De Silvio Rodríguez oí hablar por primera vez en 1977 tras su primer recital en Salamanca junto a Pablo Milanés. No fui, entre otras cosas, porque ni supe que iban ni les conocía. Del acto sólo pude leer la crónica y, creo recordar, una entrevista que publicó el periódico El Adelanto. Pasado un tiempo, cuando sacaron el primer disco de la Nueva Trova Cubana en España, con Pablo Milanés, Amaury Pérez y Sara González, tuve el primer conocimiento real de ese movimiento musical innovador.
Reconozco que por entonces sentía una mayor predilección por Pablo Milanés, quizás porque le conocía más. En 1979 me empapé de su disco homónimo, donde aparecía su conocida canción “Yo no te pido”. Por entonces ya fui haciendo acopio de buena parte de las letras de las canciones de los dos e intentaba descubrir los acordes. En dos ocasiones, a principio de los 80, pude escucharlos en directo, alternándose cada uno en solitario y cantando juntos algunas de sus canciones. Para mí fue un verdadero placer y también el principio de mi decantamiento por Silvio. Verlo actuar en directo, con su voz intimista y atrayente, fue una especie de idilio musical y poético que me dura hasta ahora.
Durante los años 80 seguí haciéndome con algunos discos de ambos, bien en formato de vinilo (Acto de fe, de Pablo; y Rabo de nube y Tríptico, de Silvio) o bien en copias de caset, sin excluir las grabaciones que podía captar en la radio, como ocurrió con “Unicornio”, grabada con interferencias, pero lo suficiente para poderla cantar entre amigos y amigas en la aldea de Vigo, junto al lago de Sanabria, en la primavera de 1982. Con el tiempo el acopio de canciones de los dos se hizo muy amplio, como también fui mejorando en la ubicación de los acordes. Fue así como salieron “Rabo de nube” y otras tantas del disco, “Te doy una canción”, “Canción del elegido”, “Esto no es una elegía” u “Ojalá”, entre otras. De ésta recuerdo que saqué los acordes durante un partido de baloncesto entre el Real Madrid y el TSKA de Moscú.
En 1989 vi a Silvio Rodríguez en directo por última vez, presentando su disco Melancolía. Vivía ya en Andalucía, pero aproveché mi estancia durante agosto en Salamanca, en el precioso marco renacentista del palacio de Fonseca, para deleitarme junto a mi mujer de su música. Estuvo acompañado del excelente grupo Afrocuba, que utilizaba instrumentos de cuerda, teclado, percusión y viento, haciendo del recital un acto lleno de sonoridad. Para mí y mi mujer fue maravilloso.
Reconozco que por entonces sentía una mayor predilección por Pablo Milanés, quizás porque le conocía más. En 1979 me empapé de su disco homónimo, donde aparecía su conocida canción “Yo no te pido”. Por entonces ya fui haciendo acopio de buena parte de las letras de las canciones de los dos e intentaba descubrir los acordes. En dos ocasiones, a principio de los 80, pude escucharlos en directo, alternándose cada uno en solitario y cantando juntos algunas de sus canciones. Para mí fue un verdadero placer y también el principio de mi decantamiento por Silvio. Verlo actuar en directo, con su voz intimista y atrayente, fue una especie de idilio musical y poético que me dura hasta ahora.
Durante los años 80 seguí haciéndome con algunos discos de ambos, bien en formato de vinilo (Acto de fe, de Pablo; y Rabo de nube y Tríptico, de Silvio) o bien en copias de caset, sin excluir las grabaciones que podía captar en la radio, como ocurrió con “Unicornio”, grabada con interferencias, pero lo suficiente para poderla cantar entre amigos y amigas en la aldea de Vigo, junto al lago de Sanabria, en la primavera de 1982. Con el tiempo el acopio de canciones de los dos se hizo muy amplio, como también fui mejorando en la ubicación de los acordes. Fue así como salieron “Rabo de nube” y otras tantas del disco, “Te doy una canción”, “Canción del elegido”, “Esto no es una elegía” u “Ojalá”, entre otras. De ésta recuerdo que saqué los acordes durante un partido de baloncesto entre el Real Madrid y el TSKA de Moscú.
En 1989 vi a Silvio Rodríguez en directo por última vez, presentando su disco Melancolía. Vivía ya en Andalucía, pero aproveché mi estancia durante agosto en Salamanca, en el precioso marco renacentista del palacio de Fonseca, para deleitarme junto a mi mujer de su música. Estuvo acompañado del excelente grupo Afrocuba, que utilizaba instrumentos de cuerda, teclado, percusión y viento, haciendo del recital un acto lleno de sonoridad. Para mí y mi mujer fue maravilloso.
Han pasado muchos años y tengo toda la obra de Silvio Rodríguez y una buena parte de la de Pablo Milanés. Ya he dejado de copiar las letras de sus canciones, porque están ya escritas en los nuevos discos compactos. Internet, además, me ha permitido acceder a todas las letras, lo que resulta muy cómodo, e incluso youtube te ofrece numerosos vídeos de sus canciones. Como son tantas las que han hecho, me resulta imposible ponerme a encontrar de todas sus acordes, pero algunas de ellas van cayendo.