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martes, 4 de abril de 2017
Pedro Antonio, otro del PP que se tiene que ir... cuando no queda más remedio
En el PP hay una gran resistencia a la hora de dimitir cuando la corrupción, en sus variadas formas, apunta a cualquiera de sus cargos públicos y/o dirigentes. Es más, resulta propio de su presidente, lanzar piropos o frases de apoyo a quienes ya se ha señalado. Aguanta, eres la mejor, estamos contigo, que sepas que, no tenemos duda... son expresiones que denotan que hay una complicidad rocosa que no recuerda lo de ciertas organizaciones. Ha pasado con personajes como Matas, Bárcenas, Barberá, Camps, Fabra, Ruz, Granados, González, Mato, Soria, Trillo... Y ahora también con Sánchez. Pero como si nada. Sólo cuando las evidencias lo han hecho insostenible, es cuando ha tocado soltar lastre. Cuando aparecen las manzanas podridas, los presuntos delincuentes, cuando no lo segundo a secas, lo de la justicia está actuando, lo de ya asumido su responsabilidad... Esta mañana le ha tocado a Sánchez, Pedro Antonio, al que han justificado hasta ayer sin ningún tipo de sonrojo. El problema es que la corrupción castiga poco. Quienes tienen que velar por ella, han mirado muchas veces para otro lado, cuando no han sido benevolentes a la hora de castigarla. Y quienes tienen que decidir si se admite o no, miran sus cuentas corrientes, sus pensiones engañosas, la bandera rojigualda o las Vírgenes y Cristos, y ¡hala!, que todo siga igual.