martes, 30 de diciembre de 2025

lunes, 29 de diciembre de 2025

Dos poemarios más de Francisco Malia Sánchez: Piel de otoño y La ingravidez en la que gravito



Dos han sido los poemarios que el amigo Paco ha sacado a la luz durante los últimos meses del año 2025: en septiembre, Piel de otoño; y en octubre, La ingravidez en la que gravito. Han sido editados por Círculo Rojo y ha contado con la colaboración de Eduardo López López, autor de las imágenes de las portadas. Están escritos, sin embargo, en momentos distantes de su vida. 
De cada libro he seleccionado tres poemas, a los que he añadido uno más, "Los ojos del otoño", perteneciente al primero y que el propio Paco me ha sugerido. 

Dos libros más de poesía, que se unen a una larga trayectoria como creador multifacético: autor de relatos, dibujante de viñetas e historiador. ¿Qué más se puede pedir?


Piel de otoño

Data de los años 80 y 90 del siglo pasado. Una parte de sus poemas ya eran conocidos, pues han sido leídos en diferentes actos y distintos momentos. Recuerdo uno de noviembre de 2014, con el mismo título del libro, al que dediqué una entrada en este cuaderno. Ydentro del juego de palabras al que nos tiene acostumbrados, está dedicado "De mí para mí". Para entenderlo, es lo que luego explica en la presentación del libro:

"Quien prologa estos versos es una persona mayor que mira con los ojos dulces de la edad tardía a aquel joven desorientado y exigente consigo mismo que se escondía detrás de las rimas, de unos versos, para que los avatares de la vida le rozaran lo menos posible, y que hoy se preguntas por lo ganado y lo perdido en el trascurrir de los años".


Hojas sueltas

    I

Otoño:
la savia de los árboles
buscan las raíces
y las hojas, lívidas,
caen de soledad y tristeza.

    II

Están tan lejos las estrellas
que todas las noches
el astrónomo espacial
cambia el mapa del cielo.

    III

Las setas no tienen ramas
ni hojas ni flores
ni añoran la clorofila,
surgen aparentemente de la nada
y cubren el suelo en unas horas
de pequeñísimas sombrillas
otoñales.

    IV

A la becada le gustan
los sueños descubiertos,
simula ser una hoja
muerta con su cuerpo.
A la becada le gusta
jugar con el misterio
y guarda en su largo pico
del otoño los secretos.

    V

Tengo envidia de la sámara,
alada en su ser,
voladora semilla,
huidiza del árbol paterno,
buscando nuevas primaveras
donde germinar definitivamente.

    VI

Duerme don Caracol
en su roulotte,
le encanta la lluvia fina,
la rocío matutina
y las palabras de amor.
Don caracol
huye del sol
de la mañana,
por eso no tiene ventanas
su caparazón.
Duerme don Caracol
en su roulotte.

    VII

La luna en el espejo
del puerto.
El puerto en el espejo
roto del tiempo.
Y en el espejo de tus ojos
mi yo al desnudo,
impertérrito.


Los ojos del otoño

Los ojos del otoño
son unos ojos tristes
como dos ventanas
de una casa sin bosque.

Los ojos del otoño
reflejan amargos reflejos
de soles caducos,
infancias terribles,
amores lejanos,
versos sin retorno,
aventuras que no sucedieron
nunca, nunca, nunca….
hallazgos de fondo sin pozo,
de yemas sin dedos.

Los ojos del otoño
hablan del cansancio
de la vida.


Os voy a contar un sueño

Os voy a contar un sueño
que sucedió dentro de otro sueño.
Rodando por la pendiente
resbaladiza del tiempo,
soñé que se estiraban
mis lánguidos huesos
y que jugaba a soñar
en las escalerillas del tiempo,
donde el mar en su propósito
tenía vocación de espejo.
La infancia, hoy por lejana,
ha perdido a su dueño,
y no es más que un dibujo
rectificado por el habilísimo
lapicero del tiempo.
Lo soñé, sí; o no lo soñé,
Puede que sean ciertos
los sueños que se engendran
dentro de otro sueño.
Soñé que di un salto
y que el salto se hizo vuelo,
me sentí pájaro, rayo de luz,
fraternidad, amor y deseo,
cometa o pandorga
de todos los sueños.

