Escribía el otro día acerca de la campaña lanzada por Nuevas Generaciones de Castellón contra adoctrinamiento en las aulas. Dos días después salió una noticia, proveniente de Valencia, en la que se decía que una profesora de la Universidad Cardenal Herrera CEU había soltado en su clase de la asignatura la "Doctrina social de la Iglesia" perlas como éstas: "aunque tu marido te sea infiel, la verdadera prueba de amor es seguir amándole con lágrimas en los ojos, como Jesús lloraba en a cruz"; "las mujeres maltratadas no deben separarse, porque eso es amor"; "el aborto en el caso de violación no es tolerable, porque, dentro de lo terrible de la violación, sacas algo bueno, que es un hijo: un don de Dios"; "lo niños de padres homosexuales tienen más trastornos de personalidad"; "la homosexualidad se puede reconducir"...
Gloria Casanova imparte en la Facultad de Periodismo de esa Universidad, vinculada a la Asociación Católica de Propagandistas, un grupo de claro signo conservador dentro de la Iglesia. Tras el revuelo desatado, la propia dirección de la Universidad ha salido al paso, aunque con tibieza, matizando que dentro de su ideario confesional no caben "opiniones extremas que deriven en menosprecio de la dignidad y la libertad de la persona humana". He podido leer que la profesora ya aclaró en la misma clase que sus opiniones no debían ser sacadas de contexto. En todo caso no ha querido hacer declaraciones. La indignación provocada llevó, al parecer, a que una parte del alumnado asistente se marchara del aula. En algún medio de comunicación se han podido escuchar declaraciones de estudiantes de esa Universidad mostrando su malestar y también se sabe que se han elevado numerosas quejas a las autoridades universitarias.
En la prensa conservadora no se ha comentado mucho la noticia. He podido leer, no obstante, una artículo de hoy en La Gaceta escrito por Julio Echevarría y que acababa con estas palabras: "Después de todo, lo que ha dicho Casanova es lo que cree cualquier católico: por terrible que sea el crimen de la violación, el niño no es culpable y no merece la muerte".
Historia, política, sociología, arte, música, geografía, literatura, pensamiento...
domingo, 31 de marzo de 2013
sábado, 30 de marzo de 2013
Escraches frente a desahucios
La Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948, reconoce en su
artículo 25 el derecho a la vivienda. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, aprobada en 1966, hace lo propio en su artículo 11. La Constitución Española, de 1978, dicen en su artículo 47: "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación".
La realidad, sin embargo, es otra. No se cumplen los tratados internacionales firmados por el estado español, que son de obligado cumplimiento. Tampoco la Constitución vigente, que ni sirve para permitir el acceso adecuado a la vivienda, pese a que las hay de sobra -en varios millones, quizás cinco-, ni para evitar la especulación del suelo, que se se ha extendido a lo largo y ancho del territorio. La vivienda, un derecho humano, se ha convertido, sin embargo, en un objeto que ha caído en manos de la fuerzas del mercado y, por ende, de una desaforada especulación. El resultado ha sido que muchas familias no han podido acceder a ella en condiciones adecuadas y dignas. Unas condiciones que han llevado a muchas familias a tener hipotecarse. Y como consecuencia de la pérdida de sus empleos, bastantes de esas familias no han podido afrontar los pagos, llegando a los desahucios, que se cuentan por algunos cientos de miles. La pérdida de la vivienda, que es de por sí traumática e injusta, no ha sido el único problema. Las cláusulas abusivas impuestas por los bancos han llevado en muchos casos a tener que soportar otras cargas añadidas.
La organización de las personas afectadas, las movilizaciones y la solidaridad ciudadana están dando lugar a resultados positivos, aunque todavía insuficientes. Todo ello ha servido para sensibilizar a la sociedad, que en amplios sectores percibe los desahucios como un problema prioritario. El éxito de la iniciativa popular legislativa que ha promovida la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) lo ha puesto de manifiesto. Ha obligado a cambiar al PP en la intención inicial de bloquear su tramitación parlamentaria, aunque lo haya hecho por pura demagogia. También ha sido un éxito que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea haya considerado que la legislación hipotecaria española es injusta y abusiva.
La cosa, sin embargo, está más que enrevesada. El PP está mareando la perdiz sobre el contenido de la iniciativa popular legislativa, negándose a reconocer hasta la dación en pago, que es la propuesta más moderada de dicha iniciativa. La presión ciudadana y de la propia PAH ha llevado a que se esté señalando a representantes del PP en las instituciones públicas. Es el llamado escrache. Una forma de denuncia surgida en Argentina contra las personas involucradas en la violación de los derechos humanos durante la dictadura militar y extendida también por otros países del Cono Sur americano. La intención primordial es visibilizar en la protesta ciudadana a quienes, por distintas razones, quedan impunes ante los delitos o fechorías cometidas contra los derechos humanos.
En España los escraches se están dirigiendo contra personas con responsabilidades públicas que directa o indirectamente participan en situaciones injustas y que se muestran insensibles ante un problema de primer orden, como es el derecho a la vivienda, incumplido flagrantemente. Por eso se acude a los domicilios donde viven algunas de esas personas, donde tienen lugar concentraciones y actos de denuncia.
La reacción en el PP es de victimismo. La de los medios de comunicación próximos al gobierno y a dicho partido, que son la mayoría, está siendo la de criminalizar a las personas que participan en los escraches. Lo más moderado que se ha dicho de ellas ha sido la acusación de acoso e intimidación. Pero no han faltado las calificaciones de "violentos", "terroristas", "nazis", "fascistas"... La presidenta de la PAH, Ada Colau, está recibiendo de lo lindo en esta campaña difamatoria.
Lo último ha sido la orden gubernamental para que la policía actúe contra las personas que acuden a las convocatorias de escraches. Los sindicatos policiales han puesto el grito en el cielo. La asociación Jueces por la Democracia, por su parte, habla de una medida desproporcionada. Los gobiernos vasco (PNV) y catalán (CiU) han anunciado que no van ordenar a sus respectivas policías autonómicas que cumplan la orden gubernativa. La PAH, en fin, ha anunciado que continuará con las movilizaciones. Porque se sigue echando a la gente de sus casas, porque quienes son responsables siguen impunes y porque quienes gobiernan lo siguen permitiendo.
La polémica sigue servida. Los derechos humanos, mientras tanto, están en el alero. ¿Cómo quedará la cosa?
artículo 25 el derecho a la vivienda. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, aprobada en 1966, hace lo propio en su artículo 11. La Constitución Española, de 1978, dicen en su artículo 47: "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación".
La realidad, sin embargo, es otra. No se cumplen los tratados internacionales firmados por el estado español, que son de obligado cumplimiento. Tampoco la Constitución vigente, que ni sirve para permitir el acceso adecuado a la vivienda, pese a que las hay de sobra -en varios millones, quizás cinco-, ni para evitar la especulación del suelo, que se se ha extendido a lo largo y ancho del territorio. La vivienda, un derecho humano, se ha convertido, sin embargo, en un objeto que ha caído en manos de la fuerzas del mercado y, por ende, de una desaforada especulación. El resultado ha sido que muchas familias no han podido acceder a ella en condiciones adecuadas y dignas. Unas condiciones que han llevado a muchas familias a tener hipotecarse. Y como consecuencia de la pérdida de sus empleos, bastantes de esas familias no han podido afrontar los pagos, llegando a los desahucios, que se cuentan por algunos cientos de miles. La pérdida de la vivienda, que es de por sí traumática e injusta, no ha sido el único problema. Las cláusulas abusivas impuestas por los bancos han llevado en muchos casos a tener que soportar otras cargas añadidas.
