He seguido la parte final del acto de presentación de la candidatura de Yolanda Díaz al frente de Sumar y, claro está, no me he perdido su intervención. Lo he hecho con atención. En el acto no ha habido sorpresas: mucha gente, muchos apoyos de grupos políticos y la sonada ausencia de la dirigencia estatal de Podemos. Tampoco las ha habido en su discurso, porque se ha caracterizado en fondo, forma y tono a lo que es su costumbre. Sobre lo primero, ya tuvo como preámbulo lo que expresó hace un par de semanas durante la primera sesión de la moción de censura. Sobre lo segundo, es conocido su estilo pausado y didáctico. Y en cuanto al tono, destaca en esa capacidad que tiene a la hora de transmitir emociones. Lo importante, más allá de un anuncio esperado, ha estado en la existencia de un punto de partida serio y decidido, y con una clara voluntad unitaria de cara a las elecciones generales próximas. Existe un proyecto que ha nacido para seguir ampliando los derechos de las personas, especialmente de las más vulnerables y de las mujeres. Y por supuesto, para evitar una involución en el caso de que gobernaran las derechas. Corresponde ahora consolidarlo. Aunque existe la necesidad de su ensanchamiento, contando para ello con quienes por ahora no han dado el paso para integrarse, Yolanda ha sido clara cuando ha advertido que no quiere tutelas de nadie. Como también lo ha sido cuando ha pronunciado estas palabras: "quiero ser la primera Presidenta de mi país, quiero ser la Presidenta de España".