Volé y volé y volé
por los cielos de los sueños,
fui pluma, pompa de jabón,
agitada ala de sombrero.
Lo cierto es que subí y subí,
hasta lo estratosférico,
hasta dar con la clave
de lo fugaz y de lo eterno.
Han pasado los años, las canas
y los envites del tiempo
han puesto una sombra de duda
sobre mi entendimiento.
¿Fue verdad que volé
o, en verdad, sólo fue un sueño?
No lo sé, aún me pregunto
por qué sigo despierto
dentro de un sueño
que, al parecer, sucedió
dentro de otro sueño.


Quiero hacer el viaje de las anguilas...

Quiero hacer el viaje de las anguilas,
salir con la luna llena al mar de los Sargazos,
reino de las algas,
buscar el agua corriente de los arroyos
y de los riachuelos,
reírme en las barbas mismas del mes de octubre,
abandonar el pozo oscuro de la ciénaga.
partir siempre y no volver jamás.


Después de caerse

Un poema rafaelalbertiano
para mi amigo Diego y hermano.

Después de caerse y darse
con los huesos en estampida
le oí a Diego mofarse:
el oficio de esta vida

es caer y levantarse
siempre con el alma henchida
y nunca precipitarse
por no rodar en la caída.

Que no hay mayor altura
que besar el pavimento
y recuperar la postura
con el semblante contento.

Así pues, Diego, te digo
que yo también me vi por los suelos
y me alzaron brazos amigos
hasta los mismísimos cielos.

Ojalá que des un salto
hasta tocar las estrellas
y allí, desde lo alto,
nos ilumine con ellas.

(El poema nació cuando su amigo Diego Rodríguez, inválido y vendedor de la ONCE, tuvo varias caídas aparatosas sin que nunca le pasara nada; en una ocasión desafió a Paco a que le improvisara un poema sobre la marcha, cosa que hizo sobre una servilleta; más tarde lo retocó un poco y añadió una estrofa, tal como aparece en el libro).



La ingravidez en la que gravito

El libro es más cercano en el tiempo. Tiene cuatro partes: "Ingrávido", "Titulares", "Retornar a la luz" y "La hoja del laurel que no me toca", con citas en verso de César Vallejo que anteceden a cada una. La primera: "He soñado una fuga". Al final, como una especie de epílogo y a modo de haikus, nos ofrece "Enajenaciones", esta vez con una cita de Dokusho Villaba: "Ancho corazón / para recibir el regalo / de la existencia".  

Alfonso Alba Ramírez en el Prólogo nos da una pista: 

"El título indica hasta qué punto la elasticidad del lenguaje es un recurso poético y sirve para introducirnos al mundo del escritor, que nos contagia su afán por comunicarnos algo. Qué? (...): como Machado (...) ama los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles".

Y ya que se menciona al poeta sevillano, añado esos versos que rezan "pero mi verso brota de manantial sereno; / y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, / soy, en el buen sentido de la palabra, bueno".


Ingrávido

Detrás de mis gafas estoy, por cierto,
ajeno a lo que ocurre
y en mortandad conmigo mismo.
Crece en mí la flor de la criptolalia
como esquife a la deriva.
Y si soy un náufrago
que más da el mantel sobre la mesa
o el panel donde reposa
una nota en el olvido.

Envuelto en mi camisa estoy, por cierto,
ajeno a lo que ocurre
y en soledad conmigo mismo.
Crece en mi la fe crocodiliana.
como gesto que se enfría
y azules que se empañan.
¿A qué fletar un avión para el olvido
si la memoria no descansa?

Viajando en mis zapatos estoy, por cierto,
ajeno a que paso por la vida
en levedad y como vacío.
Crece en mi la flor de la gazuza
como caldo de cultivo
y, si estoy pálido,
que más da un fresal que no da fresas
y el papel donde reposa
la ingravidez en la que gravito.


A veces rebuzno

A Donald Trump y afines

A veces rebuzno, lo confieso.
Tres y hasta cuatro veces
en la calor de un drama,
no lo niego ni lo evito.

Hago ostentación de burro,
animal noble, tozudo, sí;
pero admirable en su terquedad,
en su inteligencia persistente.

