Diseñar carteles en este país se está convirtiendo en una tarea difícil. No tanto por crearlos, como que los demonicen o te los retoquen hasta destrozarlos. Son ya varios los casos que he comentado en este cuaderno. Recuerdo la entrada que dediqué en 2012 a una manipulación en el logo de la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos de 2020 con el fin de que apareciera una corona. O el ataque homófobo al cartel de la Navidad 2017 de Sevilla por la imagen del arcángel Gabriel. O, más recientemente, la controversia en torno al Cristo cuasi desnudo del cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024.
Pues bien, ahora le toca el turno a Valladolid y su Semana Internacional dedicada al cine, la Seminci, donde han sustituido los sensuales labios rojos de su cartel por otros que, puestos a imaginarlos, parecen más dos signos de paréntesis dispuestos horizontalmente. Pobre Manolo Sierra, el artista afectado, que ha visto cómo la censura moralizante de la concejalía de Cultura (¡¿?!) de la ciudad ha desnaturalizado su trabajo. Y, además, por el módico precio de 14.500 euros, que es lo que ha costado renovar los carteles.