La organización de las personas afectadas, las movilizaciones y la solidaridad ciudadana están dando lugar a resultados positivos, aunque todavía insuficientes. Todo ello ha servido para sensibilizar a la sociedad, que en amplios sectores percibe los desahucios como un problema prioritario. El éxito de la iniciativa popular legislativa que ha promovida la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) lo ha puesto de manifiesto. Ha obligado a cambiar al PP en la intención inicial de bloquear su tramitación parlamentaria, aunque lo haya hecho por pura demagogia. También ha sido un éxito que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea haya considerado que la legislación hipotecaria española es injusta y abusiva.
La cosa, sin embargo, está más que enrevesada. El PP está mareando la perdiz sobre el contenido de la iniciativa popular legislativa, negándose a reconocer hasta la dación en pago, que es la propuesta más moderada de dicha iniciativa. La presión ciudadana y de la propia PAH ha llevado a que se esté señalando a representantes del PP en las instituciones públicas. Es el llamado escrache. Una forma de denuncia surgida en Argentina contra las personas involucradas en la violación de los derechos humanos durante la dictadura militar y extendida también por otros países del Cono Sur americano. La intención primordial es visibilizar en la protesta ciudadana a quienes, por distintas razones, quedan impunes ante los delitos o fechorías cometidas contra los derechos humanos.
En España los escraches se están dirigiendo contra personas con responsabilidades públicas que directa o indirectamente participan en situaciones injustas y que se muestran insensibles ante un problema de primer orden, como es el derecho a la vivienda, incumplido flagrantemente. Por eso se acude a los domicilios donde viven algunas de esas personas, donde tienen lugar concentraciones y actos de denuncia.
La reacción en el PP es de victimismo. La de los medios de comunicación próximos al gobierno y a dicho partido, que son la mayoría, está siendo la de criminalizar a las personas que participan en los escraches. Lo más moderado que se ha dicho de ellas ha sido la acusación de acoso e intimidación. Pero no han faltado las calificaciones de "violentos", "terroristas", "nazis", "fascistas"... La presidenta de la PAH, Ada Colau, está recibiendo de lo lindo en esta campaña difamatoria.
Lo último ha sido la orden gubernamental para que la policía actúe contra las personas que acuden a las convocatorias de escraches. Los sindicatos policiales han puesto el grito en el cielo. La asociación Jueces por la Democracia, por su parte, habla de una medida desproporcionada. Los gobiernos vasco (PNV) y catalán (CiU) han anunciado que no van ordenar a sus respectivas policías autonómicas que cumplan la orden gubernativa. La PAH, en fin, ha anunciado que continuará con las movilizaciones. Porque se sigue echando a la gente de sus casas, porque quienes son responsables siguen impunes y porque quienes gobiernan lo siguen permitiendo.
La polémica sigue servida. Los derechos humanos, mientras tanto, están en el alero. ¿Cómo quedará la cosa?
Una historia del imperio de nuestros días
He adquirido en estos días
una nueva obra de Josep Fontana: Por el bien del
imperio. Una historia del
mundo desde 1945 (Barcelona, Pasado y Presente, 2011). Su título es muy esclarecedor
acerca del contenido del que versa. De su extensión -casi mil páginas de texto
y otras doscientas de notas bibliográficas- se puede desprender, de entrada,
que es ambiciosa. ¿El resultado?: para mí, altamente interesante. En el
planteamiento inicial, que hace en
Esta historia del mundo
abarca los años de la Guerra Fría ,
pero también la etapa que le ha seguido a su fin y que llega a nuestros días.
Está centrada en EEUU, a los que caracteriza como imperio, porque considera que
ha sido desde 1945 -y sigue siéndolo- la potencia más poderosa. Eso no
significa que no se refiera a la potencia que lideró el otro bloque, la URSS , sin que la exima de la
responsabilidad que ha tenido en lo ocurrido desde 1945. Tampoco se olvida del
resto del mundo, tanto de los países europeos como de los otros que han tenido
que sufrir el peso de los imperios coloniales en proceso de descomposición, de
sus siguientes intervenciones y, ante todo, de la acción directa de EEUU.
El libro parte de varias
aseveraciones, entre las que destacan dos: en el mundo de nuestros días “la
extensión de la democracia es poco más que una apariencia” y “vivimos en un
mundo más desigual” (p. 9). Y enseguida Fontana plantea el núcleo central de su
obra: independientemente de la división habida en el mundo entre dos bloques
antagónicos, con proyectos políticos y sociales diferentes, el hecho de que uno
de ellos haya sido derrotado y, como consecuencia, haya desaparecido no ha
supuesto que la potencia dominante del bloque vencedor haya olvidado lo que
realmente fue desde el primer momento su principal objetivo. Saca a la luz, para
romperlo, el mito de que EEUU haya sido
el defensor del “mundo libre” contra el comunismo, para resaltar que lo
que realmente se ha ido desarrollando ha sido un proyecto para dominar el mundo
desde el modelo capitalista (11). Un término, por cierto, rechazado desde el
mismo sistema por sus connotaciones negativas y sustituido en el tiempo por
otros como “el modo de vida americano” o “sistema de libre empresa”.
Hay, pues, formulación de
planteamientos y situaciones, pero
también una profundización que, con frecuencia, Fontana la hace con
brillantez. Por ello alude a personajes como George Kennan, que en los albores
de la guerra fría escribió: “diseñar una pauta de relaciones que nos permita
esta posición de disparidad [50 por ciento de la riqueza del mundo, pero sólo
el 6,3% de su población] sin detrimento
de nuestra seguridad nacional” (12, y 59 y ss.). Robert McNamara, que en los
años 60 expuso, en un memorándum dirigido al presidente Jonson, que el
liderazgo estadounidense “no podía ejercerse si alguna nación poderosa y
virulenta –sea Alemania, Japón, Rusia o China- se le permite que organice su
parte del mundo de acuerdo con una filosofía contraria a la nuestra” (12). A
Paul Wolfowitz, director de la Defense Planning Guidance, dependiente de la Secretaría de Defensa, que
en 1992 formuló cosas como éstas: “Nuestro primer objetivo es prevenir la
emergencia de un nuevo rival (…) [por lo que] debemos mantener los mecanismos
para disuadir a competidores potenciales” (12-13 y 767-768). Y más
recientemente, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa durante la primera
presidencia de George Bush jr., que dijo en 2001 en un discurso dirigido a militares
bombarderos: “o cambiamos la forma en que vivimos o cambiamos la forma en que
viven los otros. Hemos escogido esta última opción. Y sois vosotros los que nos
ayudaréis a alcanzar este objetivo” (13).
Resulta interesante los
retratos que hace de los distintos presidentes estadounidenses, insertando los
rasgos de su personalidad en el contexto en el que actúan y entre las personas
de las que se rodean: Harry Truman (40 y ss.), Ike Einsenhower (202 y ss.), Jonh
F. Kennedy (255 y ss.), Richard Nixon (451 y ss.), Gerald Ford (569 y ss.), Jimmy
Carter (575 y ss.), Ronald Reagan (609 y ss.), George Bush sr. (765 y ss.), Bill
Cinton (781 y ss.), George Bush jr. (839 y ss.) y Barak Obama (868 y ss.).
Entre los numerosos
asuntos que trata, pueden destacarse algunos de gran importancia: el nacimiento,
el macartismo, la guerra fría cultural, las intervenciones militares en Asia,
la destrucción de Vietnam, el papel de Israel en Oriente Próximo, la influencia
del lobby judío, el dominio sobre
América Central y del Sur, la sustitución en estos países de los desembarcos
directos de tropas por golpes de estado, el apoyo a las dictaduras por su mayor
estabilidad y defensa de sus intereses, la frialdad ante el continente africano
y la dejación de algunas funciones en manos de otras potencias (Francia,
Bélgica…), la lucha por los derechos civiles, el año 68, la reanudación de las relaciones
con China, la destrucción de Yugoslavia, los atentados del 11-S y un largo
etcétera.