A veces, lo admito, rebuzno.
por el día, por la noche rebuzno
y me quedo como nuevo,
como orgulloso por dentro
de haber ejercido
esta indomable burrez.

Entre rebuzno y rebuzno
la vida es apacible.

Cada vez que rebuzno
los resultados son inmediatos.

En la oficina obedecen
y temen la contundencia
de mi rebuzno.

Hasta tiembla el mobiliario
y se desprenden las hojas
del almanaque.

He acumulado, lo reconozco,
una notable fortuna
gracias a mis rebuznos.

Todos respetan
mi asnina cara de asno
y mi comportamiento
de burro rebuznador.

Todos los burros del planeta
acuden a la llamada de mi rebuzno
o me votan, que es lo mismo.

Burro, burro, burro….

Presumo de burro y lo ejerzo
siempre que quiero.

¡Qué burro soy!


Lo

Lo cansino,
lo estival,
lo perverso,
lo Vivaldi,
lo ejecutivo,
lo escrito,
lo no escrito,
lo repetido,
lo repetido,
lo repetido,
lo informe,
lo ingente,
lo polifacético,
lo pálido,
lo vacuo,
lo analgésico,
lo estrafalario,
lo místico,
lo caótico,
lo inventario,
lo manido,
lo vertido,
lo esquivo,
lo neutro
que resulta todo.

1895. Reina Regente, la tercera novela de Luis Miguel Rossi Jiménez


El pasado viernes, 26 de diciembre, se presentó en Barbate la novela 1895. Reina Regente (Cádiz, Kaizen, 2025), de Luis Miguel Rossi Jiménez. Está basada en un hecho real: el hundimiento de un barco de la Armada española frente a la costa norteafricana en el año que da título al libro, ocurrido durante la travesía por el estrecho de Gibraltar entre Cádiz y Tánger. El final fue muy dramático, pues supuso el fallecimiento, por centenares, de todos sus tripulantes, salvo uno de ellos.  

Narrada en forma de suspense, se simultanean dos tramas, del presente y del pasado, en las que, a  la vez, se mezclan la ficción y la historia. Entre sus personajes están presentes cosas como el poder, la corrupción y las injusticias sociales, como también la ironía, el humor, el amor...  Y no falta que algunos de ellos, pese al tiempo transcurrido, acaben conectados.

Si nos vamos al trasfondo de lo ocurrido hace más de un siglo, nos sumergimos en la época de la Restauración, con los prolegómenos de la Guerra de Independencia de Cuba o la colonización española del norte de Marruecos. Sin olvidarnos del ambiente caciquil que se vivía en un "pueblucho" de la costa meridional andaluza donde nació el protagonista de la historia del pasado, con "Aquel señorito" al que su padre organizaba "veladas para empresarios que  llegaban desde los barcos en un chalé que tenia en aquella aldea". O del otro ambiente, en este caso el del proceso de industrialización que se estaba viviendo en Barcelona, a rebufo de la Exposición Universal de 1888, "con el cantar de una ciudad elevándose con andamios y escaleras".

Luis Miguel Rossi Jiménez es periodista de profesión, pero también cultiva otros campos de la creación. En la literatura ha publicado otras las novelas El chófer de don Blas (2018)  y El concurso perdido de Gades (2022). Y sobre el carnaval, además de ser autor de numerosas letrillas, ya dejó constancia de su presencia en ese mundo, siendo joven, con el libro 30 Años de Ida y Vuelta. Carnaval de Barbate a Cádiz (2006).  
 

domingo, 28 de diciembre de 2025

Un poema de Khaled Juma dedicado a los niños y las niñas inocentes de Gaza


Oh, niños traviesos de Gaza, 
que constantemente me molestabais 
con vuestros gritos bajo mi ventana.
Que llenabais cada mañana 
de ajetreo y caos. 
Que rompisteis mi jarrón 
y robasteis la flor solitaria de mi balcón.
Volved, 
y gritad todo lo queráis 
y romped todos los jarrones.
Robad todas las flores.
Volved.
Sólo eso, volved.

