sábado, 2 de enero de 2016

La singularidad política de Argentina (3)



















La segunda vuelta de las elecciones argentinas, celebrada en noviembre, hadado como ganador a Mauricio Macri. El candidato de una coalición de grupos que integraba a neoliberales, conservadores, peronistas conservadores, radicales y antiguos radicales, que contó en el ballotage de noviembre con el apoyo de peronistas antes alineados en el kirchnerismo. 


Macri pertenece a una familia vinculada al mundo empresarial en actividades diversas y él mismo ha conseguido fortalecer su patrimonio personal. Sus primeros años profesionales coincidieron con el tránsito de la dictadura a la democracia, vinculándose desde finales de los ochenta al proyecto político de Carlos Menem. Fue uno de quienes financiaron la campaña electoral del dirigente peronista y su ascenso personal en el mundo de la empresa coincidió con los años de su presidencia. Fue también el periodo en que se hizo con la presidencia de uno de los clubes de fútbol más importantes del país, el Boca Juniors, algo que le sirvió para alimentar su popularidad. Macri se había forjado la imagen del triunfador en todos los ámbitos de la vida, airoso incluso de los distintos procesos judiciales en los que se veía involucrado por sus prácticas económicas y laborales.

En una línea, si no antagónica, sí, al menos, muy distante del kirchnerismo Macri acabó creando su propio partido, el PRO, desde donde empezó como diputado nacional y después, ya en 2007, alcanzó la gobernación de Buenos Aires. Su gestión fue un ensayo político hacia el objetivo más ambicioso de la presidencia de Argentina. 

Si durante los mandatos de Ernesto Kirchner y Cristina Fernández el estado volvió recuperar la iniciativa en la economía y hubo una mayor redistribución de la riqueza en favor de los grupos sociales más desfavorecidos, lo que Macri desarrollaba en la capital era una gestión llevada a cabo gente del mundo de la empresa desde los principios del neoliberalismo. Con una ventaja, pues se aprovechaba de la inercia derivada de la recuperación económica general. En ese contexto supo aunar su introducción en la administración pública del mundo de los intereses privados con dosis de populismo hacia los sectores más humildes, engrandecidos con campañas de publicidad certeras.

Su triunfo en noviembre no ha sido rotundo, con unos resultados que al final acabaron siendo más ajustados de lo previsto. Ha sido la cabeza de una amplia amalgama de grupos opositores y de sectores de la población descontentos, por distintas razones, tras doce años de kirchnerismo. El acceso a la máxima institución del país no ha estado exento de polémica en aspectos simbólicos del protocolo, pero ante todo ha ratificado lo que ya inició como gobernador: la invasión de gente del mundo de la empresa sobre el gobierno y los altos cargos de la administración.

En la figura de Macri confluyen los intereses de la oligarquía agraria, las finanzas vinculadas a las prácticas neoliberales, buena parte de las empresas extranjeras, los grupos internacionales de la especulación financiera, los sectores sociales intermedios deseosos de aumentar sus patrimonios personales... Para  el periodista Horacio Verbitsky se trata de una “fracción del capital que sigue enarbolando un proyecto excluyente que ya no estaría basado en la valorización financiera, sino en la producción agroindustrial bajo el paradigma sojero, así como en un nuevo ciclo del endeudamiento externo a partir de pagarle a los fondos buitre y de devaluar la moneda con el consiguiente efecto negativo sobre los salarios, la ocupación y la distribución del ingreso”.

Es pronto todavía para poder ver los rasgos y los resultados concretos del nuevo gobierno. Pero sí se puede atisbar por dónde van los tiros. Y como muestra, dos medidas de primera hora: el levantamiento del llamado cepo cambiario en las divisas, que supone en la práctica liberalizar el uso del dólar en todas las operaciones económicas; y la quita de las retenciones sobre los productos agrarios vinculados a la exportación, aquello que provocó años atrás el paro agropecuario promovido por la oligarquía terrateniente. No podemos olvidar una medida hecha de cara a la galería, en este caso la exención del pago de impuestos por la paga de navidad a las rentas más bajas. E incluso puede añadirse otra, no directamente de naturaleza económica, pero sí de política exterior, como es el fin del pacto con Irán.