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viernes, 23 de agosto de 2013
La realidad de la esclavitud dorada
Moritz Erhart era un estudiante alemán que trabajaba como becario en un banco estadounidense situado en la city londinense, el
corazón financiero del Reino Unido y uno de los centros financieros
internacionales. Por lo que he leído le pagaban bien -o más que bien: 5.000
euros por siete semanas-, pero, claro, en unas condiciones muy duras. Según han
declarado quienes vivían con él, llevaba trabajando 72 horas seguidas cuando sufrió el ataque epiléptico que acabó con su vida. En la película Capitalismo, una historia de amor Michael
Moore nos cuenta cómo el sistema capitalista está haciendo uso de los cerebros
más privilegiados, preferentemente jóvenes, para hacer los cálculos matemáticos que
permitan optimizar al máximo las prácticas financieras que pululan sin cesar. La inteligencia humana al servicio del poder financiero, como en otros ámbitos lo está al servicio de la industria de guerra para la creación de ar,as destructivas. Triste sino. Y en el caso del estudiante Erhart, en forma de esclavitud dorada. ¡Qué realidad!