Sí, parece que va a ocurrir la victoria electoral de Donald Trump. Sorprendente o no, porque las encuestas y las previsiones variaban en cada momento, lo cierto que han triunfado los EEUU de la mayoría blanca. La América profunda. O, si se quiere, la profundamente arraigada en creencias, costumbres y mitos no muy lejanos, pero con poder suficiente para arrastrar a decenas de millones de personas -ricas, medianas o pobres- que han hecho valer el color de su piel para marcar su diferencia. La del mito del héroe solitario con pistola al cinto que fue poblando los territorios de más allá de la frontera a costa de indígenas. La de la idea de la superioridad racial sobre la masa de personas de origen africano que fue llevada a la fuerza para trabajar las plantaciones de algodón.
Frente a Trump, la Hillary Clinton representa otra América, la de Wall Street y el Pentágono. A ella le debemos guerras, como la de Libia cuando fue secretaria de Estado, igual que a su marido le debemos su intervención como presidente en, por ejemplo, Somalia o Serbia. No creo que Trump haga cosas distintas a ésas o a las de su antecesor republicano, George Bush jr., artífice con su corte de lo que está ocurriendo en Afganistán o Irak. Al fin y al cabo, Trump, no siendo un hombre de Wall Street, es uno más del ejército de millonarios del país. Tampoco creo que desobedezca el toque de corneta del Pentágono.
Creo que hay otros EEUU, minoritario, que es el que no ha votado, lo ha hecho por otros candidatos o ha optado por la Clinton para evitar que ganara Trump. Quizás la candidatura de Bernie Sanders hubiera sido otra cosa. Pero no le dejaron en su partido, que optó por la Clinton, forzado por los grandes poderes de EEUU. Quizás Sanders hubiera atraído a parte de es mayoría blanca, parte de quienes trabajan a sueldo o sufren el paro. Pero esta vez ha preferido al millonario de Nueva York, charlatán, explotador, misógino, racista... Como un flautista de Hamelin se ha llevado a mucha gente a donde ah querido. Algo parecido hizo otro en este continente hace nueve décadas y el resultado es bien conocido.
Quizás pueda parecer una broma o llevar a un malentendido el título de esta entrada, expresada al modo de una alegría gaditana, pero mi intención ha sido la de parodiar una triste realidad.