Hay un tema, al que ha
denominado como “gran divergencia” (563 y ss. y 605 y ss.), término prestado de
Krugman, que cobra un gran interés. Se refiere con ello a la ruptura del pacto
social que se inició en los años 30 con Franklin D. Roosevelt, lo que llevó a
los gobiernos federales a una mayor atención al mundo de los derechos sociales
de la clase obrera y diversos sectores de la clase medias, ayudando, así, a la legitimación
interna de la política exterior de EEUU. Las bases ideológicas de la “gran
divergencia” fueron formuladas a principios de la década de los 70 por Lewis
Powell, para quien el sistema de libre empresa estaba en peligro, siendo
necesario desarrollar la batalla de las ideas y una acción política agresiva.
Durante la presidencia de Ford ya empezaron a aparecer en el escenario político
jóvenes conservadores que con el tiempo ocuparon puestos relevantes durante las
presidencias de los treinta años siguientes. También durante la presidencia del
demócrata Carter, en plena crisis económica, se plasmaron las primeras medidas
“divergentes”, que durante los mandatos de Reagan se extendieron e hicieron irreversibles.
Desde entonces, ex aequo con Margaret
Thatcher en el Reino Unido, se sentaron las bases de una involución social o
contrarrevolución conservadora basada, entre otros aspectos, en la desregulación
financiera, la bajada de impuestos a las rentas más altas, la privatización de
empresas públicas, la desregulación laboral, la pérdida de derechos sociales o la
destrucción de los sindicatos. Es decir, la conformación del capitalismo
neoliberal, que se ha ido extendiendo por otras partes del mundo, incluida la Europa Occidental.
El mismo que, sólo en EEUU, haya supuesto que si 1980 el 1% de la gente más
rica recibía el 9% de los ingresos, en 2007 haya alcanzado el 23,5%; o que los
impuestos pagados por los contribuyentes mayores, que en 1955 representaban el
51,2%, hayan pasado al 18,1% en 2010 (835).
Paralelamente al análisis
de estos cambios económicos Fontana hace lo propio con los habidos en el campo
internacional, con la reactivación de la guerra fría en los años 80 y las
consecuencias irreversibles, a la vez que insospechadas, que tuvo en el bloque liderado
por la URSS (605
y 659 y ss.). El aumento de los gastos militares en EEUU conllevó inicialmente
la respuesta de la URSS ,
cuyo elevado coste acabó poniendo al descubierto las deficiencias y debilidades
del sistema soviético.
También resultan de gran
importancia los capítulos siguientes, en los que Fontana deshace el mito de la
guerra fría a través de la constatación de una política exterior que EEUU va
adaptando a los nuevos tiempos (765 y ss. y 833 y ss.). Primero con Bush padre,
luego con Clinton, en mayor medida con Bush hijo y ahora con Obama, EEUU una potencia
que busca perpetuar su dominio mundial unilateral para satisfacer los intereses
de su clase dominante. Y para entender esto es necesario referirse a un nuevo consenso
interno (833-836): la vieja clase obrera y diversos los sectores de las clases
medias, víctimas de la “gran divergencia”, han dado paso a una nueva base social
y política más heterogénea, pero con la intención común de “convertir sus
resentimientos en acción política efectiva”. Se trata, en definitiva, de la
alianza entre neocons y grupos
fundamentalistas cristianos, que alcanzaron su apogeo durante la presidencia de
Bush hijo.
La crisis global iniciada
hace un lustro (931 y ss.) es tratada desde dos ángulos. El que afecta al mundo
rico, con su componente financiero y de destrucción del estado bienestar, y el
que lo hace al mundo en desarrollo o simplemente pobre, con aspectos como la crisis
alimentaria, la lucha por la tierra, el problema del agua, el asalto a la
agricultura campesina o la amenaza del hambre. Aunque no lo hace dentro de este
capítulo, que hubiera podido servir de contraste, Fontana destaca el importante
avance que se está dando a lo largo del siglo presente en varios países de
América Latina, donde se está dando a la vez crecimiento económico y
disminución de las desigualdades (557 y ss.).
A modo de conclusión, en lo
que denomina como triunfo del capitalismo realmente existente (966 y ss.), Fontana
lo asimila al mismo sistema que sigue generando guerras que además causan más
muertes civiles y que son buenas para el sistema; el del desastre económico y
humano de la antigua URSS y sus aliados; el del apoyo a dictaduras sanguinarias;
el de la falta de libertades en las antiguas colonias; el del elevado número de
personas que realizan trabajos forzosos; el del tráfico de niños y niñas; el de
sus explotación sexual; el de la mayor pobreza en los países más pobres; el de la
aparición de otras formas de pobreza en los desarrollados, incluidos los
propios EEUU; el del hambre que ya afecta a más de mil millones de personas; el
del aumento de las diferencias en la renta y bienestar entre los países; el de
la miseria del continente africano, donde una de cada tres personas sufre hambre
crónica…
lunes, 25 de marzo de 2013
Continúa la represión contra el pueblo saharaui
Me llegó el otro día un correo de
Amnistía Internacional denunciando las condenas impuestas hace un mes en
Marruecos por un tribunal militar a varias personas saharauis, acusadas de
haber llevado a cabo actos de violencia en noviembre de 2010 cuando se produjo
el desmantelamiento del campamento de Gdim Izik, próximo a El Aaiún. Más
concretamente han sido nueve las personas condenadas a cadena perpetua y otras
catorce a unas penas de cárcel que oscilan entre 20 y 30 años.
Desde Amnistía Internacional se denuncia la ausencia de garantías procesales, así como la existencia de torturas, malos tratos y coacciones a las personas detenidas y ahora condenadas.
Sobre lo ocurrido a finales de 2010 falta una investigación independiente. Durante varias semanas miles de saharauis levantaron un campamento con el fin de denunciar la situación que viven en el territorio ocupado por Marruecos. La intervención de la policía marroquí dio lugar a unos graves incidentes en el que perecieron varias personas. Los datos reales se desconocen, pese al empeño del gobierno marroquí por culpar a la población saharaui, maximizar las víctimas de la policía y minimizar las de la saharaui. Las fuentes saharauis y de organizaciones humanitarias son diferentes. Lo que parece más claro es que tras el desmantelamiento del campamento, la represión fue durísima. Las detenciones y arbitrariedades estuvieron a la orden del día. Las sentencias del tribunal militar no han dejado dudas. En Marruecos se sigue apostando por la violencia, la impunidad, la violación del derecho internacional...
Desde Amnistía Internacional se denuncia la ausencia de garantías procesales, así como la existencia de torturas, malos tratos y coacciones a las personas detenidas y ahora condenadas.
Sobre lo ocurrido a finales de 2010 falta una investigación independiente. Durante varias semanas miles de saharauis levantaron un campamento con el fin de denunciar la situación que viven en el territorio ocupado por Marruecos. La intervención de la policía marroquí dio lugar a unos graves incidentes en el que perecieron varias personas. Los datos reales se desconocen, pese al empeño del gobierno marroquí por culpar a la población saharaui, maximizar las víctimas de la policía y minimizar las de la saharaui. Las fuentes saharauis y de organizaciones humanitarias son diferentes. Lo que parece más claro es que tras el desmantelamiento del campamento, la represión fue durísima. Las detenciones y arbitrariedades estuvieron a la orden del día. Las sentencias del tribunal militar no han dejado dudas. En Marruecos se sigue apostando por la violencia, la impunidad, la violación del derecho internacional...
