Pero volvamos al principio. ¿Qué dijo realmente Torra? Nada nuevo, que es el meollo de lo que desde hace tiempo se está planteando desde el procès y es aceptado abrumadoramente por la sociedad catalana: la convocatoria de un referéndum. Nada más democrático. Lo relacionó con el apoyo que los grupos catalanistas han dado a la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa y, en lo concreto, a la estabilidad del gobierno. Nada anormal, porque los apoyos en un sistema parlamentario se basan en acuerdos y transacciones entre los grupos. Tú me das y yo te doy, y viceversa.
La respuesta del gobierno español a través de su ministra portavoz, Isabel Celaá, ha sido llamativa. Y no tanto por lo del empleo de expresiones como "no aceptamos ultimatums" o "vamos a apostar por el diálogo hasta el final", como por su trasfondo. Rechazando de plano el referéndum, Celaá se refirió a una mayoría de la sociedad catalana que dice que no es independentista. Me pregunto, si es así, por qué negar la consulta. Al fin y al cabo votar siempre es un ejercicio de democracia. Lo han hecho dos veces en Quebec y una en Escocia. Sánchez estuvo hace unos días en Canadá y sobre algo de eso debió de hablar con su anfitrión, el primer ministro Justin Trudeau.
El miedo sigue existiendo. O la falta de valentía. O…