El eclipse lunar
Habíamos estado esperando el momento en una mezcla de curiosidad e ilusión. Teníamos como referencia las 21,30 horas como hora para empezar a ver el evento, pero no llegó. Fue ya cerca de las 22,30 cuando por fin pudimos descubrir sobre el horizonte una tímida Luna enrojecida. Aún se percibía un cielo cuasi azulado, pero, eso sí, a punto de estar amenazado por la inmediata negrura de la noche y la ensombrecida presencia del eclipse. El resultado fue un acontecimiento astronómico bonito, impresionante y casi único. La espera fue un poco larga, pero estuvo al menos estuvo suavizada por los manjares que teníamos delante y preparados para la ocasión. Lo que vino después fue una sucesión de comentarios, fotografías y mensajes, todo interconectado a través de la red, que se convirtió en un foro improvisado de sensaciones. Por mi parte, pese a la limitación de medios técnicos, dejo constancia de lo vivido con una imagen del primer momento, en que pudimos divisar al pequeño satélite lunar que, pese a estar ensombrecido por la interposición de su planeta, fue capaz de ofrecernos un espectáculo de gran belleza.