Adoctrinar
“Cree el
ladrón que todos son de su misma condición”. Así reza un dicho popular que
viene a cuento de la noticia aparecida en los medios de comunicación sobre una
campaña lanzada por Nuevas Generaciones de Castellón con el lema “Me quieren
adoctrinar, que no te líen”. Con ello se busca denunciar al profesorado
que “hace un uso inapropiado de a
libertad de cátedra” o que “atenta contra un modelo educativo neutro e imparcial”.
Se habla, además, de “imposiciones ideológicas” y de una Universidad
“secuestrada por la izquierda radical”. Pues nada, lo dicho al principio.
Censura a la razón
Hace dos días El País publicó en su edición digital un artículo de Juan Torres con el título "Alemania contra Europa". Sin embargo, fue retirado. Censurado, vamos. La explicación que ha dado la dirección del diario ha sido que contenía afirmaciones "inapropiadas". ¿Cuáles? Veámoslo: "Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse su espacio vital económico". Claro, Hitler y Merkel, la Alemania nazi y la Alemania de nuestros días.
Llevamos algunos años escuchando y leyendo la cantinela de los derroches en gasto público y de los rescates. De lo mal que se ha hecho en Irlanda, Portugal, España, Italia, Chipre..., como si en Alemania o Francia, los países líderes de a UE, todo se hubiera hecho bien. Como si quienes gobernaban en estos países no tuvieran nada que ver con el resto. Como si no se supiera nada de los préstamos de los bancos alemanes -en mayor medida-, franceses y británicos que iban a parar a los de otros países, para que desde estos últimos, a su vez, fueran a parar a quienes querían especular a pequeña escala, consumir más o no tenían más remedio que endeudarse para obtener una vivienda. Los rescates, ñores y ñoras, lo están siendo para los bancos matrices -esto es, alemanes, franceses, británicos y demás-, que quieren recuperar el nivel de beneficios que obtuvieron en los tiempos de vacas gordas. ¿Cómo? Obteniendo dinero del Banco Europeo al 1% para prestarlo al 5% o más a los países intervenidos. ¡Vaya negocio! Y que se joda -con perdón- la gente. Que pague en forma de menos sanidad, menos educación y menos prestaciones sociales. Que pague con más impuestos indirectos o sobre las rentas de trabajo. Que pague ahora -como en Chipre- con corralito o quite.
El espacio vital. Claro, de la burguesía financiera europea, donde la alemana juega un papel hegemónico. Decir estas cosas duele. Y así se puede entender la censura a Torres. Ha dado, una vez más, en la diana. ¡Son la voz de sus amos!
Llevamos algunos años escuchando y leyendo la cantinela de los derroches en gasto público y de los rescates. De lo mal que se ha hecho en Irlanda, Portugal, España, Italia, Chipre..., como si en Alemania o Francia, los países líderes de a UE, todo se hubiera hecho bien. Como si quienes gobernaban en estos países no tuvieran nada que ver con el resto. Como si no se supiera nada de los préstamos de los bancos alemanes -en mayor medida-, franceses y británicos que iban a parar a los de otros países, para que desde estos últimos, a su vez, fueran a parar a quienes querían especular a pequeña escala, consumir más o no tenían más remedio que endeudarse para obtener una vivienda. Los rescates, ñores y ñoras, lo están siendo para los bancos matrices -esto es, alemanes, franceses, británicos y demás-, que quieren recuperar el nivel de beneficios que obtuvieron en los tiempos de vacas gordas. ¿Cómo? Obteniendo dinero del Banco Europeo al 1% para prestarlo al 5% o más a los países intervenidos. ¡Vaya negocio! Y que se joda -con perdón- la gente. Que pague en forma de menos sanidad, menos educación y menos prestaciones sociales. Que pague con más impuestos indirectos o sobre las rentas de trabajo. Que pague ahora -como en Chipre- con corralito o quite.
El espacio vital. Claro, de la burguesía financiera europea, donde la alemana juega un papel hegemónico. Decir estas cosas duele. Y así se puede entender la censura a Torres. Ha dado, una vez más, en la diana. ¡Son la voz de sus amos!
viernes, 22 de marzo de 2013
La libertad de expresión del señor rector
Me enteré el otro día de la negativa por parte del rector de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández Ruipérez, para que Alfonso Fernández, más conocido como Alfon, hubiera podido participar como ponente en un acto que debería haberse celebrado hoy en una de las dependencias de la facultad de Filosofía. Organizado por el Colectivo Estudiantil Alternativo y Acción Antifascista de Salamanca, había contado inicialmente con la autorización del decanato de la facultad. La prensa salmantina, en especial el diario La Gaceta de Salamanca, se hizo eco de la denuncia del grupo Solución Independiente Universitaria, vinculado al partido neonazi Democracia Nacional, aireando los antecedentes policiales de Alfonso Fernández, el joven vallecano que fue detenido durante la huelga general del pasado 14 de noviembre y estuvo encarcelado hasta el mes de enero, acusado de la tenencia de una mochila con explosivos. Por lo ocurrido, dichas denuncias surtieron efecto desde el momento en que el propio rector salmantino impidió la presencia de Alfonso Fernández en la mesa del acto. La excusa fue que lo consideraba una persona sin relevancia: "el ponente no es el adecuado; una universidad pública debe elegir personas con relevancia profesional y este joven no cumple ningún requisito". Las reacciones no se han hecho esperar. Ayer se hizo público el escrito "Por la libertad de expresión en la universidad", firmado, entre otras personas, por importantes figuras del mundo universitario y de la cultura -aunque con escasa presencia, eso sí, del profesorado universitario salmantino. Hace un par de meses había que reivindicar la libertad para Alfon. Ahora hay que decir libertad de expresión para Alfon.
jueves, 21 de marzo de 2013
El espejismo del crecimiento de la última década
Ha aparecido un nuevo un informe de Foessa/Cáritas, esta vez con el título Desigualdad y derechos sociales. Análisis y perspectivas 2013. No tiene desperdicio. Se realiza un análisis de la sociedad española durante la última década tomando como referencia diversas variables y los resultados resultan demoledores. Se habla por ello de una década perdida.
Renta nacional
En 2011 estamos en el mismo nivel que en 2000: 13.000 euros, con un máximo en 2007. La desigualdad en la distribución ha aumentado, con el agravante de que se ha producido el hundimiento de las rentas más bajas. Se alerta del riesgo de enquistamiento.
Ocupación
Después de un crecimiento ininterrumpido del empleo desde 1994 hasta 2007, pasando de 12,5 millones a 20 millones, los últimos años han conocido un descenso brusco, con 15 millones de empleos en 2012.
Las tasas de desempleo, que oscilaron entre el 100% en 2001, el 12% en 2003 y el 8% en 2007, ha alcanzado en 2012, con el 26%, a algo más de la cuarta parte de la población activa. El paro juvenil resulta preocupante, no sólo por su aumento, sino porque éste lo ha hecho también en duración. Y en el caso de los hogares que tienen a todos sus miembros en paro, se ha cuadruplicado en cuatro años. 2,5% en 2008 y 10,6% en 2012.
Pobreza
Hay un frase que resulta muy ilustrativa de la realidad que estamos viviendo: "no existen precedentes previos de aumento de la pobreza en un intervalo temporal tan breve". La tasa es del 7%, siendo de las más altas de la UE, que la tiene del 2%. La pobreza severa se ha duplicado en cinco años, pasando de 300.000 hogares en 2007 a 630.000 en 2012. El empobrecimiento de determinados sectores de la población es creciente, siendo superior a la media de la UE.
