Ayer dejé constancia de mis temores por el papel político que pueda jugar el nuevo Papa. Hoy me centro en lo que teólogos o cristianos del mundo progresista han declarado, en gran medida diferentes a lo que dejé entrever, a la vez que llenas de esperanza por que se produzca un cambio de rumbo en la Iglesia. Después de un tercio de siglo de mandatos conservadores con Juan Pablo II y Benedicto XVI, que les ha llevado incluso a ser castigados y criticados desde las altas jerarquías eclesiásticas, puede entenderse esa postura. Sus opiniones, en todo caso, ayudan a conocer mejor la figura del que fue cardenal Bergoglio y ahora es Francisco I. Helas aquí.
Adolfo Pérez Esquivel, luchador por los derechos humanos, especialmente durante la dictadura argentina, y Premio Nobel de la Paz en 1980, ha declarado sobre el nuevo Papa: "hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio no" (El Mundo, 14-03-2013). Ha precisado, no obstante, que "le faltó coraje para acompañar la lucha por los derechos humanos en los momentos difíciles".
Otro teólogo, el brasileño Leonardo Boff, ha incidido en eximirle de responsabilidad durante la dictadura. Es una de las más relevantes figuras de la Teología de la Liberación, lo que le llevó a ser suspendido a divinis por Juan Pablo II, si bien bajo la acción directa de Joseph Ratzinger, entonces Precepto para la Doctrina de la Fe. Como franciscano, tiene la esperanza de que el nuevo Papa marque una nueva senda en la Iglesia, poniendo de relieve que en el cónclave anterior ya fue el cardenal que disputó la elección frente a Ratzinger, una forma de marcar los límites de su conservadurismo (AGEPEBA).
Otro teólogo relevante, el alemán Hans Küng, que mantuvo una polémica con Joseph Ratzinger en los años setenta y ochenta, llegando a ser sancionado por Juan Pablo II, ha sido claro no en cuanto a su pasado, como en lo que espera de Francisco I: "creo que él asumirá una posición más reformista que la del papa anterior (...). Él no hará una revolución, sino que realizará reformas, lentamente" (El País de Costa Rica).
El teólogo Juan José Tamayo también ha sido consultado estos días en diversos medios de comunicación españoles. Dado su carácter progresista y, por tanto, muy crítico con los papas anteriores, su opinión resulta de interés. En este sentido ha resaltado varios aspectos: sus "llamamientos en favor de los pobres y desfavorecidos, lo que [garantiza] una conciencia social no tan presente en los cardenales occidentales"; su austeridad en la vida cotidiana, alejada de fastos y lujos de los que hacen gala numerosos jerarcas; su despreocupación política durante la dictadura; o su alineamiento con los sectores conservadores, "en contra de las tendencias progresistas que son habituales entre muchos jesuitas" (Redes Cristianas).
Para Francisco Bosch, estudiante de Teología salvadoreño, la elección de Bergoglio "No es la peor noticia", tal como ha titulado su artículo publicado ayer en Rebelión. A lo largo del mismo, donde describe luces y sombras de su trayectoria, dice que "tuvo un alejamiento de la Iglesia popular, comprometida con los pobres y un acercamiento (por decir poco) con las cúpulas de poder militares". También dice que desde su puesto en el arzobispado bonaerense "acompañó de diferentes maneras a sectores excluidos y maltratados". Considera que su mejor virtud es ser "un hombre abierto al diálogo". y por último, mirando hacia el Concilio Vaticano II y mencionando a Francisco de Asís, hace votos para que el nuevo Papa permita "abrir las ventanas de la Iglesia" y salir "al encuentro con el mundo".