Han transcurrido 20 años desde las elecciones del
15 de junio de 1977. Con frecuencia se habla de las primeras elecciones
libres después del largo paréntesis de
la dictadura de Franco. No pretendo ser un agorero, pero habría que matizar algunas
cosas. Veamos algunos ejemplos. Ese 15 de junio hubo varios partidos que no estaban
todavía legalizados y hubieron de presentarse bajo otras siglas, como fue el
caso de los comunistas PTE, ORT, MC y LCR, o el Partido Carlista. El propio PCE
fue declarado legal en abril, sólo dos meses antes, tras grandes dificultades,
bajo la amenaza de una intervención militar y a costa de unas renuncias importantes
(¿o no lo fueron el reconocimiento de la monarquía y la bandera monárquica?).
Mientras, otros partidos habían arrancado con ventaja, además de dinero, al
haber sido legalizados con anterioridad, amén de la tolerancia que habían
gozado desde años antes (el PSOE había celebrado su congreso en diciembre 1976).
Las Cortes a formar no tenían por sí mismas carácter constituyente; aunque se
marcaran como primer objetivo la elaboración de una constitución, no fueron
disueltas de inmediato una vez cumplido el objetivo. El Senado estuvo compuesto
en esa primera legislatura a la vez por personas elegidas y por otras nombradas
por el propio rey. El sistema electoral para la elección del Congreso se hizo mediante un sistema
proporcional corregido (D'Hont), favorecedor de los partidos más votados, pero
penalizador de los más pequeños (el propio PCE, con casi 10% de votos obtuvo
sólo el 5% de representantes). La distribución de los escaños favorecía a las
provincias con menor población (sobre todo las dos Castillas, tradicionalmente
más conservadoras) en detrimento de las más pobladas (las áreas industriales y
Andalucía, donde más intensa había sido las lucha contra el franquismo).
Todavía hoy se siguen manteniendo algunas de estas medidas (sistema electoral o
reparto provincial de escaños). ¿Qué había pasado? Las elecciones habían sido
la culminación de un proceso político iniciado en los últimos años del
franquismo con la intención de reformarlo, con Franco en las últimas y Carrero Blanco por los
aires. La reforma pasó por varios momentos y situaciones ("espíritu del 12
de febrero", primera enfermedad de Franco, ejecuciones de antifranquistas,
muerte de Franco-coronación del rey, gobierno Arias-Fraga-Areilza, gobierno
Suárez...), donde actuaban a la vez los continuistas del régimen, los
aperturistas y la oposición democrática. La propia oposición aumentó la presión
contra el régimen (formación de organismos unitarios como la Junta Democrática
y la Plataforma de
Convergencia, movilizaciones por la amnistía, aumento de la conflictividad
laboral...). En esa dialéctica fueron surgiendo nuevas situaciones, como el hecho
de que el propio rey fuera imprimiendo un mayor ritmo a la reforma para que no
fracasara, como se fue constatando en los gobiernos de Arias-Fraga-Areilza
(diciembre 75) y Suárez (julio 76). Fue este último quien fue más audaz en la
apuesta reformista, presentando la ley para la reforma política que fue
aprobada primero por las Cortes franquistas (noviembre 76) y después refrendada
en una consulta sin libertad a finales de 1976. Esta ley fue la pieza legal que
precipitó definitivamente el triunfo de este proceso de tránsito hacia un régimen de libertades.
Pero contó, en los últimos momentos, con la colaboración de algunos grupos de
la oposición, como fue el caso del PSOE, el PSP o Convergencia Democrática de
Cataluña, quienes ya en diciembre aceptaron presentarse a las elecciones aun
cuando no estuviese legalizado el PCE u otros partidos. El 15 de junio de 1977
representó, pues, el triunfo definitivo de la operación reformista del régimen
franquista, donde su resultado final fue producto de la confluencia de factores
antes señalados. Ese día los partidos más votados fueron los que protagonizaron
los momentos finales de la reforma, esto
es, la UCD de
Suárez y el PSOE de González. Del viejo régimen se mantuvieron instituciones,
personas, aparatos e incluso prácticas todavía hoy existentes. ¿Cómo explicar si no todo el asunto de los
GAL, por poner un ejemplo? La respuesta quizás se encuentre en el dicho
popular: "de aquellos polvos vinieron estos lodos".