Derechos sociales
El gasto social ha estado situado entre 2011 y 2011 en el 25%, habiendo aumentado al 29% entre 2009 y 2010. En relación a la media europea estamos por debajo, habiendo pasado del 80% en 2007 al 87% en 2011. Pero conviene recordar que ese aumento no se debe al correspondiente en las prestaciones en educación, salud o dependencia, que han bajado considerablemente, sino a las prestaciones de desempleo. En todo caso, existe una diferenciación en el acceso a los derechos sociales.
La reforma laboral de 2012 ha supuesto un recorte sustancial en la protección del trabajo. La cobertura del desempleo, por su parte, ha disminuido. El salario mínimo se ha estancado. Las pensiones se han desligado de la inflación. Los desahucios van en aumento, si bien la movilización ciudadana está produciendo resultados positivos inesperados.
El gasto educativo ha conocido un descenso pronunciado, lo que está afectando en mayor medida a los sectores más vulnerables al fracaso escolar. Y en cuanto a la prestación a las personas dependientes, se ha reducido el gasto público.
Renta nacional
En 2011 estamos en el mismo nivel que en 2000: 13.000 euros, con un máximo en 2007. La desigualdad en la distribución ha aumentado, con el agravante de que se ha producido el hundimiento de las rentas más bajas. Se alerta del riesgo de enquistamiento.
Ocupación
Después de un crecimiento ininterrumpido del empleo desde 1994 hasta 2007, pasando de 12,5 millones a 20 millones, los últimos años han conocido un descenso brusco, con 15 millones de empleos en 2012.
Las tasas de desempleo, que oscilaron entre el 100% en 2001, el 12% en 2003 y el 8% en 2007, ha alcanzado en 2012, con el 26%, a algo más de la cuarta parte de la población activa. El paro juvenil resulta preocupante, no sólo por su aumento, sino porque éste lo ha hecho también en duración. Y en el caso de los hogares que tienen a todos sus miembros en paro, se ha cuadruplicado en cuatro años. 2,5% en 2008 y 10,6% en 2012.
Pobreza
Hay un frase que resulta muy ilustrativa de la realidad que estamos viviendo: "no existen precedentes previos de aumento de la pobreza en un intervalo temporal tan breve". La tasa es del 7%, siendo de las más altas de la UE, que la tiene del 2%. La pobreza severa se ha duplicado en cinco años, pasando de 300.000 hogares en 2007 a 630.000 en 2012. El empobrecimiento de determinados sectores de la población es creciente, siendo superior a la media de la UE.
Derechos sociales
El gasto social ha estado situado entre 2011 y 2011 en el 25%, habiendo aumentado al 29% entre 2009 y 2010. En relación a la media europea estamos por debajo, habiendo pasado del 80% en 2007 al 87% en 2011. Pero conviene recordar que ese aumento no se debe al correspondiente en las prestaciones en educación, salud o dependencia, que han bajado considerablemente, sino a las prestaciones de desempleo. En todo caso, existe una diferenciación en el acceso a los derechos sociales.
La reforma laboral de 2012 ha supuesto un recorte sustancial en la protección del trabajo. La cobertura del desempleo, por su parte, ha disminuido. El salario mínimo se ha estancado. Las pensiones se han desligado de la inflación. Los desahucios van en aumento, si bien la movilización ciudadana está produciendo resultados positivos inesperados.
El gasto educativo ha conocido un descenso pronunciado, lo que está afectando en mayor medida a los sectores más vulnerables al fracaso escolar. Y en cuanto a la prestación a las personas dependientes, se ha reducido el gasto público.
lunes, 18 de marzo de 2013
De jubilaciones, corralitos, crisis
Siguen apretando la tuerca. El viernes el gobierno de nuestro país endureció aún más las condiciones para poder jubilarse. Quieren alargar la vida laboral de quienes ahora tenemos trabajo. Lo justifican con argumentos peregrinos. Mientras tanto, las nuevas generaciones sufren el paro y la precariedad, por lo que su vida laboral quedará de hecho corta. Se pretende, pues, que muramos con las botas puestas (o la bata, o el casco, o el lápiz, o el ordenador..., qué más da).
Y el sábado saltaron todas las alarmas: el anuncio del primer corralito en Europa, que lo está sufriendo ya Chipre. Para quien quiera saber más de esto último, que lea el artículo de Juan Torres en Público, que no tiene desperdicio: "Qué pasa en Chipre y por qué". Pretender salvar la deuda acumulada, sobre todo privada, aumentándola con préstamos en condiciones draconianas. ¿Lo de la isla oriental mediterránea es un aviso de lo que puede ocurrir en otros países, el nuestro entre ellos? Es, en todo caso, una prueba de que lo que llaman crisis la está pagando la inmensa mayoría de la población. Principalmente quienes tienen menos, con trabajo o sin él.
Y esto no para. Entre otras cosas, porque no está habiendo la resistencia social que se necesita. Aunque duela, es así. Es cierto que hay huelgas parciales, huelgas generales, manifestaciones, encierros, boicots..., pero no con el alcance debido para frenar los ataques duros y crecientes del capital. El miedo sigue instalado en mucha gente, que cree que levantar la voz puede hacer que las cosas vayan peor. En cierta medida es la actitud de quienes mantienen la ilusión de que de ésta se puede salir para volver a la etapa anterior. De ese antes que nos iba mejor en el mundo rico, aunque a la mayoría, sobre todo de los países del otro mundo, le fuera mal y cada vez peor. Por desgracia no se entiende que es una crisis sistémica. Desde ella se están sentando las bases de un sistema donde el dominio total de una minoría será aún más abrumador. Un totalitarismo de nuevo tipo, aun cuando se siga, de momento, presentándolo como democrático en lo político. Otra forma de fascismo, quizás.
Y el sábado saltaron todas las alarmas: el anuncio del primer corralito en Europa, que lo está sufriendo ya Chipre. Para quien quiera saber más de esto último, que lea el artículo de Juan Torres en Público, que no tiene desperdicio: "Qué pasa en Chipre y por qué". Pretender salvar la deuda acumulada, sobre todo privada, aumentándola con préstamos en condiciones draconianas. ¿Lo de la isla oriental mediterránea es un aviso de lo que puede ocurrir en otros países, el nuestro entre ellos? Es, en todo caso, una prueba de que lo que llaman crisis la está pagando la inmensa mayoría de la población. Principalmente quienes tienen menos, con trabajo o sin él.
Y esto no para. Entre otras cosas, porque no está habiendo la resistencia social que se necesita. Aunque duela, es así. Es cierto que hay huelgas parciales, huelgas generales, manifestaciones, encierros, boicots..., pero no con el alcance debido para frenar los ataques duros y crecientes del capital. El miedo sigue instalado en mucha gente, que cree que levantar la voz puede hacer que las cosas vayan peor. En cierta medida es la actitud de quienes mantienen la ilusión de que de ésta se puede salir para volver a la etapa anterior. De ese antes que nos iba mejor en el mundo rico, aunque a la mayoría, sobre todo de los países del otro mundo, le fuera mal y cada vez peor. Por desgracia no se entiende que es una crisis sistémica. Desde ella se están sentando las bases de un sistema donde el dominio total de una minoría será aún más abrumador. Un totalitarismo de nuevo tipo, aun cuando se siga, de momento, presentándolo como democrático en lo político. Otra forma de fascismo, quizás.
sábado, 16 de marzo de 2013
El neoliberalismo degrada la salud, mata
En EEUU, con el nivel de gasto sanitario per capita más elevado del mundo, tiene unos índices de salud peores que los europeos occidentales: esperanza de vida más baja, mortalidad infantil más elevada, mayores diferencias según el grupo social... Es el reino del neoliberalismo, con decenas de millones de personas sin cobertura médica, una red pública raquítica y empresas privadas que campan a sus anchas.
