viernes, 9 de septiembre de 2016

Los porqués de un sistema electoral injusto

Hace ocho años, en febrero de 2008, Rebelión publicó un breve artículo mío que titulé "Los porqués de un sistema electoral injusto". Por entonces tuvo mucha difusión en la red, quizás por los ilustrativo que era a la hora de demostrar la intencionalidad clara que tuvo la norma electoral de 1977 que todavía sigue vigente en lo fundamental y la repercusión negativa que ha tenido para el PCE, primero, e IU, después. Hoy, además, he podido leer un trabajo de investigación en el que se utiliza el contenido de mi artículo como uno de los referentes. Se trata concretamente del Trabajo Fin de Grado presentado en 2015 por Antolín Sánchez Jorge en la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Miguel Hernández de Orihuela y titulado Condiciones materiales de la democracia. En diciembre pasado IU, dentro de la candidatura UP-IU volvió a sufrir los rigores del sistema electoral, con cerca de un millón de votos y sólo dos escaños en el Congreso. Considero que el artículo sigue teniendo vigencia: porque la ley electoral actual sigue inspirada en la norma de 1977 diseñada por el aparato franquista reformista y en lo fundamental sigue permitiendo los dos partidos del sistema, PP y PSOE, se sigan beneficiando de ella.



El sistema electoral  español está basado en el decreto-ley de 18 de marzo de 1977, que estableció un doble sistema de elección (proporcional, para el Congreso, y mayoritario, para el Senado), la provincia como circunscripción y unos correctivos en la  representación para el Congreso (mínimo de 2 escaños por provincia y máximo de 350). Sus creadores (Miguel Herrero, Óscar Alzaga, Landelino Lavilla...) lo argumentaron para garantizar un gobierno estable, pero en realidad fue un ejercicio de ingeniería político-electoral (dicho a lo fino)  o de manipulación de las reglas del juego en beneficio propio (dicho más claramente) que tenía como objetivo que UCD (el partido de Adolfo Suárez, formado por los más reformistas del régimen franquista y los más moderados de la oposición) consiguiera la mayoría absoluta con el 35% de los votos. Se concedió así una sobrerrepresentación a las provincias menos pobladas, las más conservadoras, y una infrarrepresentación a las más pobladas, donde la izquierda contaba con mayores apoyos. Favoreció a los partidos con mayor implantación en cada territorio, a la vez que se dificultó la representación de los menores.

Esta norma electoral estuvo en vigor hasta 1985, en que el  PSOE  impulsó una ley electoral que apoyaron AP (hoy PP) y CiU. Supuso en la práctica una ratificación del decreto de 1977, estando vigente en la actualidad.

Las perversiones del sistema electoral

En un primer vistazo se observa que lo que cuesta obtener un escaño varía considerablemente de unos partidos a otros. Con diferencia, los más beneficiados son PP y PSOE, junto con el PNV, NB y CC. En el otro extremo se encuentra IU, al que le cuesta unas cuatro veces más cada escaño obtenido. 


Fijándonos ahora en el valor de cada escaño por provincia, vamos a basarnos en las cuatro que representan los dos extremos por el número de habitantes y, por tanto, el número de escaños a elegir: Soria, Teruel, Barcelona y Madrid. 


Un ejercicio más democrático: otros sistemas de asignación de escaños

Si la distribución de escaños se hiciera de una manera proporcional atendiendo a los votos obtenidos en el conjunto del estado, los resultados variarían bastante, porque aumentaría el número de escaños de algunos grupos (IU, sobre todo, y CiU, ERC y BNG) y permitiría que otros, que no los habían conseguido, entraran en el Congreso (PA, B-EV y PSM-EN-EU-EV-ER).

Asignación proporcional de escaños y circunscripción estatal


Si consideramos como circunscripción la comunidad autónoma, la  adjudicación de escaños se alteraría en bastantes comunidades.

Número de escaños según la circunscripción



Y su reparto sería el siguiente:

Asignación proporcional de escaños  en circunscripción autonómica


Algunas conclusiones

El sistema electoral favorece a los dos primeros partidos de ámbito estatal: el PSOE y el PP; y no favorece a los partidos nacionalistas, como se suele decir frecuentemente.

IU, que es la tercera fuerza política del conjunto del estado, es la gran perjudicada.

La falta de proporcionalidad se debe a que la elección se hace por provincias, con unas correcciones en favor de las menos pobladas; hablamos, por tanto, de un hecho antidemocrático.

Los votos de IU  que no obtienen representación, que son muchos (750.000 en 2004), dejan de tener expresión política, sin tener en cuenta que dicho grupo podría haber conseguido más votos si la gente hubiera tenido la seguridad de que su voto servía para  obtener representación.

Es necesaria una reforma del sistema electoral para hacerlo más proporcional.
Una forma podría ser la elección por circunscripciones autonómicas, que, por otra parte, se ajusta más a la realidad político-territorial de España. En todo caso, asignando al ámbito territorial que se considere oportuno para asignar los escaños la proporción real que le corresponden.

Las consecuencias de esta propuesta de reforma sobre la vida política serían distintas. 

(25-02-2008)