El asesinato de periodista Jamal Khashoggi lleva días siendo portada de los medios de comunicación. Ha sido espeluznante, como indican distintas fuentes. Nada nuevo, no obstante, atendiendo a lo que Arabia Saudita es como realidad política. En lo interno, como sabemos, una feroz dictadura. En lo exterior, la principal potencia petrolífera del mundo, pero sin olvidar que es uno de los dos gendarmes en la región de las potencias imperialistas (el otro, Israel, claro). Lo que se sigue repitiendo sobre los derechos humanos, no son más que lágrimas de cocodrilo. Y en nuestro país eso de los puestos de trabajo, las ventas de armas o las inversiones en infraestructuras, no dejan de ser simples excusas para seguir haciendo negocios y manteniendo el statu quo del orden internacional. Negocios donde no faltan reales comisionistas y amistades peligrosas. Un atroz asesinato que esconde muchas cosas. Pero no hagamos un héroe de quien ha sido firme defensor de esa dictadura. Recomiendo leer a Nazanín Armanian.