El valle del Ebro, desde que nace en la comunidad cántabra hasta su desembocadura en el Delta, es el eje desde el que se construye el relato. De ese marco sale la mayoría de quienes hablan en el documental, se muestran las acciones colectivas realizadas y se ofrecen las enormes posibilidades de futuro desde una perspectiva de desarrollo alternativo.
El documental me parece un diálogo entre el pasado y el presente. La música de Gabriel Sopeña ayuda a sentirlo. Aparecen viejos protagonistas de la lucha antinuclear española, a modo de esos viejos roqueros que nunca mueren, que nos recuerdan lo vivido desde principios de los años setenta cuando se iniciaban en una lucha, paralela a la más propiamente antifascista, pero de un enorme contenido humano y con protección de futuro, dentro de la "defensa del territorio". Están Mario Gaviria, Pedro Costa y Facundo Salcedo, pioneros de un movimiento ecologista que inicialmente tomó otros nombres. Y también, Pedro Arrojo, Santiago Vilanova, Xabier García, Joan Rebull, Adelina Mallor... Aparecen también personas, de distintas edades, que muestran sus preocupaciones ante le hecho nuclear y sus iniciativas de futuro. Lo hacen desde los lugares donde hay instaladas centrales nucleares o donde se previó hacerlo y frenó la movilización popular. En algunos casos nos ilustran con proyectos energéticos reales basados en las renovables.
Está presente en el documental -y es muy importante resaltarlo- la acción colectiva de la gente. El movimiento antinuclear tiene un carácter en esencia ecologista, pero se manifiesta en muchas ocasiones en un magma ciudadano que defiende ante todo lo propio. Es lo que impidió que en los años 70 se instalara una central nuclear en Tudela o que la gente de L'Ametlla del Mar se resistiera, aunque finalmente se ubicase en el colindante Vandellós.
Cuando Adelina Mallor nos recuerda que el primer movimiento ecologista y antinuclear mezcló lo reivindicativo con lo festivo me vinieron muchos recuerdos. Las mismas imágenes de una performance antinuclear hecha en Zaragoza me trajeron a la memoria otra -por cierto, a la que llamamos movida- que hicimos como Comité Antinuclear de Salamanca en la Plaza Mayor de la ciudad en junio de 1983. ¡Ay, qué tiempos, Nicolás, Mari Leo, José Luis, Chema, Pedro, Samuel, Pablo y tantas personas más!