El Parlamento Vasco aprobó ayer una iniciativa impulsada por PSE-EE y PNV en la que se pide el desarme unilateral, completo, definitivo y verificado de ETA, a la vez que se invita a los gobiernos español y francés a que coadyuven en ello. Contó con el apoyo de todos los grupos presentes en la cámara, salvo el PP, cuyos 9 representantes votaron en contra. Esta mañana ETA, como informan los diarios Gara y Público, acaba de declarar que ya es una "organización desarmada".
Semanas pasadas ya me referí en este cuaderno a una noticia publicada en Le Monde acerca del anuncio hecho por la organización armada vasca sobre la fecha probable de la entrega de las armas. Prevista para el 8 de abril, ignoro si lo publicado hoy por Gara y Público se corresponde con dicha entrega. En todo caso se trata de una noticia positiva, un nuevo paso hacia la paz en el País Vasco.
La resistencia del PP, con la ayuda de Ciudadanos, a aceptar la nueva situación sólo se entiende como una forma de mantener apoyos electorales. Para ello hace uso de cualquier excusa, utilizando incluso a las víctimas, el sector más vulnerable. Desatiende, además, la naturaleza del conflicto, que tiene un origen político vasco, es muy complejo y no afecta sólo a una parte de las víctimas. El proceso de paz tiene un amplio apoyo en al sociedad vasca y la escasa representación institucional de PP y Ciudadanos (éste, prácticamente inexistente) no resulta lejana a la postura que están mostrando en este tema.
La forma de afrontar el proceso por parte del PP esconde, además, el problema derivado de la corrupción, de la que cada día salen más casos, se incrimina a más gente y, en definitiva, se demuestra el grado alcanzado. Malas artes para un partido corrompido hasta la médula y nula altura de miras a la hora de aportar la cuota que le corresponde en el proceso de paz vasco.