Ayer se presentó en Barbate el libro Tres días del 33 (Libros de la Herida, 2022), escrito por Ramón Pérez Montero. Profesor de Educación Secundaria, ya jubilado, de Lengua Española y Literatura, es autor varios libros: de historia ha escrito Crónica del desarraigo
(2014); de poesía, La mirada inclemente
(2012), Palabra de Adán (2016); de
novela, Mi nunca dicha razón de amor
(1996), Tarde sin orillas (1998), Princesa en la red (2002), Eras la noche (2020), Relato ilustrado (2022) y, claro está, Tres días del 33 (2023). Tampoco le falta colaborar en varios medios, como Diario de Cádiz y La Voz de Cádiz.
El acto de ayer, muy entrañable, tuvo lugar en La Tienda D'Estraza, donde nos congregamos un grupo de vecinos y vecinas con el fin de conocer algunos pormenores del contenido de un libro que, por distintas razones, nos resulta próximo. Primero, porque Casas Viejas -desde principios de los años noventa, oficialmente, Benalup-Casas Viejas, después de su segregación de Medina Sidonia- no deja de ser un municipio cercano. Y también, porque uno de sus hijos, Francisco Estudillo Orellana, acabó recalando en los años cincuenta en Barbate, donde conoció un fuerte arraigo con su numerosa prole. Y como "Paquito el de la Luz" aparece en uno de los pasajes de la novela (p. 181 y ss.).
Lo que a continuación viene es un texto que fui preparando desde el verano, con el fin de ordenar la información que tenía sobre lo ocurrido en esos tres días de enero del 1933 y que alcanzó dramáticamente una dimensión que inusitada en su momento, y llegó a saltar las fronteras del país y hasta del tiempo.
1. El tiempo y el
escenario
El trasfondo: la propiedad de la tierra; los sopacas, migrantes de los
pueblos colindantes malagueños que al principio buscaban temporalmente trabajo y acabaron asentándose en Casas Viejas; la miseria de una inmensa
mayoría y la explotación humana…; la vieja aristocracia, con el ducado de Medina Sidonia,
la familia Pardo Figueroa, el marquesado de Negrón…; los nuevos terratenientes surgidos
en el siglo XIX a la sombra de las desamortizaciones, como las familias Vela y
Espina.
Los antecedentes: a principios de siglo XX fueron
llegando las ideas anarquistas; en 1914
se creó el primer sindicato, con José Olmo García a la cabeza; en 1915 se produjo el suicidio Gaspar Zumaquero Vera; años después, con la llegada de la República,
surgió el núcleo socialista…
La coyuntura general: una República que, a la vez, ilusionó y desilusionó a quienes la acogieron con esperanza; también una República que desde el primer momento contó con la oposición de quienes desde siglos ostentaban el poder; una reforma
agraria que llegó tarde y una aplicación que se retardó; una forma de entender el orden público –represiva- por parte del sector republicano del Gobierno; unas
contradicciones entre los grupos obreros (CNT vs. UGT-PSOE) y en el seno del movimiento anarcosindicalista
(radicales vs. moderados, FAI-JJLL vs.
treintistas).
Los sucesos: la noche del 10 de enero de 1933 se tomó
en asamblea la decisión de acatar la convocatoria de una huelga general que ya
había sido desconvocada; durante las primeras horas del día 11 se llevaron a
cabo los preparativos (corte de la línea telefónica, excavación de zanjas,
acopio de armas, conversación con el alcalde pedáneo, proclamación del
comunismo libertario…); al amanecer se dio el asalto al cuartel de la
Guardia Civil; desde media mañana fueron llegando los refuerzos, primero de
guardias civiles y luego de guardias de asalto; por la tarde, con el teniente
Gregorio Fernández Artal al frente, se inició el asedio de la choza de
“Seisdedos”; en los primeros momentos del día 12 llegó el capitán de Asalto Manuel Rojas
Feigenspan, quien, todavía amaneciendo, ordenó el ataque e incendio de la
choza; luego, a lo largo de la mañana, se llevaron a cabo las razias en las calles
Medina y Nueva; y como balance, en total, 29 muertes: 3, de guardias; 4, de víctimas
colaterales; 9, en la choza; y 13, en las razias.