El poema fue escrito en el verano de 2014 por el gazatí Khaled Juma, tras el bombardeo llevado a cabo por el ejército israelí dentro de la "Operación Operación Margen Protector". Una más de las numerosas operaciones militares que desde años atrás ordenaban los gobiernos sionistas contra la población palestina de Gaza. Casi una década antes de que se hubiera iniciado el genocidio sistemático de nuestros días. 

(Imagen: ilustración de María Gómez).

jueves, 25 de diciembre de 2025

Tres poemas y una viñeta sobre la Navidad en Gaza


(Malagón; ctxt, 2025)


Al Mesías en Navidad

Señor,
Rey de las cosas:
En tu fiesta, este año, se crucifican
las alegrías todas de Jerusalén.
En tu fiesta, este año,
Señor,
enmudecieron todas las campanas.
Desde hace dos mil años.
Desde hace dos mil años,
para callar en éste solamente.
Todos los campanarios están de luto,
y la negrura envuélvese en negrura.

Por la Vía Dolorosa,
Jerusalén entera es azotada
bajo la cruz de la pasión,
sangra bajo la mano del verdugo.
Y el mundo es un corazón cerrado al drama.
Indiferente y rígido,
Señor,
ciego y descarriado,
no ha alzado ni una vela en el desastre,
no ha vertido una lágrima
con que lavar las penas de Jerusalén.

Señor:
Los viñadores han asesinado al heredero,
y robado las viñas.
El pájaro del crimen puso alas
a los pecadores del mundo,
y ha volado
manchando a la inmaculada Jerusalén,
cual demonio maldito
que odia hasta Satanás.

Señor
y Gloria de Jerusalén:
del pozo de las penas,
del abismo,
del fondo de la noche
y el corazón del ¡ay!,
se alza hasta ti el lamento de Jerusalén.
¡Apiádate, Señor,
y apártale este Cáliz.

(Fadwa Tuqan; Palestina, 1969)


Navidad en Gaza

He apagado las luces y devuelto
la impostada alegría.
En un cielo siniestro, sin estrellas,
pájaros de metal siembran la muerte.
Todo queda tan lejos, tan ajeno…
Nada- ni la vergüenza -nos impide
seguir con nuestra farsa, con la fría
celebración festiva.
Entre miles de niños
que han sido asesinados,
una espantosa orgía
de luces, de canciones,
como responso fúnebre.

(José Antonio Rodríguez Fernández; España, 2023)


Villancico

Bajo la estela luminosa
de un misil
está naciendo un niño
en Palestina.
¿O es una niña?
Algunos dicen:
he ahí El Mesías.
¿Podría ser mujer?
Han venido desde Occidente tres periodistas,
murieron dos, por balas israelíes.
No hay burro.
No hay vaca.
No hay pesebre.
Miedo al prójimo.
Netanyahu, Herodes que nunca duerme, suspira.
Biden, Pilatos lavándose las manos, delira.
Moisés separó las aguas del Mar Rojo. Ahora hay otro mar rojo.
El nuevo Mesías tendrá que unir Cisjordania y la Franja de Gaza.
Tendrá que unir Palestina.
¿Lo crucificará, sin saber quién es,
el ladrón entre dos Cristos que destruye Palestina?

(Miguel Gil Castro; Perú, 2025)

jueves, 18 de diciembre de 2025

"He soñado que vengo huyendo de Gaza", un poema de Paco Malia



Hoy he recibido un poema de Paco Malia que ha dedicado al pueblo palestino: "He soñado que vengo huyendo de Gaza". Puede tratarse de una reflexión introspectiva del 
genocidio que están sufriendo sus habitantes. Es también un grito contra el horror. De lo que cada día vemos en imágenes, leemos en forma de noticias u oímos a través de palabras que se repiten. Pueden parecer unos versos en los que solamente se percibe la atrocidad de la muerte y de la destrucción, pero no podemos perder de vista que también están llenos de ternura para quienes lo están padeciendo. 

He soñado que vengo
huyendo de Gaza,
sueño de familias rotas,
sueño de patria sin patria,
sueño de silencios cómplices
sueño de asesinos sin alma.

