y aquí no hacemos mal a nadie?', respondió Murad mientras recogía el balón y se dirigía al colono que hablaba. 'Esta tierra de cosechas nos fue dada por Dios porque somos hijos de Jacob. Cuando venga el Mesías, todos vosotros seréis nuestros esclavos, si sois dignos y os portáis bien'. 'Pero...', empezó a hablar Murad.En ese momento el colono sacó una barra de hierro e intentó darle en la cabeza.
La violencia mortal, tan permanentemente presente, no procede sólo de los bombardeos, sino que se asoma en cualquier situación, acompañada de gestos de deshumanización. Es lo que aparece en "Khaled", cuyo protagonista pertenece a una familia que, junto con otras, se ha visto forzada a trasladarse lejos de su hogar:
Khaled no entendía por qué su abuela se había caído al suelo mientras alguien le grit[aba]: '¡Khaled!, ¡corre!, ¡ven aquí!'. Se hizo el silencio de nuevo, mientras que el niño, en medio de su carrera, perdió una de sus zapatillas del Barça en la plaza, al lado de Rani [su abuela].Lo último que escuchó Rani antes de morir fueron dos cosas: unas carcajadas que provenían de uno de los tejados, donde pudo distinguir a alguien con uniforme del ejército israelí, y un grito que decía: '¡tocado y hundido!'.
Son niños y niñas a los que, pese a todo, no les falta soñar. Como, por supuesto, ser libres y vivir en paz. Y para el momento presente persisten en seguir adelante, en formarse lo más posible o en alcanzar aquellos estudios que les ayuden a mejorar las condiciones del presente y del futuro de su pueblo. Por eso, quienes puedan hacerlo, se orientan hacia la medicina, el magisterio, la ingeniería o la arquitectura, aprovechando incluso las becas solidarias que se ofrecen desde otros países. Es así como en el relato ya referido de "Murad y Ziad" el hermano mayor de Murad, Samir, no duda en darle por carta un consejo lleno de esperanza y dignidad:
Una cosa más, no os calléis nunca ante las provocaciones y humillaciones que os puedan hacer, pero, además, como ya os he dicho alguna vez, estudiad, estudiad y formaos.
Unas palabras que dan sentido a la segunda parte del título del libro, para que se ponga final a las pesadillas.
Y para acabar, un detalle importante: la recaudación por la venta del libro tiene como destino la UNWRA, la organización de Naciones Unidas que se dedica a ayudar a la población palestina refugiada, y que es víctima, además, del acoso y persecución por parte de Israel.
jueves, 12 de diciembre de 2024
Zapal. La memoria de una fotografía: un nuevo premio en otro festival de cine
Días pasados hemos recibido la buena noticia de un nuevo premio para el documental Zapal. La memoria de una fotografía. Si a mediados de octubre fue reconocido en el Festival Internacional de Cine Documental de Córdoba (FIDC) con el Premio Gerardo Olivares, dedicado a la mejor dirección, en esta ocasión ha recibido el de mejor guion en el Festival Internacional de Cine por la Memoria Democrática (FESCIMED), celebrado en Madrid entre los pasados 3 y 7 de diciembre.
Resulta evidente que la obra sigue ganando relevancia y reconocimiento tanto entre la gente que ha podido visualizarla como entre quienes se mueven en las altas esferas del mundo del cine.
Por ello felicito a José Luis Tirado y Francisco Artacho, quienes, como directores y guionistas, están haciendo posible que no se pierda la memoria de un triste episodio de la historia de Barbate, y en especial de quienes vivieron y sufrieron en una barriada en la que la miseria puso de manifiesto la desigualdad social extrema.
miércoles, 11 de diciembre de 2024
Cuando hablan los huesos, un libro sobre las víctimas enterradas en el Cementerio de San José de Cádiz
Hace unos días recibí el libro Cuando hablan
los huesos. Las víctimas del franquismo enterradas en el Cementerio de San José
de Cádiz (1963-2023) (2024, Cádiz, Cementerio Mancomunado de la Bahía de Cádiz). Por motivos familiares no pude asistir a su presentación en Cádiz, pero gracias a Pedro Sibello, antiguo alumno y uno de sus autores, he podido hacerme con él y leerlo.