Lo ocurrido se fue conociendo por la
opinión pública poco a poco: primero, de una forma manipulada y a través de la
prensa (Diario de Cádiz, ABC, El
Sol…), la versión oficial, que estaba basada en presentar lo ocurrido como un enfrentamiento entre iguales; luego
fueron saliendo a la luz hechos reales, publicados, sobre todo, en la prensa
anarquista (en CNT, por Miguel Pérez Cordón; en La
Libertad, por Ramón J. Sender; en La
Tierra, por Eduardo de Guzmán; en
Tierra y Libertad, por José Miranda de Sardi…); algunas de estas informaciones,
con el tiempo, se convierten en libros, fueran reportajes (Guzmán, Sender…) o
de literatura (Federica Montseny, Lucía Sánchez Saornil…); desde el 19 de febrero, con la primera
visita parlamentaria, se fue sabiendo que la realidad no fue otra cosa que una masacre; la información se fue ampliando a través de las investigaciones y los testimonios que se hicieron -fueran reales, interesados, cambiantes…- durante las pesquisas policiales y judiciales, y en los propios juicios; eso conllevó la distorsión, manipulación y utilización de parte de lo ocurrido, sobre todo desde los grupos y medios de la derecha, con el claro objetivo de derribar al Gobierno; pasados los
años fueron entrando en escena los historiadores y/o antropólogos; primero, en
los 50, lo hizo Eric J. Hobsbawm, con su interpretación fallida; luego, en los 60 y 70, Jerome Mintz, que dio la voz a protagonistas y aclaró dudas, malentendidos y falsedades; después, en los 70 y 80, Gérard Brey, Jacques Maurice…; más recientemente, José Luis Gutiérrez Molina, Salustiano Gutiérrez Baena, Jesús Núñez Calvo, Tano Ramos…
Lo que
se cuenta en la novela, como parte de lo que ocurrió, entra de lleno en las profundidades de
la condición humana ante situaciones
extremas: primero, ante el dilema de apoyar o no la convocatoria de huelga; luego, en el momento en que se inició; después, tras la derrota; y finalmente,
durante la dictadura. Unos comportamientos variados, tales como el miedo, la heroicidad,
la cobardía, la traición, la lealtad, la coherencia, los malentendidos, las acusaciones,
las falsedades…
2. Un diálogo entre la
historia y la literatura
En la
novela hay un permanente ejercicio por mantener la memoria:
(...) hay muchos que
tratan de borrar las huellas del dolor y del violento torbellino de la muerte (p. 34).
[A veces es] Una
Verdad se acaba fragmentando en miles de pequeñas verdades (p. 34).
Pero existen otros
buscadores de
ese oro de la Verdad. Aquellos [Mintz, Gutiérrez Baena, Núñez…] que, en ese río revuelto, escudriñan entre el cieno de los testimonios y la arena de las pruebas (p. 35).
En
ese intento se da una pugna entre lo propiamente histórico y lo literario, pues
mientras que para el autor el historiador
busca, conecta, tranquiliza…:
ha de recurrir a
la ficción lineal del tiempo” y “acaba hilvanando otro relato fantástico (p.
528).
El novelista tiene otro cometido:
ha de escapar del corsé de
esa narrativa canalizada que se basa en una concepción de la historia que se
basa en su imaginario valle fluvial. El novelista no puede someterse a esa
tiranía del paso lineal del tiempo desde el pasado al futuro, con pausas
efímeras en el presente (p. 528).
Como
recurso literario en la novela está presente en algunos pasajes el realismo mágico; así, por ejemplo, ya muertos, el guardia civil García Chuecos le
dice en un momento a su sargento:
Fíjese usted, mi
sargento, quién nos iba a decir que íbamos a hacer este camino juntos (p.
287).
Y también cuando Manuela Lago, una joven que pertenecía al grupo anarquista Amor y Armonía, y que murió carbonizada
en la choza de “Seisdedos”, se dice a sí misma:
Ahora tengo las
alpargatas blancas manchadas de sangre, mi cara emborronada de terror y de
humo, y mi pelo alborotado por el viento de las balas. La verdad es que esa del
retrato soy yo, pero ahora mismo como que no me reconozco (p. 510).
3. Algunos pasajes de la narración
En el arranque. Uno de los protagonistas, héroe y "culpable" a su pesar, dice cosas como estas:
Mi nombre y
apellíos, na más que pa ustedes lo sepan, Francisco Cruz Gutiérrez. Pero mejor
que me mienten ustedes como Curro Zeisdeo, el modo en que to el mundo me conoce.
De oficio
carbonero. De toda la vida de Dios (p. 13).