En este sueño yo sueño
que soy un niño perdido
que ha perdido la infancia,
que soy un abuelo
sin hijos, sin nietos sin nada,
que soy una mujer
triste y desamparada,
que soy el médico inhábil
de la desesperanza
porque he perdido a ese niño
que su niñez no halla,
que, a fuerza de gritar,
me he quedado sin voz,
y no me quedan palabras,
que un fuego abrasador
ha secado mis lágrimas.

A la orilla de un río de sangre
un horror desmedido
me aniquila, me atrapa.

Me quedé sin familia,
sin padre, sin madre, sin nada.
Un revoltijo de sueños heridos
ha desalmado mi alma.

En esta noche de insomnio
me pesan las sábanas
y sueño que vengo
huyendo de Gaza.

Al paso de mi sombra
la vida no vive, no pasa,
la noche se vuelve noche,
noche oscura sin alba

Un horizonte de escombros,
me subyuga, me aplasta.
Sueño que Dios Se tapa los ojos,
se hace el tonto y se larga.

En esta noche de muerte
sueño que vengo de Gaza.

Sueño de río sin mar,
sueño de mares sin agua,
sueño de melancolía,
sueño de hogares sin casa,
sueño de gesto bronco,
sueño de rostro sin cara,
sueño de desasosiego,
sueño de hambre obligada,
sueño de suelo sin cielo,
sueño de duelo y diáspora,
sueño de dioses tiranos
sueño de opresores y sátrapas
sueño de colegios sin niños,
de hospitales rotos y plagas,
sueño de pesadillas
que nunca se acaban.

En esta noche de muerte
sueño que vengo de Gaza.

sábado, 13 de diciembre de 2025

Andrés Vázquez de Sola y el patio dedicado a la literatura de la II República, en la Casa de la Memoria de Jimena de la Frontera

El segundo patio que se ha acondicionado recientemente en la Casa de la Memoria La Sauceda está dedicado a la Memoria Poética de la II República. Consta de varios paneles, en los que se reproducen los retratos que el brillante y original artista sanroqueño Andrés Vázquez de Sola realizó sobre escritores y escritoras que vivieron esos años, y que durante la guerra y lo que le siguió sufrieron los rigores, en distintas formas, del fascismo. Junto a cada retrato se ha añadido una breve semblanza y un texto literario. 


En su mayoría, poetas. Así, pueden contemplarse a Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, José Bergamín, el algecireño José Luis Cano, Luis Cernuda, León Felipe, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Juan Ramón  Jiménez, Antonio Machado, Emilio Prados. 


Pero no solamente. Están también el novelista Max Aub; el polifacético Francisco Ayala (narrador, ensayista, periodista...); el dramaturgo de la postguerra Antonio Buero Vallejo; el periodista cubano Pablo de la Torriente Brau; o el también polifacético Miguel de Unamuno (ensayista, novelista, poeta...).  No falta dos mujeres: María Teresa León y María Zambrano. La primera, autora de cuentos, teatro, relatos o poesía. Y la segunda, filósofa y también poeta.


El texto seleccionado de María Teresa León, un fragmento de su autobiografía Memoria de la melancolía (1963), sintetiza con emoción y una excelente prosa el espíritu que se respira en el patio:

"Porque todos los desterrados de España tenemos los ojos abiertos a los sueños. León Felipe aseguró que nos habíamos llevado la canción en los labios secos y fruncidos, callados y tristes. Yo creo que nos hemos llevado la ley que hace al hombre vivir en común, la ley de la vida diaria, hermosa verdad transitoria. Nos la llevamos sin saberlo, prendida en los trajes, en los hombros, entre los dedos de las manos… Somos hombres y mujeres obedientes a otra ley y a otra justicia que nada tenemos que ver con lo que vino y se enseñoreó de nuestro solar, de nuestros ríos, de nuestra tierra, de nuestras ciudades. No sé si se darán cuenta los que quedaron por allá, o nacieron después de quienes somos los desterrados de España. Nosotros somos ellos, lo que ellos serán cuando se restablezca la verdad de la libertad. Nosotros somos la aurora que están esperando".