Ha sido coordinado por el arqueólogo José Gener Basallote y el historiador José Luis Gutiérrez Molina, habiendo contado para su realización con un numeroso equipo multidisciplinar. Estamos ante un trabajo importante, pues la investigación ha puesto al descubierto una de las claves de la represión fascista que se llevó a cabo en Cádiz y, más concretamente, del principal lugar de enterramiento habido en la capital gaditana: el Cementerio de San José.
Después de diversos trabajos previos, en 2015 se inició una campaña de intervención arqueológica, cuyo resultado, tras varias fases, ha sido la exhumación de los restos de más de un centenar de personas, entre las 512 enterradas que se conocen como víctimas mortales de la represión en dicho cementerio. Allí fueron depositadas en fosas o en sepulturas y/o nichos. En muchos casos están desaparecidas, bien desde el primer momento o bien como consecuencia de traslados posteriores, y entre los registros realizados en su día, en 77 casos se desconoce de quiénes se trata.
Se han cuantificado diversos datos, como las edades que tenían o los traslados posteriores llevados a cabo entre 1941 y 1993 por familiares. Estos últimos han alcanzado el número de 136. A la vez, en el libro se señala que los desalojos forzosos por parte de la administración han sido escasos.
Precisamente en esta última situación se encuentra el único barbateño del que conocemos que fue llevado al Cementerio de San José: Francisco Domínguez Benítez, que fue enterrado en una sepultura el 21 de octubre de 1936, después de haber sido fusilado en el entorno de la Plaza de Toros de Cádiz. Sobre esta persona publiqué en diciembre de 2022 el artículo "Profundizando en las circunstancias del asesinato de Francisco Domínguez Benítez desde la documentación del Cementerio de San José de Cádiz", que también fue reproducido en el portal electrónico Todos (...) los Nombres. Para ello partí de los datos que me facilitó Pedro Sibello, y los completé principalmente con un breve trabajo de José Luis Gutiérrez Molina de 2015 dedicado a esa persona y la información que yo mismo había obtenido en el Archivo Municipal de Vejer de la Frontera.
El libro se completa con el tratamiento de distintos aspectos relativos al trabajo científico desde la arqueología, el papel de las asociaciones memorialistas o la preocupación creciente desde familiares de las víctimas. Se han incluido, así mismo, unas breves semblanzas biográficas de 434 de las víctimas enterradas en el Cementerio de San José. Y no falta tampoco la relación de sus nombres (alfabética y por año de enterramiento) y la de aquellas víctimas de Cádiz que no fueron enterradas en dicho cementerio.
sábado, 30 de noviembre de 2024
Antonio Romero: un comunista íntegro
Ayer me llegó el mensaje: Antonio Romero había fallecido. Llevaba muchos años en la cuerda floja de la salud y, pese a ello, supo resistir. Cosa lógica en él: era un luchador. Por la vida en el amplio sentido de la palabra. Por su vida propia, como persona, pero también desde su manera de entender el mundo. Nacido en el seno de una familia humilde, característica de ese campo andaluz atestada de latifundismo, se forjó desde joven como jornalero y, casi en paralelo, como comunista. Destacó por su valentía y verbo fácil, capaz de transmitir a la gente lo que quería con claridad, optimismo y gracia. Dueño de una sonrisa cuasi permanente, a finales de los 80 y principios de los 90 era frecuente verlo en el Congreso batallando contra ese felipismo que se llenó desde el primer momento de neoliberalismo, terrorismo de estado, atlantismo y corrupción. Y fue ese felipismo el que no dudó impedir que en 1995 se convirtiera en alcalde de Málaga. Lástima, porque desde entonces el PP no ha soltado el mando de una ciudad que ha cogido una deriva al servicio de la especulación en su más sórdida expresión. Lo saludé en dos ocasiones -1999 y 2000-, la segunda de las veces con un sabor amargo por culpa de un malentendido. Pero nunca dudé de él. Por lo que hizo y por lo que quiso hacer. La estocada de la muerte le llegó temprano en su vida, lo que no impidió que hiciera todo lo posible para que se fuera retrasando lo más posible. Y es que comunista tenía que ser.
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