(…) Mis hijos
nunca han querío esto del carbón (...). Se creyeron que con la cosa esa de
apuntarse al sindicato no les iba faltá la peoná durante to el año (...). Ahí
están ahora mis hijos, con más de treinta años ca uno y viviendo conmigo en
esta misma choza casarón que yo levanté con mis manos. Ni uno de los dos se ha dao
todavía las trazas de hacerse la suya y juntar su propia camá de zagales (pp. 15-16).
12 de enero de 1933. Uno de los dos momentos culmen de la masacre se cuenta así:
Del interior de la
choza provenían los alaridos de despedida de quienes preferían descender
directamente a los Infiernos, eludiendo de este modo la ira desatada de los
hombres. El fuego descosió las últimas puntadas de las tomizas de palma y la
techumbre se desplomó con estruendo, convirtiéndose en tapa incandescente, y
por mucho tiempo hermética, para el sarcófago de los muros de piedra y barro
revestidos con el blanco calcinado de la cal (p. 501).
22 de junio de 1934. Algunos de los acusados de haber promovido al insurrección posan ante un fotógrafo de prensa:
El relámpago
artificial de la combustión del magnesio de la antorcha los deja deslumbrados
en ese tránsito instantáneo a la inmortalidad. La tizne de sus sombras mancha
la pared frente a la que posan resignados, en esa suerte de fusilamiento que
representa su exposición pública en las páginas de la prensa escrita, con sus
indecisas expresiones, a medio camino entre el arrepentimiento del perdedor y
el orgullo del héroe (p. 267).
Tras el 18 de julio 1936. Juan Estudillo Mateos, al que llamaban "Calavera", toma la decisión de lanzarse a un pozo, que acabará llevando el nombre de su apodo:
Pero sabe que en
esta ocasión no va a haber perdón para los señalados por sus antiguas ideas
libertarias (…). Eso lo empuja a subirse al brocal, a hincarse de rodillas
sobre él, a abrir los brazos en una especie de plegaria y a dejarse caer en lo
profundo del angosto cilindro forrado de piedras (p. 25).
Un día de 1940. José Suárez Orellana (dirigente local del PSOE) y Juan
Rodríguez Guillén "Sopas” (antiguo compañero del PSOE y luego de la CNT), detenidos, se miran cara a cara:
Esposados juntos
para ser conducidos al juzgado, Sopas ha vuelto un momento la cara hacia Suárez
para decirle: "El enemigo está enfrente de nosotros, Pepe" (p. 33).
El final. La novela acaba con estas palabras, que no dejan de ser un mensaje:
Nadie os podrá
quitar el derecho a que los lirios de las palabras vuelvan a florecer con su
aroma a difuntos sobre las tumbas ignoradas de los desaparecidos, sobre la
misma tierra negra de los llantos y los lutos (pp. 655-656).
4. Algunos personajes
De Casas Viejas
Antonio Cabañas Salvador, Gallinito: del sector
radical del anarquismo y miembro de las Juventudes Libertarias; “tutor” del grupo Amor y Armonía; muy activo
en la preparación de la insurrección, huye al monte cuando llegaron las fuerzas
del orden; se entregó y fue condenado; huyó tras el golpe militar y murió en
1937 en el frente de guerra.
Francisco Cruz Gutiérrez, Seisdedos, Curro
Seisdedos:
su choza fue el escenario más dramático de los sucesos; “héroe a su pesar”; patriarca de una familia
humilde, mitificado por literatura y malinterpretado por algunos historiadores
(Hobsbawm, Jackson, Thomas…).
Juan Estudillo Mateos, Calavera: zapatero;
veterano anarquista, culto y puro (vegetariano, abstemio, partidario de la unión
libre…); entre los fundadores en 1914 del sindicato; opuesto a la insurrección;
suicidio en el inicio del golpe militar, dando nombre al Pozo Calavera.
Francisco Estudillo Orellana, Paco el de la
Luz:
apenas tenía 16 años y estaba afiliado a la CNT; sobrino de José Suárez
Orellana, su padre no le dejó salir de casa durante los sucesos, pero acabó
siendo detenido durante un tiempo por posesión de una pistola; durante la
guerra huyó a Málaga, enrolándose como combatiente; acabada la guerra, estuvo
detenido, regresando luego a Casas Viejas; absuelto en la causa judicial
abierta, se dedicó a varias actividades, recalando en los años 50 en Barbate;
durante la Transición se vinculó al socialismo.
José González Pérez, Pepe Pilar: de la tendencia
radical, vinculada a las Juventudes Libertarias; participación activa en los
sucesos; logró no ser condenado; escondido tras el golpe, al final fue
detenido; sobrevivió como pudo (como temporero, recolectando frutos en el campo,
dedicándose al contrabando…) y fue acusado de relacionarse con el maquis;
sufrió permanentes palizas; mantuvo sus ideales hasta la muerte.
