De entrada: no hay duda que tras las elecciones generales de abril el PSOE buscó desde el primer momento un gobierno monocolor, con el fin de ganar el centro político, que, además, se lo estaba dejando en bandeja Cs, muy escorado hacia la derecha; los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de mayo, malos para UP, reforzaron esa posición; de ahí ese intento por parte del PSOE de pedir la abstención al menos a Cs y de ofrecer a UP un gobierno de cooperación; las presiones por parte de Podemos, que es quien ha llevado las negociaciones en nombre de UP, llevaron a a Sánchez y su equipo a anunciar que quien sobraba era Iglesias; un error, porque el líder de Podemos se retiró y dejó libre la posibilidad de un gobierno de coalición; lo que vino después ya lo sabemos, con dos abstenciones seguidas en la investidura de Sánchez, que ha resultado fallida.
¿Por qué hablo de errores por parte de UP? Parto de dos posibilidades: entrar en un gobierno de coalición o facilitar un gobierno del PSOE, en la línea de lo que está ocurriendo en Portugal. Dejo que claro que en los dos casos hay que pactar un programa, más o menos amplio, pero suficiente para ir por uno de los dos caminos.
Desde el primer momento se optó por lo del gobierno de coalición. Ya he expuesto antes qué ocurrió. El momento decisivo estuvo durante la segunda votación. Y la clave estuvo en la última propuesta del PSOE: una vicepresidencia de asuntos sociales y los ministerios de Vivienda, Sanidad y Asuntos Sociales. Y en la respuesta de Podemos: quería el ministerio de Trabajo. Anunciada el día antes la ruptura de las negociaciones por parte del PSOE, Iglesias lanzó una última propuesta en el mismo debate, renunciando a Trabajo y pidiendo la gestión de las políticas activas de empleo, añadiendo que como sugerencia de una autoridad moral del mismo PSOE. Léase Zapatero, como se ha publicado en un medio.
Vistas así las cosas, me pregunto si el grupo confederal de UP (Podemos, IU, En Comú Podem), que se abstuvo en bloque, no cometió el error de no haber aceptado la última propuesta del PSOE. Porque en ese momento era este partido el que se había visto obligado a renunciar, sucesivamente, a un gobierno en solitario, un gobierno de cooperación, y una oferta de gobierno sin vicepresidencia y con menos ministerios. Al final se ha visualizado que el problema ha estado en los ministerios o, dicho más claramente, en los cargos.
La otra opción podría haber sido la de un gobierno a la portuguesa. Es la que está proponiendo ahora IU. Al parecer en este grupo la votación en el órgano de dirección federal de cara a la investidura estuvo dividido: siete hubieran preferido el sí a la investidura y once lo hicieron por la abstención.
El electorado de la izquierda, muy heterogéneo y contradictorio, tiene sus propias características y entre ellas están diferentes comportamientos en relación a la participación electoral. Hay una parte a la que no le cuesta inhibirse, dejando el campo libre a la derecha. Y hay otra que no tiene empacho en poner en práctica lo del voto útil, donde el PSOE siempre sale ganando. Me temo que lo venga, si no cambian las cosas, puede ir por ahí y las consecuencias pueden ser hasta peligrosas. Dejar la representación de la izquierda abrumadoramente en manos del PSOE da miedo. Y peor, lo ocurrido en Andalucía en diciembre pasado.
Con el PSOE más cerrado en banda que nunca, ignoro qué recorrido tendrá al propuesta de IU. Me consta que desde este grupo y desde En Comú Podem se pretende un mayor protagonismo en futuras negociaciones, si es que las hay. El peso hasta ahora lo llevó Podemos y, vistas las cosas, han resultado fallidos su resultados.