En España vamos camino delo mismo. Los recortes están afectando cada vez con más dureza. Están cerrando servicios de urgencia en centros de salud. Se masifican los servicios de urgencia. Se aloja por los pasillos a pacientes hospitalizados. Aumentan las muertes por falta de atención médica adecuada. Se incentiva la reducción en los gastos sanitarios. Todo ello, unido a la introducción de tasas en los medicamentos, en la expedición de recetas, en el uso de ambulancias...
El neoliberalismo mata. Lo hace de muchas maneras. Genera pobreza, hambre, guerras... Y también degrada la salud de la gente. Mata.
viernes, 15 de marzo de 2013
Teólogos progresistas sobre el nuevo Papa
Ayer dejé constancia de mis temores por el papel político que pueda jugar el nuevo Papa. Hoy me centro en lo que teólogos o cristianos del mundo progresista han declarado, en gran medida diferentes a lo que dejé entrever, a la vez que llenas de esperanza por que se produzca un cambio de rumbo en la Iglesia. Después de un tercio de siglo de mandatos conservadores con Juan Pablo II y Benedicto XVI, que les ha llevado incluso a ser castigados y criticados desde las altas jerarquías eclesiásticas, puede entenderse esa postura. Sus opiniones, en todo caso, ayudan a conocer mejor la figura del que fue cardenal Bergoglio y ahora es Francisco I. Helas aquí.
Adolfo Pérez Esquivel, luchador por los derechos humanos, especialmente durante la dictadura argentina, y Premio Nobel de la Paz en 1980, ha declarado sobre el nuevo Papa: "hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio no" (El Mundo, 14-03-2013). Ha precisado, no obstante, que "le faltó coraje para acompañar la lucha por los derechos humanos en los momentos difíciles".
Otro teólogo, el brasileño Leonardo Boff, ha incidido en eximirle de responsabilidad durante la dictadura. Es una de las más relevantes figuras de la Teología de la Liberación, lo que le llevó a ser suspendido a divinis por Juan Pablo II, si bien bajo la acción directa de Joseph Ratzinger, entonces Precepto para la Doctrina de la Fe. Como franciscano, tiene la esperanza de que el nuevo Papa marque una nueva senda en la Iglesia, poniendo de relieve que en el cónclave anterior ya fue el cardenal que disputó la elección frente a Ratzinger, una forma de marcar los límites de su conservadurismo (AGEPEBA).
Otro teólogo relevante, el alemán Hans Küng, que mantuvo una polémica con Joseph Ratzinger en los años setenta y ochenta, llegando a ser sancionado por Juan Pablo II, ha sido claro no en cuanto a su pasado, como en lo que espera de Francisco I: "creo que él asumirá una posición más reformista que la del papa anterior (...). Él no hará una revolución, sino que realizará reformas, lentamente" (El País de Costa Rica).
El teólogo Juan José Tamayo también ha sido consultado estos días en diversos medios de comunicación españoles. Dado su carácter progresista y, por tanto, muy crítico con los papas anteriores, su opinión resulta de interés. En este sentido ha resaltado varios aspectos: sus "llamamientos en favor de los pobres y desfavorecidos, lo que [garantiza] una conciencia social no tan presente en los cardenales occidentales"; su austeridad en la vida cotidiana, alejada de fastos y lujos de los que hacen gala numerosos jerarcas; su despreocupación política durante la dictadura; o su alineamiento con los sectores conservadores, "en contra de las tendencias progresistas que son habituales entre muchos jesuitas" (Redes Cristianas).
Para Francisco Bosch, estudiante de Teología salvadoreño, la elección de Bergoglio "No es la peor noticia", tal como ha titulado su artículo publicado ayer en Rebelión. A lo largo del mismo, donde describe luces y sombras de su trayectoria, dice que "tuvo un alejamiento de la Iglesia popular, comprometida con los pobres y un acercamiento (por decir poco) con las cúpulas de poder militares". También dice que desde su puesto en el arzobispado bonaerense "acompañó de diferentes maneras a sectores excluidos y maltratados". Considera que su mejor virtud es ser "un hombre abierto al diálogo". y por último, mirando hacia el Concilio Vaticano II y mencionando a Francisco de Asís, hace votos para que el nuevo Papa permita "abrir las ventanas de la Iglesia" y salir "al encuentro con el mundo".
Adolfo Pérez Esquivel, luchador por los derechos humanos, especialmente durante la dictadura argentina, y Premio Nobel de la Paz en 1980, ha declarado sobre el nuevo Papa: "hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio no" (El Mundo, 14-03-2013). Ha precisado, no obstante, que "le faltó coraje para acompañar la lucha por los derechos humanos en los momentos difíciles".
Otro teólogo, el brasileño Leonardo Boff, ha incidido en eximirle de responsabilidad durante la dictadura. Es una de las más relevantes figuras de la Teología de la Liberación, lo que le llevó a ser suspendido a divinis por Juan Pablo II, si bien bajo la acción directa de Joseph Ratzinger, entonces Precepto para la Doctrina de la Fe. Como franciscano, tiene la esperanza de que el nuevo Papa marque una nueva senda en la Iglesia, poniendo de relieve que en el cónclave anterior ya fue el cardenal que disputó la elección frente a Ratzinger, una forma de marcar los límites de su conservadurismo (AGEPEBA).
Otro teólogo relevante, el alemán Hans Küng, que mantuvo una polémica con Joseph Ratzinger en los años setenta y ochenta, llegando a ser sancionado por Juan Pablo II, ha sido claro no en cuanto a su pasado, como en lo que espera de Francisco I: "creo que él asumirá una posición más reformista que la del papa anterior (...). Él no hará una revolución, sino que realizará reformas, lentamente" (El País de Costa Rica).
El teólogo Juan José Tamayo también ha sido consultado estos días en diversos medios de comunicación españoles. Dado su carácter progresista y, por tanto, muy crítico con los papas anteriores, su opinión resulta de interés. En este sentido ha resaltado varios aspectos: sus "llamamientos en favor de los pobres y desfavorecidos, lo que [garantiza] una conciencia social no tan presente en los cardenales occidentales"; su austeridad en la vida cotidiana, alejada de fastos y lujos de los que hacen gala numerosos jerarcas; su despreocupación política durante la dictadura; o su alineamiento con los sectores conservadores, "en contra de las tendencias progresistas que son habituales entre muchos jesuitas" (Redes Cristianas).
Para Francisco Bosch, estudiante de Teología salvadoreño, la elección de Bergoglio "No es la peor noticia", tal como ha titulado su artículo publicado ayer en Rebelión. A lo largo del mismo, donde describe luces y sombras de su trayectoria, dice que "tuvo un alejamiento de la Iglesia popular, comprometida con los pobres y un acercamiento (por decir poco) con las cúpulas de poder militares". También dice que desde su puesto en el arzobispado bonaerense "acompañó de diferentes maneras a sectores excluidos y maltratados". Considera que su mejor virtud es ser "un hombre abierto al diálogo". y por último, mirando hacia el Concilio Vaticano II y mencionando a Francisco de Asís, hace votos para que el nuevo Papa permita "abrir las ventanas de la Iglesia" y salir "al encuentro con el mundo".
jueves, 14 de marzo de 2013
¿En qué país estamos?