José Monroy Romero, Bailador: veterano
anarquista; se mostró moderado durante los sucesos; inculpó a “Seisdedos” como
líder de los sucesos; condenado, durante la
guerra sobrevivió escondido; durante la dictadura abandonó la lucha.
Alfonso Osorio Sánchez: de Medina Sidonia,
pero con novia en Casas Viejas; fue el encargado de llevar la nota de la
convocatoria de la huelga, que entregó a Juan Sopas.
Juan Rodríguez Guillén, Juan Sopas: ex del PSOE y
afiliado a la CNT, apoyó en junio de 1931 la candidatura de Ramón Franco; luego
montó una tienda de comestibles; fue el receptor de la nota sobre la
convocatoria de la huelga, entregada después a Gallinito; sufrió las acusaciones
de traidor, por su compañeros (huida pie el 10 de enero, apoyo de Vela…), y de
organizador, por el socialista Suárez; tras la guerra abandonó el pueblo y la
lucha.
José Rodríguez Quirós, Pepe Pareja: veterano
anarquista y puro; participación no entusiasta en los sucesos; durante la
dictadura mantuvo sus ideas y su modo de vida; fue el principal colaborador de
Mintz.
Catalina Silva Cruz: nieta de
“Seisdedos” y hermana de María “la Libertaria”; integrante del grupo Amor y
Armonía; conoció la muerte de ocho familiares durante los sucesos (el abuelo materno,
el padre, cinco tíos y un primo); huyó durante la guerra y se exilió en el
municipio francés de Montauban, donde falleció y está enterrada.
María Silva Cruz, la Libertaria: el apodo le viene
del incidente vivido con un guardia civil, cuando se negó a quitarse el pañuelo
rojinegro y le propinó una bofetada; ennoviada con Gallinito, tras los sucesos
se unió a Miguel Pérez Cordón, que contribuyó a su mitificación; fue asesinada
en Paterna de la Rivera y está desaparecida.
Gaspar Zumaquero Vera: presidente del primer
sindicato; se suicidó en 1915; había sufrido presiones por las autoridades tras
convocatoria de una huelga; supuso la clausura del sindicato y la detención de
sus dirigentes.
De las fuerzas de orden público
Gregorio Fernández Artal: teniente de la
Guardia Civil; al principio estuvo al frente de los guardias que en la tarde del 11 de enero de 1933 rodearon la choza de “Seisdedos”; luego se negó a acatar las órdenes del capitán Rojas; en septiembre
de 1936, estando en el frente de Toledo combatiendo en el bando republicano, conoció una misteriosa muerte y desaparición cuando huía al bando sublevado; hay tres versiones sobre la autoría de su muerte: por los sublevados, por los republicanos, por los anarquistas.
Manuel Rojas Feigenspan: capitán
de la Guardia de Asalto; veterano de la guerra de Marruecos; llegó en los
primeros momentos del 12 de enero de 1933 y se puso al frente de las
operaciones, dando las órdenes de quemar la choza de “Seisdedos” y ejecutar las
razias por las calles; hizo uso de la joven periodista Josefina Vinuesa para
amplificar lo ocurrido; condenado a 21 años de cárcel, que quedaron reducidos
dos en 1936, siendo liberado; participó en la represión habida en Granada,
habiendo protagonizado a principios de agosto un episodio con Federico García
Lorca; con motivo de la muerte de su madre, se inmerso en un escándalo cuando
robó un coche oficial para irse de putas; condenado por ello, tras su
cumplimiento dirigió en la provincia de Cádiz un batallón disciplinario de
trabajadores.
5. Para saber más
Bibliografía
Autoría colectiva (2000). Los sucesos de Casas Viejas (Cádiz, 1933). Exposición fotográfica de Serrano y Sánchez del Pando. Cádiz, Diputación de Cádiz.
Brey, Gérard y
Maurice, Jacques
(1976). Historia y leyenda de Casas
Viejas. Bilbao, Zero.
Brey, Gérard y
Gutiérrez Molina, José Luis (coords.) (2010).
Los sucesos de Casas Viejas en la historia, la literatura y la prensa
(1933-2008). Cádiz, Diputación de Cádiz / Ayuntamiento de Benalup-Casas
Viejas / Fundación Casas Viejas 1933.
Casanova, Julián (1997). De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1931-1939). Barcelona, Crítica.