Por lo demás, mencionar a quienes han hecho posible el Catálogo editado para la ocasión: Andrés Rebolledo Barreno (coordinación), Juan Manuel Pizarro Sánchez (texto y documentación), José M. Fernández (diseño gráfico) y el Ayuntamiento de Jimena de la Frontera en la financiación. 

viernes, 12 de diciembre de 2025

El patio de las matuteras y recoveras, "buhoneras de la supervivencia", en la Casa de la Memoria de Jimena de la Frontera


Hace unos días visité 
en Jimena de la Frontera  la Casa de la Memoria La Sauceda. Allí estaban Andrés y Juan Manuel, que me recibieron, como siempre han hecho, con una gran amabilidad. Y en el transcurso de mi visita me enseñaron dos novedades del encomiable trabajado que está desarrollando: el acondicionamiento de los Patios de la Memoria. Dos, concretamente. Uno, dedicado a las matuteras y recoveras. Y el otro, el de la memoria poética de la II República.


Ahora me voy a centrar en el primero, esas mujeres "buhoneras de la supervivencia" que, como cuenta Juan José Téllez en las primeras líneas del catálogo que han editado,

"venían en los trenes del amanecer, traqueteando desde las Serranía del Ronda hasta la Estación de San Roque: desde allí, diez kilómetros hasta el Peñón, tan ilusionadas como temerosas. Otras llegaban desde Casares, por vericuetos y caminos que orillaban por la costa. Y aún había quienes portaban sus zurrones desde Tarifa por trochas, carreteras militares, arrecifes o bosques de niebla".


En los paneles que han situado sobre las paredes del patio  pueden verse fotografías y leerse información acerca de la geografía y las rutas por las que transitaban esas mujeres, los rostros de algunas de ellas, la represión que sufrieron por sus andanzas de supervivencia, el papel auxiliar que jugaron los conocidos como perros mochileros, la relación que había con el contrabando desde Gibraltar o con la guerrilla que operaba por los montes, la presencia del hambre y el racionamiento en medio de la autarquía impuesta por el régimen...

Contemplando las imágenes, me vinieron a la memoria algunas barbateñas que se desplazaron a la zona para proveerse de pequeñas cantidades de azúcar, tabaco, café, jabón..., que vendían luego en el pueblo. Algunas, viudas de represaliados. De vez en cuando, multadas. Siempre, como un medio de supervivencia en medio de tanta miseria.


El catálogo que han editado, Somos porque ellas fueron. Patio de las matuteras, ha sido posible gracias a Andrés Rebolledo Barreno (coordinación), Juan Manuel Pizarro Sánchez (texto y documentación) y José M. Fernández (diseño gráfico), habiendo sido financiado por el Ayuntamiento de Jimena de la Frontera. 

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Fitero, Bécquer y la leyenda de la Cueva de la Mora

 

"(...)

Para cerciorarme de la verdad que pudiera haber en mis inducciones, después que salí de la cueva por donde mismo había entrado, trabé conversación con un trabajador que andaba podando unas viñas en aquellos vericuetos, y al cual me acerqué so pretexto de pedirle lumbre para encender un cigarrillo.

Hablamos de varias cosas indiferentes; de las propiedades medicinales de las aguas de Fitero, de la cosecha pasada y la por venir, de las mujeres de Navarra y el cultivo de las viñas; hablamos, en fin, de todo lo que al buen hombre se le ocurrió, primero que de la cueva, objeto de mi curiosidad.

Cuando, por último, la conversación recayó sobre este punto, le pregunté si sabía de alguien que hubiese penetrado en ella y visto su fondo.

-¡Penetrar en la cueva de la mora! -me dijo como asombrado al oír mi pregunta-. ¿Quién había de atreverse? ¿No sabe usted que de esa sima sale todas las noches un ánima?

-¡Un ánima! -exclamé yo sonriéndome-. ¿El ánima de quién?


(...)

Durante su cautiverio logró ver a la hija del alcaide moro, de cuya hermosura tenía noticias por la fama antes de conocerla; pero cuando la hubo conocido la encontró tan superior a la idea que de ella se había formado, que no pudo resistir a la seducción de sus encantos, y se enamoró perdidamente de un objeto para él imposible.

