Qué fácil resulta sumarse al coro de críticas furibundas, cuando no de criminalización, hacia el gobierno cubano y, como consecuencia, de la revolución. La mayor parte de los medios de comunicación han resaltado las manifestaciones habidas en varias ciudades del país demandando libertad y protestando por la situación económica y sanitaria. En la información que están suministrando se ha sobredimensionado el número de participantes y se han volcado en hacer ver que la respuesta dada por las autoridades y buena parte de la población supone una muestra de la violencia con que se emplea la dictadura.
Es cierto que Cuba está pasando por un mal momento en lo económico y lo sanitario. Hay aspectos que tienen que ver con errores propios, como por ejemplo, las medidas relacionadas con la unificación cambiaria e incluso en algunos de los precios. Por otro lado, la pandemia del COVID-19 está haciendo estragos en la economía y de una manera especial en el sector turístico. La caída drástica en la afluencia de turistas ha supuesto la pérdida de la principal fuente de divisas. Y a ello se une las dificultades para conseguir recursos de todo tipo, como equipamientos, recambios y material sanitario.
Pero la clave de la situación se encuentra en el bloqueo que siguen aplicando las autoridades de EEUU contra Cuba. Es algo que tiene ya seis décadas de duración, pero que se ha intensificado en los últimos meses, coincidiendo con la pandemia del COVID-19.
En el ámbito sanitario no podemos olvidar el elevado nivel de competencia que existe en Cuba. En el caso concreto de la pandemia, los contagios se encuentran entre los niveles más bajos del continente americano e incluso del mundo. Tampoco podemos dejar de lado el papel jugado por sus profesionales sanitarios en la lucha contra la pandemia en el mundo, viajando por varios países para ofrecer su ayuda y su experiencia. Lo han hecho con países pobres o en vías de desarrollo, pero no ha faltado su presencia en Italia cuando el país europeo sufrió el año pasado una situación de extrema gravedad por la pandemia.
Todo esto concuerda con dos hechos de máxima importancia: la existencia de una sanidad universal, que hace que los estándares de salud se sitúen en un nivel elevado, y de una tecnología sanitaria puntera, hasta el punto de haber conseguido crear con éxito dos vacunas, que se están administrando dentro de la disponibilidad del material necesario, en especial las jeringuillas.
Pese a todo ello, se están cargando las tintas sobre la ineficacia de las autoridades cubanas a la hora de combatir la pandemia. Se están centrando en el repunte de contagios de las últimas semanas en algunas zonas del país y en los problemas que están teniendo para disponer del material necesario para hacerlos frente. A eso se unen las dificultades de la población para conseguir algunos recursos básicos, incluidos alimentos, o determinados fallos en el suministro eléctrico. Pero se olvidan, por ejemplo, de los efectos de las inclemencias climáticas, como la del último huracán que devastó a parte de la isla. Y, sobre todo, se olvidan de la injerencia de EEUU en las transacciones comerciales entre empresas suministradoras y la administración cubana, teniendo en cuenta que la legislación estadounidense penaliza a las empresas que las lleven a cabo.
Existe información de que buena parte del malestar mostrado por quienes se están manifestando contra el régimen ha sido ocasionado por grupos relacionados con EEUU. Aprovechan las dificultades existentes para combatir al gobierno y acabar con los logros de la Revolución. Disponen de recursos financieros enviados desde EEUU y utilizan en gran medida las plataformas digitales para difundir bulos y crear con ello un clima de confusión. Se están detectando acciones perfectamente orquestadas desde el exterior y difundidas a través de esas plataformas. También, la participación de personas que están siendo pagadas para llevar a cabo acciones en las calles, incluyendo las violentas.
Cuba está volviendo a ser acosada como no se conocía desde hace tres décadas, cuando la caída de la URSS y del bloque socialista sumió a la isla en un situación límite. A lo largo de la dura década de los noventa, dentro de lo que se conoció como Periodo Especial, sobrevivieron la Revolución y sus logros, caso de la sanidad y la educación universales, la seguridad social, la cultura, el deporte, etc. Con el paso de los años el país se ha ido adaptando a los nuevos tiempos, con la introducción de algunas reformas, pero manteniendo esos logros.
Actualmente las secuelas de la pandemia universal del COVID-19 se han convertido en la oportunidad que ha encontrado el imperio de EEUU para acabar con lo construido con el esfuerzo colectivo de millones de personas. Cuba se encuentra sufriendo una guerra de nuevo tipo, dentro de lo que se conoce como guerra híbrida. Para ello se emplean nuevas formas de atacar al enemigo, en este caso no tanto militares como de manipulación informativa a través de los medios de comunicación internacionales y las plataformas digitales, pero sin descartar tampoco acciones violentas mediante grupos específicos preparados para tal fin.
Todo un reto. Pero conociendo al pueblo cubano, la cosa le va a resultar difícil al imperio del norte.