Ha salido hoy la noticia de que en las instancias judiciales de la Unión Europea se ha calificado como abusiva a la legislación hipotecaria española. ¿Quién es, pues, responsable de las decenas de miles de desahucios que se están llevando a cabo? ¿Quién de los miles de personas que se están quedando en la calle o viviendo de la ayuda de la gente? ¿Quién de los crecientes casos de suicidio provocados por esa situación? Hace unos días leíamos del encarcelamiento de un antiguo ministro británico por mentir acerca de una multa de tráfico. ¿Cuanta gente involucrada en casos de corrupción en nuestro país ha ido a la cárcel? Hoy se quejaba el portavoz del PP en el Congreso de la dilación de la justicia en el caso Bárcenas ¿Acaso su partido no participa de una forma activa en que eso ocurra con el empleo de la maquinaria jurídica que busca entorpecer los procesos abiertos para que al final salga su gente indemne? ¿En qué país estamos?
Mis temores ante el nuevo Papa
Jorge Mario Bergoglio es el nuevo Papa. Ha adoptado el nombre de Francisco, que, por ser el primero, añade el número romano I. Pertenece a la antaño muy influyente Compañía de Jesús, hoy -al menos hasta ahora- oscurecida por otros grupos de carácter muy conservador, como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo, el movimiento neocatecumenal o Comunión y Liberación. Que no sea italiano ya no es una sorpresa, después del paso del polaco Karol Wojtyla y el alemán Joseph Ratzinger, pero sí lo es que provenga del continente americano y más concretamente, de un país del cono sur.
Supe de él hace uno años, siendo arzobispo de Buenos Aires, a través del libro El silencio (2005, Buenos Aires, Editorial Sudamericana), escrito por el periodista argentino Horacio Verbitsky, que en el subtítulo puso el nombre del actual Papa: De Paulo VI a Bergoglio. Las relaciones secretas de la Iglesia con la ESMA. ¿De qué va el libro y qué tiene que ver con este personaje? En la contraportada puede leerse lo siguiente: "Las relaciones secretas que este libro revela después de casi tres décadas de silencio incluyen la seducción que el almirante Massera ejercía sobre Paulo VI; el doble juego del ahora cardenal primado, Jorge Bergoglio; y la colaboración del nuncio Pío Laghi y del secretario del vicariato castrense". En las páginas centrales se describen distintas situaciones vividas por varias personas ligadas a la Iglesia, dos de ellas sacerdotes jesuitas, que fueron secuestradas y sometidas a torturas. Y en ellas se encuentra Bergoglio, por entonces provincial de la Compañía, del que no queda claro el papel que jugó. Para algunas de esas personas, su actuación no fue limpia. En todo caso queda la sombra de la duda.
De lo que no hay duda es que la jerarquía eclesiástica argentina se mantuvo junto a la dictadura y que públicamente no alzó la voz contra las acciones que llevaron a la muerte y desaparición de varias decenas de miles de personas. El propio Bergoglio tampoco alzó su voz, aunque él ha defendido que ayudó a liberar, entre otra gente, a los sacerdotes jesuitas detenidos.
Horacio Vervitsky sabe mucho de él. Ha investigado mucho más de lo que en el libro El silencio aparece. Desde ayer se van publicando artículos suyos en el periódico Página 12 dedicados al nuevo Papa (hoy pueden verse en la red: "Bergoglio y su relación con la dictadura", "Un ersatz"...). Y no hay duda de la dimensión política del personaje: siempre vinculado a grupos conservadores, como la Guardia de Hierro peronista de los años 70 o, más recientemente, al dirigente peronista y expresidente Eduardo Duhalde; nada crítico con la dictadura; y enfrentado al matrimonio Kirchner, al que ha acusado sucesivamente -primero, Néstor; y luego, Cristina- de fomentar la confrontación política.
Resulta sorprendente el discurso que realiza este tipo de jerarcas de la Iglesia. Hablan mucho de la lucha contra pobreza y contra las injusticias sociales. Y para ello proponen como alternativa las obras de caridad. A la vez son muy beligerantes con determinados aspectos de la vida civil que se reivindican convertirlos en derechos reconocidos, como el divorcio, el aborto o el matrimonio homosexual. Se han mantenido sumisos frente a los gobernantes que han reprimido con dureza a sus pueblos o que han llevado a cabo políticas económicas que han sumido o ahondado en la pobreza a amplios sectores de la población. Sin embargo, no les ha temblado ni el pulso ni la voz a la hora de lanzar tremendas diatribas contra gobernantes que intentan mejorar las condiciones de vida de la gente -a costa, eso sí, de quienes más tienen- o satisfacer las reivindicaciones civiles.
Me temo que el nuevo Francisco I haya sido elegido para cumplir un objetivo concreto, de una manera similar a lo que ocurrió a finales de los 70 cuando fue elegido Wojtila. Si éste, como Juan Pablo II, sirvió de gran utilidad para dinamitar desde dentro al bloque oriental, el actual Papa puede serlo para, de momento, horadar el movimiento liberador que en el continente lleva más de una década buscando un camino alternativo al sistema dominante. Se trata de jerarcas sumisos a la gente poderosa, aun cuando ésta sea de lo más horrendo, con una sensibilidad social de postín y con un verbo que, sin rubor, se dedica a fustigar a quienes molestan.
Francisco I no es un hombre de la Iglesia de la gente pobre y de esa gente católica tan numerosa en América Latina que se alinea con movimientos populares que aúnan sus creencias religiosas con la liberación social. Lo es de la Iglesia de la gente rica. De esa que, al decir de un texto evangélico, lo tiene muy difícil para entrar en el reino de los cielos.
Supe de él hace uno años, siendo arzobispo de Buenos Aires, a través del libro El silencio (2005, Buenos Aires, Editorial Sudamericana), escrito por el periodista argentino Horacio Verbitsky, que en el subtítulo puso el nombre del actual Papa: De Paulo VI a Bergoglio. Las relaciones secretas de la Iglesia con la ESMA. ¿De qué va el libro y qué tiene que ver con este personaje? En la contraportada puede leerse lo siguiente: "Las relaciones secretas que este libro revela después de casi tres décadas de silencio incluyen la seducción que el almirante Massera ejercía sobre Paulo VI; el doble juego del ahora cardenal primado, Jorge Bergoglio; y la colaboración del nuncio Pío Laghi y del secretario del vicariato castrense". En las páginas centrales se describen distintas situaciones vividas por varias personas ligadas a la Iglesia, dos de ellas sacerdotes jesuitas, que fueron secuestradas y sometidas a torturas. Y en ellas se encuentra Bergoglio, por entonces provincial de la Compañía, del que no queda claro el papel que jugó. Para algunas de esas personas, su actuación no fue limpia. En todo caso queda la sombra de la duda.
De lo que no hay duda es que la jerarquía eclesiástica argentina se mantuvo junto a la dictadura y que públicamente no alzó la voz contra las acciones que llevaron a la muerte y desaparición de varias decenas de miles de personas. El propio Bergoglio tampoco alzó su voz, aunque él ha defendido que ayudó a liberar, entre otra gente, a los sacerdotes jesuitas detenidos.
Horacio Vervitsky sabe mucho de él. Ha investigado mucho más de lo que en el libro El silencio aparece. Desde ayer se van publicando artículos suyos en el periódico Página 12 dedicados al nuevo Papa (hoy pueden verse en la red: "Bergoglio y su relación con la dictadura", "Un ersatz"...). Y no hay duda de la dimensión política del personaje: siempre vinculado a grupos conservadores, como la Guardia de Hierro peronista de los años 70 o, más recientemente, al dirigente peronista y expresidente Eduardo Duhalde; nada crítico con la dictadura; y enfrentado al matrimonio Kirchner, al que ha acusado sucesivamente -primero, Néstor; y luego, Cristina- de fomentar la confrontación política.
