El Priorat, adusto y cautivador
He recorrido hace
unos días la comarca del Priorat, en el corazón de la sierra del Montsant. Un
paisaje abrupto de pizarras blancas, acompañadas de calizas, yesos, areniscas y
conglomerados, cubierto todo de un tapìz verde entre natural y mimado por la mano
humana. Se esparcen, así, los olivos, los avellanos y, ante todo, las viñas. Y es la fusión de las
cariñenas y garnachas, los suelos ácidos de la llicorella, el clima suave y la sabiduría ancestral de sus gentes
la que ha dado como resultado unos caldos singulares, que son duros y
deliciosos a la vez. Durante dos días he surcado sus parajes y sus pueblos. En
Bellmunt he descendido a sus entrañas, horadadas otrora a base de sudor y
muerte en busca de minerales. He estado en el abrigo natural de La Bisbal de Falset que fue un
hospital de campaña improvisado durante la Batalla del Ebro y he llegado a imaginar por un
momento el dolor de quienes allí arribaban para acabar con sus sueños, si no para
acabar muriendo. He pisado las alturas del recóndito lugar de Siurana, refugio
rocoso de la última comunidad musulmana medieval en esas tierras. He visitado
las ruinas, en parte restauradas, del monasterio cartujo de Escaladei que nucleó
la servidumbre feudal de la zona, donde la payesía laboraba la tierra y
transformaba sus frutos mientras el silencio de los monjes les prometía el
acceso a la escalera hacia el cielo. He visto en Pradell de la Teixeta, rodeado de
avellanos, las estrellas fugaces de la noche y los primeros haces de la luz del
amanecer, y hasta las huellas del abandono de una cantera de yeso y su viejo horno.
He disfrutado los soportales de las calles de Falset y también de las carreras en que sus infantes se disputaban
la gloria. He paseado por Porrera, contemplado su puente y apreciado el olor de
una de sus bodegas. El mismo pueblo al que Lluis Llach canta en su homenaje a la
comarca, una “tierra adusta, de mirada morena y labios llenos”...
Aquesta terra adusta,
mirada bruna i llavis plens,
la sento en el meu ventre
com si dins meu hi fes arrels,
tornaveu de solituds,
pas a pas la reconec
i en l'amor la sento altiva i tendra.