Casanova, Julián (1997). De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1931-1939). Barcelona, Crítica.
Gibson, Ian (1981). El asesinato de Federico García Lorca. Barcelona, Bruguera.
Gutiérrez Baena,
Salustiano
(2017). Los sucesos de Casas Viejas.
Crónica de una derrota. Benalup-Casas Viejas, Beceuve.
Gutiérrez Molina,
José Luis
(1994). Crisis burguesa y unidad obrera.
El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República. Madrid, Madre Tierra
/ Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo.
Gutiérrez Molina,
José Luis
(2008). Casas Viejas. Del crimen a la
esperanza. María Silva “Libertaria” y Miguel Pérez Cordón: Dos vidas unidas por
un ideal (1933-1939). Córdoba, Almuzara.
Hobsbawm, Eric J. (1983). “Los
anarquistas andaluces”, en Rebeldes
primitivos. Barcelona, Ariel.
Infante, Blas (1985). “Cartas
Andalucistas, serie 2ª, n. 3, Sevilla, enero de 1936”, en Juan Antonio Lacomba,
J. L. Ortiz de Lanzagorta y José Acosta Sánchez, Blas Infante, perfiles de un andaluz. Málaga, Diputación de Málaga.
Malefakis, Edward (1976).Reforma agraria y revolución campesina en la
España del siglo XX. Barcelona, Ariel.
Mintz, Jerome R. (1999). Los anarquistas de Casas Viejas.
Granada, Diputación de Granada/Diputación de Cádiz.
Montero Barrado, Jesús María (1982). Nuevas aportaciones sobre la reforma agraria durante la II República. Salamanca, Universidad de Salamanca.
Moreno, Isidoro (1993). “Cultura
del trabajo e ideología: el movimiento campesino anarquista andaluz”, en Andalucía: Identidad y Cultura (Estudios de
Antropología Andaluza). Málaga, Librería Ágora.
Núñez Calvo, Jesús
Narciso
(2014). “El responsable de la tragedia de Casas Viejas. ¿Qué fue del capitán Rojas?
Ni fue expulsado del Ejército, ni se exilió ni murió durante la Guerra Civil”,
en Historia y milicia. El cuaderno de
Jesús Núñez, 9 de noviembre, (https://jesusnarcisonunezcalvo.blogspot.com/2014/11/el-responsable-de-la-tragedia-de-casas.html).
Núñez Calvo, Jesús
Narciso
(2015). La Comandancia de la Guardia
Civil en Cádiz dentro de la Guerra Civil de España (1936-1939). Tesis
doctoral UNED
(http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:GeoHis-Jnnunez/NUNEZ_CALVO_Jesus_Narciso_Tesis.pdf).
Pérez-Bustamante
Mourier, Ana Sofía
(2022). “… Un agujero negro alrededor de una choza que arde…”, en Revista Digital de la Real Academia Hispano
Americana de Ciencias, Artes y Letras, n. 12 (https://librosdelaherida.blogspot.com/2023/09/ana-sofia-perez-bustamante-ofrece-un.html).
Población, Félix (2013). “La última
crónica sobre Casas Viejas”, en lamarea.com,
14 de enero (https://www.lamarea.com/2013/01/14/la-ultima-cronica-sobre-casas-viejas/).
Ramos, Tano (2010). “Un hombre
sin piedad llegó a Casas Viejas”, Diario
de Sevilla, 10 de enero
(https://www.diariodesevilla.es/andalucia/hombre-piedad-llego-Casas-Viejas_0_331467239.html).
Ramos, Tano (2012). El caso Casas Viejas. Crónica de una insidia
(1933-1936). Barcelona, Tusquets.
Ramos, Tano (2014). “Desobedeció
a su amigo Rojas y no admitió silenciar el crimen” (primera parte), en Historia y milicia. El cuaderno de Jesús
Núñez, 29 de noviembre (https://jesusnarcisonunezcalvo.blogspot.com/2014/11/el-teniente-artal-el-hombre-que-se-nego.html).
Sender, Ramón J. ([1934]/2000). Viaje a la aldea del crimen. Madrid,
VOSA
(chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.todoporhacer.org/wp-content/uploads/2016/03/Viaje-a-la-aldea-del-crimen.pdf).
Suárez Orellana,
José
(2020). Memorias. Benalup-Casas
Viejas, Beceuve.
Filmografía
José Luis López del Río. Casas Viejas. 1983.
Basilio Martín Patino. Casas Viejas: el grito del Sur. 1987.