El periódico Tercera Información publicó el pasado 23 de febrero un artículo en el que se decía que Afganistán le ha costado a España 1550 millones de euros desde que en 2001 el gobierno de Aznar decidiese apoyar la guerra iniciada por EEUU y secundada por sus aliados occidentales de la OTAN. Unos gastos que incluyen los aproximadamente 14.000 militares del ejército español que han pasado por tierras afganas, con un promedio anual que ha aumentado en número desde que Rodríguez Zapatero accedió a la presidencia del gobierno en 2004 (ya se sabe, para engatusar a un electorado "progresista", sacó las tropas de Iraq; Afganistán no lo merecía). El propio jefe de la Junta de Estado Mayor de la Defensa, el general de Ejército Félix Sanz Roldán, reconoció el verano pasado en la Universidad Menéndez Pelayo que el coste asciende a 781 millones de euros, sin contar las inversiones realizadas por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y otras organizaciones.
La participación española no podemos calificarla como una acción humanitaria, que es como se designan desde hace unos años las intervenciones militares de los países imperialistas (¿o no lo son?), sino una guerra agresiva y cruel, por mucho que lo sean todas, en la que la población civil se está llevando una buena parte del horror.
La participación española no podemos calificarla como una acción humanitaria, que es como se designan desde hace unos años las intervenciones militares de los países imperialistas (¿o no lo son?), sino una guerra agresiva y cruel, por mucho que lo sean todas, en la que la población civil se está llevando una buena parte del horror.
La de Afganistán es una guerra que no ha merecido la movilización ciudadana, como ocurrió con la de Iraq. Es cierto que los talibanes no son dignos de simpatía. Por mi parte y por tanta gente, ninguna. Pero se olvida, queriendo o "sin querer queriendo", que fueron aupados por quienes acabaron demonizándolos y finalmente decidieron desalojarlos del poder en 2001, iniciando una ocupación que, lejos de haber arreglado la situación, la han empeorado.
Hoy he leído en Rebelión el artículo "30 años de guerra de EE.UU. contra Afganistán" (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=101672), de James A. Lucas. En él se dice que "la democracia se ha menoscabado en Afganistán, porque muchos de los dirigentes progresistas fueron eliminados o forzados al exilio por señores de la guerra apoyados por EE.UU. durante y después de la guerra contra los soviéticos. Este nuevo gobierno se formó en un proceso antidemocrático promovido por EE.UU. y ahora consiste en algunos de los señores de la guerra que fueron depuestos por los talibanes". ¿En que han cambiado las cosas?. En poco o en nada: las mujeres están peor que antes que finales de los 70; sigue habiendo millones de personas refugiadas en otros países; se calcula en unas 132.000 las desplazadas, y en 400.000 el número de huérfanos y huérfanas; el paro alcanza el 40%, la explotación laboral es elevada y el nivel de vida resulta misérrimo; la escolarización media es de 1,7 años, la sanidad prácticamente no existe y la esperanza de vida es de sólo 43 años; existe riesgo de hambre para siete millones de personas... Todo ello sin contar las muertes o las mutilaciones. Lejos de salvar a Afganistán, "EE.UU. ha hecho exactamente lo contrario: ha fomentado la destrucción de gran parte de esa nación".
Y medio de ese horror están actuando nuestras tropas. Allí las han enviado los gobiernos de Aznar y Zapatero, y allí actúan con el respaldo de la mayoría de los partidos parlamentarios.