Resulta sorprendente el discurso que realiza este tipo de jerarcas de la Iglesia. Hablan mucho de la lucha contra pobreza y contra las injusticias sociales. Y para ello proponen como alternativa las obras de caridad. A la vez son muy beligerantes con determinados aspectos de la vida civil que se reivindican convertirlos en derechos reconocidos, como el divorcio, el aborto o el matrimonio homosexual. Se han mantenido sumisos frente a los gobernantes que han reprimido con dureza a sus pueblos o que han llevado a cabo políticas económicas que han sumido o ahondado en la pobreza a amplios sectores de la población. Sin embargo, no les ha temblado ni el pulso ni la voz a la hora de lanzar tremendas diatribas contra gobernantes que intentan mejorar las condiciones de vida de la gente -a costa, eso sí, de quienes más tienen- o satisfacer las reivindicaciones civiles.
Me temo que el nuevo Francisco I haya sido elegido para cumplir un objetivo concreto, de una manera similar a lo que ocurrió a finales de los 70 cuando fue elegido Wojtila. Si éste, como Juan Pablo II, sirvió de gran utilidad para dinamitar desde dentro al bloque oriental, el actual Papa puede serlo para, de momento, horadar el movimiento liberador que en el continente lleva más de una década buscando un camino alternativo al sistema dominante. Se trata de jerarcas sumisos a la gente poderosa, aun cuando ésta sea de lo más horrendo, con una sensibilidad social de postín y con un verbo que, sin rubor, se dedica a fustigar a quienes molestan.
Francisco I no es un hombre de la Iglesia de la gente pobre y de esa gente católica tan numerosa en América Latina que se alinea con movimientos populares que aúnan sus creencias religiosas con la liberación social. Lo es de la Iglesia de la gente rica. De esa que, al decir de un texto evangélico, lo tiene muy difícil para entrar en el reino de los cielos.
domingo, 10 de marzo de 2013
Cerebrito y fundamentalista
Lo primero no resulta extraño. Era un cerebrito. Estudié con él varios años, en la primaria y en el bachillerato. Siempre destacó por su brillantez en las Matemáticas. También era un excelente dibujante. Tenía buen trazo, aunque con tendencia a la técnica naif de los dibujos animados. El color era secundario para él, primando la línea y lo narrativo. Intenté aprender de él y hasta en alguna ocasión hasta lo imité. Perdí su pista cuando me alejé del colegio de curas. Sí supe de su marcha a Madrid a estudiar una ingeniería. La red me ha permitido averiguar que ha tenido una carrera profesional variada, donde aparecen algunas facultades universitarias, algún centro oficial de investigación y una aventura de ejecutivo empresarial que parece sólida. Por lo que he indagado, puede que hasta haya sido un pionero en el empleo de la informática. En todo caso, ha aunado su formación técnica, su innato dominio de las Matemáticas y algo que, por lo que he observado, ha adquirido por su paso por uno de los centros universitarios, a saber, la preocupación por la dieta alimenticia.
Y pasando a lo segundo, sobre su relación con lo religioso, no me ha sorprendido tanto su vinculación con una confesión rara en nuestro país, como por las connotaciones que tiene. No sé si llegó a ella por su interés por el vegetarianismo o al contrario. Es igual. El caso es que está acusada de atentar contra los derechos humanos en los centros de enseñanza de los que disponen. Lugares donde se enfatiza la perspectiva creacionista de la vida. Y también de los que se dice que emplean técnicas de manipulación hacia menores que conllevan riesgo de destrucción de su personalidad. No son acusaciones baladíes. Las han hecho colegios de profesionales de la Psicología y varias instituciones oficiales. Y allí, dentro o en medio, se encuentra mi antiguo compañero de estudios, cerebrito y con una trayectoria profesional brillante.
sábado, 9 de marzo de 2013
Amistades entrañables
¿Qué hace en este país? ¿Por qué su residencia está tan cerca del palacio de la Zarzuela? ¿Ha sido la Casa real quien ha pagado los gastos de su reforma? ¿Por qué el gobierno dice que no es de su competencia informar sobre lo que allí ocurre? ¿Por qué tanto silencio oficial? ¿Qué quiere decir "entrañable amistad"?¿Qué hacía un año atrás con el monarca en su cacería de Botswana? ¿Tiene pasaporte diplomático español? ¿Ha tenido escolta oficial? ¿Qué hay detrás de su preocupación por encontrar trabajo al yerno involucrado en delitos graves? ¿Qué pinta el CNI en toda esta historia? ¿Por qué hay medios de comunicación que están haciendo una campaña para lavar su imagen? ¿A qué se dedica? ¿Y el monarca, qué?
jueves, 7 de marzo de 2013
Luis García Montero sobre Chávez
Todos los medios de comunicación tienen en sus portadas a Hugo Chávez. No es para menos, teniendo en cuenta la dimensión adquirida por haber estado al frente de un proceso revolucionario de nuevo cuño. Principalmente en su país, pero también en distintos grados de influencia sobre el continente latinoamericano. Los artículos y los comentarios son diversos. Sin que falten panegíricos, predominan las críticas. En algunos casos, con claras connotaciones denigratorias e infames. En otros, con un carácter más o menos abierto de paternalismo. Normal. Hoy he leído un artículo en Público de Luis García Montero titulado "Nuestros demócratas y Chávez: ¿por qué no se callan?. Lo recomiendo. Pone los puntos sobre las íes.
miércoles, 6 de marzo de 2013
En la muerte de Hugo Chávez
Se puso al frente de un pueblo que quiso salir de la miseria. De la postración a la que le habían condenado desde siglos. Fue valiente y decidido. Primero, creyendo que la vía de las armas era el camino para desprenderse de la vieja oligarquía, avara e impenitente como todas. Luego, entendiendo que las urnas abrían un horizonte mucho más seguro para conseguir las riendas del estado. Siempre tuvo la seguridad de que no podía ir solo, ni con sus compañeros de armas, ni con con sus camaradas de las organizaciones políticas. Supo que tenía detrás, al lado y delante el aliento del pueblo, y por eso se fundió en él para verlo, escucharlo y sentirlo. Después de ganar las elecciones presidenciales en 1999, no dejó de cosechar un triunfo tras otro, con la única excepción del referéndum para la reforma constitucional de 2007. Con él ha disminuido enormemente la miseria en Venezuela. Las rentas del petróleo dejaron de ser el maná de la oligarquía y sus compinches para pasar a ser viviendas, educación, sanidad, carreteras, electricidad... Se convirtió en el nuevo líder de América Latina. Le siguieron sus pasos, en diferentes grados, más países. Reconoció la figura de Cuba y fortaleció una alianza provechosa entre hermanos iguales. Aunó a los dirigentes del continente para crear el ALBA, la CELAC... Inicia el camino de hacer realidad su sueño bolivariano. Allá donde iba, lo admiraban, porque entendieron el papel que estaba representando. Hubo quien le odió. Primero, en su propio país, claro. Por quienes se habían reído de la gente, enriqueciéndose o aprovechándose de los favores de la oligarquía. Desde el imperio, por supuesto. Desde la vecina Colombia, donde su presidente Álvaro Uribe jugó a provocar un enfrentamiento armado. Desde Europa, también imperialista, cuyos dirigentes y y corifeos de los medios de comunicación no han dejado de dar muestras de sus intereses y de puro servilismo. Para ello han utilizado todo tipo de artimañas. Promovieron golpes de estado, buscaron el enfrentamiento armado con países vecinos, orquestaron campañas mediáticas denigratorias, financiaron las campañas electorales de la oposición... Le han llamado golpista, dictador, demagogo, populista... No ha faltado referirse a su físico, con términos como mono, gorila... Y es que nunca le han perdonado lo que ha hecho por su pueblo, el venezolano, el latinoamericano. El mismo de donde, al fin y al cabo salió y siempre formó parte.