Meses y meses pasó el caballero forjando los proyectos más atrevidos y absurdos: ora imaginaba un medio de romper las barreras que lo separaban de aquella mujer; ora hacía los mayores esfuerzos para olvidarla; ya se decidía por una cosa, ya se mostraba partidario de otra absolutamente opuesta, hasta que al fin un día reunió a sus hermanos y compañeros de armas, mandó llamar a sus hombres de guerra, y después de hacer con el mayor sigilo todos los aprestos necesarios, cayó de improviso sobre la fortaleza que guardaba a la hermosura, objeto de su insensato amor.



(...)

La mora, herida de muerte, logró, sin embargo, arrastrarse a la entrada del subterráneo y penetrar hasta el fondo, donde se encontraba el caballero. Éste, al verla cubierta de sangre y próxima a morir, volvió en su corazón; y conociendo la enormidad del pecado que tan duramente expiaban; volvió los ojos al cielo, tomó el agua que su amante le ofrecía, y sin acercársela a los labios, preguntó a la mora:

-¿Quieres ser cristiana? ¿Quieres morir en mi religión, y si me salvo salvarte conmigo?

La mora, que había caído al suelo desvanecida con la falta de la sangre, hizo un movimiento imperceptible con la cabeza, sobre la cual derramó el caballero el agua bautismal, invocando el nombre del Todopoderoso.

Al otro día, el soldado que disparó la saeta vio un rastro de sangre a la orilla del río, y siguiéndolo, entró en la cueva, donde encontró los cadáveres del caballero y su amada, que aún vienen por las noches a vagar por estos contornos".

lunes, 8 de diciembre de 2025

Fitero, Bécquer y la leyenda de El Miserere



"Hace algunos meses que, visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en revolver algunos volúmenes en su abandonada biblioteca, descubrí en uno de sus rincones dos o tres cuadernos de música bastante antiguos cubiertos de polvo y hasta comenzados a roer por los ratones.

Era un Miserere.

Yo no sé la música, pero la tengo tanta afición que, aun sin entenderla, suelo coger a veces la partitura de una ópera y me paso las horas muertas hojeando sus páginas, mirando los grupos de notas más o menos apiñadas, las rayas, los semicírculos, los triángulos y las especies de etcéteras que llaman claves, y todo esto sin comprender una jota ni sacar maldito el provecho.

Consecuente con mi manía, repasé los cuadernos, y lo primero que me llamó la atención fue que, aunque en la última página había esta palabra latina, tan vulgar en todas las obras, finis, la verdad era que el Miserere no estaba terminado porque la música no alcanzaba sino hasta el décimo versículo.



(...)

Los monjes pronunciaban en aquel instante estas espantosas palabras del Miserere:

In iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.
[Fui concebido en iniquidades: y en pecado me concibió mi madre].

Al resonar este versículo y dilatarse sus ecos retumbando de bóveda en bóveda, se levantó un alarido tremendo, que parecía un grito de dolor arrancado a la Humanidad entera por la conciencia de sus maldades; un grito horroroso, formado de todos los lamentos del infortunio, de todos los aullidos de la desesperación, de todas las blasfemias de la impiedad; concierto monstruoso, digno intérprete de los que viven en el pecado y fueron concebidos en la iniquidad.


(...)

Escribió los primeros versículos y los siguientes y hasta la mitad del Salmo; pero al llegar al último, que había oído en la montaña, le fue imposible proseguir.

Escribió uno, dos, cien, doscientos borradores; todo inútil. Su música no se parecía a aquella música ya anotada, y el sueño huyó de sus párpados, y perdió el apetito, y la fiebre se apoderó de su cabeza, y se volvió loco, y se murió, en fin, sin poder terminar el Miserere, que, como una cosa extraña, guardaron los frailes a su muerte y aún se conserva hoy en el archivo de la abadía.

Cuando el viejecito concluyó de contarme esta
 historia no pude menos de volver otra vez los ojos al empolvado y antiguo manuscrito del Miserere, que aún estaba abierto sobre una de las mesas:

In peccatis concepit me mater mea
[En pecado me concibió mi madre].

Éstas eran las palabras de la página que tenía ante mi vista y que parecía mofarse de mí con sus notas, sus llaves y sus garabatos ininteligibles para los legos en la música.

Por haberlas podido leer hubiera dado un mundo.

¿Quién sabe sí no serán una locura?".