Angela Davis es una leyenda de la lucha social y política. Comunista y feminista, ha mantenido a lo largo de su vida una coherencia a prueba de fuego. Nació en una de las ciudades del sur profundo de EEUU, Birmingham (Alabama), donde el racismo del Ku Klux Klan durante su niñez y juventud campaba a sus anchas, perpetuando la dominación blanca heredera de los siglos de la esclavitud, pero también donde la población afroamericana se resistía para mantener la dignidad humana que nunca olvidaron perder.
Protagonista, como tantos millones, de las luchas habidas en los años sesenta en favor de los derechos civiles de la población afroamericana, contra la guerra de Vietnam o por la liberación de las mujeres, acabó militando en el Partido Comunista de EEUU e incluso, durante un tiempo, en el Partido Pantera Negra. Y fue precisamente su relación con éste grupo lo que la llevó a ser detenida y acusada de asesinato a principios de lo setenta, siendo acusada como una de las personas más peligrosas de su país. Después de un tiempo en la cárcel, fue absuelta por un tribunal de justicia, pudiendo regresar a las aulas universitarias, donde ha estado impartiendo clases hasta su jubilación.
He leído estos días un libro suyo, La libertad es una batalla constante (Txlaparta, 2017), recopilatorio de tres entrevistas, seis discursos y un artículo. Y resulta interesante por muchas cosas. De entrada, porque deja constancia de lo que al principio destaqué, esto es, su persistencia en la lucha. También, por su rigor, dejando al lado cualquier atisbo de simplicidad o demagogia en lo que defiende. Y por supuesto, por su lucidez, con una voluntad por aportar cosas nuevas.
Davis, además de activista, es una intelectual. Ha teorizado permanentemente en torno a las causas que ha defendido para la dar una dimensión que las ayude a fortalecerse. Es consciente que las luchas han de ser colectivas si se quiere que tengan éxito. Huye de los mitos individuales, por más que reconozca la importancia de determinadas personas (Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela...) o que reivindique otras menos o nada conocidas (Jo Ann Robinson, Asata Shakur...).
A ella se le debe una contribución destacada a un concepto relativamente nuevo, el de interseccionalidad, desde el cual ha intentado dotar de un marco explicativo al carácter de diversidad e interrelación existente en las luchas y los movimientos emancipatorios, y su combate contra el racismo, el sexismo o el imperialismo. Su libro Mujeres, raza y clase (Aka, 2005) le da cuerpo, abriendo un método que ayuda a entender la complejidad de la realidad.
Defensora de causas muy diversas, apela en su libro constantemente a la memoria (movimientos antiesclavistas o por los derechos civiles de EEUU, Panteras negras, lucha contra el apartheid...) o a lo presente (Palestina, Turquía...). Una de las cosas a las que más se refiere es sobre su posicionamiento contra el complejo carcelario (2,5 millones de personas en las prisiones de EEUU) y el negocio de la seguridad: compañías privadas que se enriquecen a base de vigilar cárceles, explotar la mano de obra reclusa, vigilar muros que separan países, construirlos... Denuncia, así mismo, la relación de estas compañías con el modelo desarrollado por el estado de Israel sobre la población palestina. Resalta el carácter racista, sexista y heteropatriarcal de la represión que sufren en EEUU las minorías indígena, afroamericana, latinoamericana e incluso, más recientemente, islámica. No se olvida de los sucesos que durante los últimos años están poniendo de relieve el racismo tan arraigado en EEUU, como los asesinatos policiales contra personas afroamericanas (Trayvon Martin, en Florida; Michael Brown, en Ferguson...) y la complicidad de la administración de justicia en el no procesamiento o la absolución de sus responsables.
El libro acaba con unas palabras que pronunció en 2015 en Turquía, al calor del movimiento de la plaza Tahrir de Estambul: "Tenemos que estar dispuestos a levantarnos y a decir que no desde la unidad de nuestros espíritus, con nuestra inteligencia colectiva y con la multitud de nuestro cuerpos".